19 de agosto de 2012

La escena que impidió mi periódico


Esta mañana he viajado a Zaragoza y, una vez más, hice uso de los autobuses de "Alosa"; aunque los domingos y festivos hay una notable reducción de posibilidades, la opción sigue siendo adecuada y permite ir y volver en un horario, perfectamente adaptable a tus necesidades. En tiempo de verano he encontrado un nuevo aliciente a estos viajes, pues en el kiosco de la estación me compro el AS, cuya edición aragonesa traer amplia información del Real Zaragoza, y disfruto el viaje leyendo las noticias relativas a fichajes, rumores, torneos de verano y demás circunstancias de la pretemporada "futbolera", emociones que a algunos ajenos a esta afición les resultan tan chocantes y, frecuentemente, criticables.

El autobús,a pesar de que las 9.45 de un domingo suele ser hora temprana, iba prácticamente lleno y a mi lado se sentó una chica joven y guapa, ya la había visto en el anden de la estación y se ve que hay ocasiones en que uno resulta afortunado con una vecina de asiento agraciada, en compensación con esas ocasiones en las que compartes viaje con alguien a quien da por comer o hablar por el móvil o uno siente que no se ha lavado demasiado. Cuando el conductor inició la marcha me dediqué a ir leyendo los comentarios de los partidos del sábado de la recién comenzada Liga BBVA, las perspectivas de los del domingo, las generalmente condicionadas opiniones de los periodistas madrileños, etc, mientras mi rubia compañera de asiento iniciaba una conversación por el móvil con alguien que se suponía era su novio, aunque el contenido de la misma no puedo dar fe, pues la atención de la prensa deportiva colaboraba en este caso a mi discreción.

EL suceso sorprendente se produjo cuando el bus pasaba por la oscense Avenida de Martínez de Velasco, a la altura del Cuartel de la Guardia Civil; por lo visto el amigo de la chica pertenece a la Benemérita pues cuando nos encontrábamos en paralelo a dicho cuartel la moza se abalanzó sobre la ventana -yo estaba sentado junto a la misma- y saludó con la mano a la vez que le decía a su interlocutor :"te he visto", algo que según deduje no pudo hacer el otro, y es que el periódico de marras se convirtió en obstáculo para que el novio, que debía estar de servicio, pudiera ver a su chica. Y le dije a la moza que era una lástima que no me hubiera avisado, pues por mi culpa el saludo no pudo producirse "a la recíproca", aunque quitó importancia al asunto, se ve que le bastaba con haberlo visto ella. Pero yo me quedé con la frustración de haber impedido una de esas escenas intrascendentes que a pesar de ello hacen bonita una relación, pues ¿qué otra cosa era eso que amor a través del cristal".

11 comentarios:

tomae dijo...

...además de futblero eres un romántico empedernido, lo raro es que te gusten también los asesinatos.

Modestino dijo...

Uno vive dominado por sus contradicciones :)

Susana dijo...

Qué lástima, pero digo yo, que siempre disecciono todo: qué hacía el guardia civil hablando por el móvil en horas de trabajo... Un beso.

Modestino dijo...

:)... yo también pensé eso, pero a lo mejor no estaba de servicio y solamente le vio desde la ventana de su habitación ...

veronicia dijo...

Que romántico...

Modestino dijo...

En estos tiempos de crisis y desánimos el romanticismo es de las pocas cosas que podemos disfrutar gratuitamente ;);)

manipulador de alimentos dijo...

creo que te pasa como ami... no te gusta poner peso en un lado u otro de la balanza de las cosas, eres extremadamente cuidadoso, osea, romántico...

manipulador de alimentos dijo...

pero cuidado! un amigo me dijo en una ocasión qeu lo peor que nos puede pasar en esta vida es ser sensible a las cosas :)
Un saludo para el blog!

Modestino dijo...

Mejor así que la frialdad del témpano.

marga dijo...

qué buen relato... pues nada, ella debió pedirlo nene, tú no eres culpable de nada...
besitos

Modestino dijo...

No, culpable no me siento, ´:) ... pero a veces el amor tiene cosas tan insignificantes y ridículas como bonitas .... en cierta manera yo era el obstáculo: bien a gusto le hubiera dejado la ventanilla desde el principio.