Hubo tiempos en los que ir al cine suponía un acontecimiento, una experiencia, unas sensaciones que no tienen nada que ver con las actuales. No se trata de dar a entender que cualquier tiempo pasado fue mejor, de arremeter contra las rutinas de ahora, de llorar momentos que no regresarán. Sin más, viene bien de vez en cuando evocar el pasado que vivimos, recuperar emociones, valorar lo que tuvimos y, tal vez por encima de todo, alentar que con los recuerdos retomen vida quienes ya se fueron y añoramos cada día.
Una veces al cine se iba con los amigos, en ocasiones en manada, como cuando media clase acudimos al Cine Rex allá por marzo de 1973 para asistir al fenómeno cinematográfico del año, "La aventura del Poseidón", donde Gene Hackman lideraba la lucha por sobrevivir de Ernest Borgnine, Shelley Winters y unos cuantos más. Otras veces tocaba conformarse con los reestrenos, el cine de barrio, las matinales del "Palacio" y el "Victoria" o la semi-imposición de las películas siempre "toleradas" del "Cine Mola". También había salas inaccesibles, como el "Palafox" o el "Rex", que costaban sus duros, o el recién cerrado "Elíseos", que era de arte y ensayo, donde nos imaginábamos pasaban proyecciones tremendas. También había "expediciones" familiares, en cuyo caso las pelis revestían forma de comedia o se recurría a la factoría "Disney", sin olvidar cumpleaños y otras celebraciones en las que mandarnos al cine no dejaba de ser una forma de quitarnos de en medio.
En nuestra nómina cabían los western en los que John Wayne asumía el papel de héroe, los que concluían con la llegada del "Séptimo de caballería", alguna aventura creativa de Grégory Peck o algunas mas rudimentarias, tal vez rodadas en Almería. Y también las películas de romanos, cuando aún no conocíamos las ocurrencias de Sabina; en el "Dorado", y el "París" no eran infrecuentes las coproducciones hispano-italianas en las que se les despistaba algún centurión con "Duward Aquastar" o postes telefónicos y marcas de "Jeep" en en desierto. A mi memoria vuelven los grandes estrenos de mi infancia -""Mary Popins", Oliver", ...-, la reposición de las superproducciones históricas -"Ben Hur", "Quo Vadis", "Los 10 mandamientos", ...-, como si continuaran sonando en mis oídos los temblores de las paredes rojas del "Fleta" mientras Nerón quemaba Roma, Moises-Charlton Heston abría las aguas del Mar Rojo o Ben-Hur disputaba con Mesala una carrera de cuádrigas que ponía los pelos de punta.
Siguen vivas en nuestras entretelas las entradas de colores, las taquillas que fomentaban la impaciencia, los acomodadores uniformados y talluditos, esos efluvios de ambientador más o menos baratos, el pequeño bar con chicles y caramelos masticables, los intermedios, los frescos del cine "Latino", el "gallinero" del "Goya" y el "Coliseo", alguna gamberrada que otra, ... todo sigue vivo. mientras cada cual seguimos siendo personajes de la película de nuestra vida.
4 comentarios:
La primera foto es del Fleta, no?
Qué recuerdos...
Y qué vergüenza cuando paso por allí y sigo viendo el mismo solar desde hace años. Creo que desde el 98, porque la última peli que pusieron en el Fleta fue "La máscara del Zorro" de los dos Antonios, Banderas y Hopkins.
Sí, del Fleta. Una pena la situación.
La otra es del Cine Pax, que era del Obispado. recuerdo haber ido bastantes veces, allí vi "La carrera del siglo", "El valle del Arco Iris" y "Sor Citroen", entre otras.
Sí, del cine Pax. Era más fácil identificarla.
Y qué bonita era la plaza de la Seo, con sus arbolitos y sus bancos...
También había una churrería o me traiciona la memoria?
Aunque mi churrería por excelencia era la más próxima a mi casa, la del Paseo de las Damas junto a la glorieta de los Cañones.
Creo amigo Tommy que la churrería del paseo de las Damas merecería un post exclusivo. Recuerdo que la atendían un matrimonio -imagino serían también los dueños- que eran unos señores de arriba abajo.
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