Andrés Aberásturi es uno de esos columnistas que suelo leer cuando me encuentro con un artículo suyo; me pasa como con Luis del Val, que me cautivan su sensatez, su humanidad y esa sensación de que no están vendidos a ninguna corriente ni organización política, ni siquiera condicionados por cuestiones ideológicas. Aberásturi está casado y tiene dos hijos, uno de ellos con parálisis cerebral, habiendo sido uno de los fundadores de la Fundación Nido, dedicada a la atención de estos niños. En un artículo publicado el pasado sábado y que leí en el "Diario del Altoaragón" -imagino que aparecería también en unos cuantos rotativos españoles- el periodista crítica con dureza, y desde mi punto de vista con total acierto y justicia, un amplio comentario escrito por Rosa Regás en su blog de "El Mundo" en el que arremetía contra el proyecto del Gobierno de excluir las malformaciones en el feto como causa de justificación del aborto; la escritora barcelonesa utilizaba argumentos tales como que "las mujeres ya tienen ese problema solucionado de no querer dar vida a quien no podrá disfrutarla.", lamentándose de que "sea el señor Ruiz Gallardón el que tenga que decidir si una mujer ha de dar a luz un monstruo". Con semejantes "exabruptos" la Sra. Regás ha querido cargarse de razones y se ha cubierto de "gloria", dicho ésto en la más metafórica y caricaturesca de sus acepciones.
Al final de mi entrada incluyo un enlace al artículo de Aberásturi, pero no quiero dejar de destacar cómo deja en evidencia a Rosa Regás remarcando que carece de autoridad para determinar quien es capaz de disfrutar la vida y que le parece triste y lamentable que a tantos discapacitados, entre ellos su hijo, tenga el atrevimiento de denominarles monstruos. Cuando desde diversos foros se ha comenzado una campaña abominable de descalificación hacia cualquiera que se posicione a favor de un proyecto de ley -que, por cierto, no haría sino avalar la actual doctrina constitucional sobre el tema- utilizando argumentos y criterios tan sectarios como poco democráticos, es de agradecer una voz independiente y poco sospechosa tanto de sostener criterios reaccionarios como de estar condicionado por convicciones religiosas -el periodista se confiesa agnóstico en el propio artículo- capaz de incidir en lo que al fin y al cabo resulta más importante, incluso por encima de argumentos filosóficos o científicos, y es que en la sociedad, porque la naturaleza así lo ha querido, conviven con nosotros personas más débiles que por nacimiento, accidente o enfermedad necesitan nuestra ayuda permanente, diferentes y llenos de limitaciones, pero no por ello son inferiores en derecho y dignidad a nadie, no carecen de la posibilidad de ser felices y, por supuesto, no son unos monstruos, porque en ésto se convierten quienes se hacen acreedores por sus actos abominables, no quienes han tenido la desgracia de nacer así. Andrés Aberásturi sabe, porque lo comprueba cada día desde que nació su hijo, que los discapacitados también sonríen, también sienten y también son capaces, generalmente más que nosotros, de hacer el bien.
En septiembre de 2006 se aprobó en Nueva York la "Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad", convenio internacional que España firmó el 21 de abril de 2008, fecha en que se publicó oficialmente en el BOE. En el artículo 10 de dicha norma, bajo el epígrafe "Derecho a la vida", se recoge literalmente que los estados partes firmantes del mismo "reafirman el derecho inherente a la vida de todos los seres humanos y adoptarán todas las medidas necesarias para garantizar el goce efectivo de ese derecho por las personas con discapacidad en igualdad de condiciones con las demás". De esta forma, reconociendo ese derecho a las personas con discapacidad, un primer requisito para disfrutarlo será evitar que se pueda impedir su nacimiento por el mero hecho de que el feto tenga algún tipo de minusvalía o discapacidad. La derogación de dicho supuesto puede tener repercusiones muy positivas en lo que podríamos denominar el "pensamiento colectivo de la nación", al equiparar toda clase de vida y dejar de diferenciar entre vidas que son perfectas, y por lo tanto vale la pena vivir, y vidas que no son perfectas y en consecuencia, no vale la pena vivir, un concepto que, por cierto, no me saco de la chistera, sino que estuvo en la base de todo el sistema eugenésico y eutanásico ideado y llevado a la práctica en la Alemania nazi: el “Lebensunwertes Leben”, literalmente “vida indigna de la vida”.
11 comentarios:
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se ha producido una victoria de los derrotados en la contienda en relación con aborto, eugenesia y feminismo. Pero eso es sólo el final de una escalada en la que "la progresía" ha ido creando las condiciones para que las mujeres se vean abocadas a esos desastres. Alguien debería preguntarse por qué muchas mujeres (u hombres) que no tienen trabajos estimulantes se ven obligadas a trabajar (al menos algunas o algunos preferirían seguir en casa trabajando por la familia) y cuando quedan en paro la economía familiar se resiente gravemente.
Muy complicado responder a ese valiente planteamiento.
La progresía de este pais le hace el trabajo sucio a los señores de la muerte. Es sencillo. Convierto en un derecho, mi negocio. Lo malo es que mucha gente bienintencionada siga esta estela porque es la puerta de entrada a la eutanasia activa y por lo tanto al perfecto esclavismo del siglo XXI. Solo quiero seres sanos para trabajar y en cuanto se deterioresn lo más mínimo me los cargo, que hacen gasto...
Es simple.
Saludos
“Lo más grave que ha sucedido en el siglo XX es la aceptación social del aborto provocado”.
Julián Marías.
Tal vez el problema esté en que esas personas que quieren abortar no tienen la calidad humana de Aberasturi, por tanto no serían capaces de querer a sus hijos como lo hace él. Un beso.
Mira, yo ésto no lo tengo tan claro, no me atrevo a juzgar a quien está en esta situación. Me parecen más culpables los que han creado estamentalidad.
Evidentemente, quien decide poner fin a un embarazo por los defectos del feto demuestra una sensibilidad vamos a decir dañada, ... pero le encuentro más atenuantes que a los promotores de la idea.
Que tranquila vivía sin escuchar las barbaridades que ha dicho la Sra Regás... no me extraña que al Sr Abelasturi se le hayan puesto los pelos de punta al leerlo.
Seguro que la.palabra no le gusta, pero lo que dice R. R. suena a fanatismo.
Bravo Aberasturi!
Nos hacen mucha falta argumentos provenientes de personas aconfesionales y que construyen la idea desde presupuestos abiertos a todos.Son los más convincentes.
Yo he de confesar que a veces he visto determinadas formas de combatir el aborto que me agobian: creo que hay que ser firme al defender la vida, pero no necesariamente visceral, ni pelma ni agresivo.
Por otra parte hay que romper esa presunción de que no ser partidario del aborto equivale a mentalidad retrógrada, caverna, .... ¡para nada!.
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