El pasado sábado asistí en la iglesia de Santa Teresa de Huesca a un concierto de villancicos de la Coral "Diego de Pontac"; ya estuve en uno parecido que ofrecieron las pasadas Navidades y de nuevo salí encantado de la belleza y la calidad de sus interpretaciones. Además tengo que agradecer sincera y efusivamente que contaran conmigo para un excelente "tentempié" en el "Apolo", allí tuvieron la bondad de admitir a un intruso como yo y tratarme como uno más.
Pero mi intención no es hablar de la actuación, que sólo pudo ser excelente a la vista del nivel y del trabajo de los miembros de la Coral, con su directora a la cabeza, sino de algo que sucedió ya iniciada la actuación y que fue para mí como esa iluminación que no esperas, esa ráfaga de aire fresco que te da, sin aviso previo, energía para tomarte lo que queda del día de otra manera. No fue nada extraordinario, venía revestido de la sencillez de lo cotidiano, pero hay ocasiones en que viene bien que alguien, sin quererlo, te recuerde que siempre hay algo que vale la pena.
Ya se habían interpretado unas cuantas composiciones, se abrió la puerta del templo y entro una pareja con un cochecito de niño. Mi primer pensamiento fue de extrañeza, pues parece que un bebé en un concierto constituye todo un peligro de llantos y ronroneos, pero pronto ví que la magia de la música lo puede todo ... ésto no era el "Flautista de Hammelin", sino algo más tierno, más bonito, más entrañable. Del carrito asomó la cabeza de una niña pequeñísima -luego supe que rondaba los 8 meses- y pude contemplar unos ojos grandes y asombrados que miraban al exterior con tanta sorpresa como paz, unos de esos ojos que algún día conquistarán el mundo y que brillaban con fuerza en un ambiente que era todo arte, discreción y espiritualidad.
Tal vez esa mirada inocente y dulce, que no debía ni saber donde estaba aunque seguro que intuía todo lo bueno que allí había, puede ser el toque de salida a mi propio espíritu navideño, la contraseña que recuerde tanto misterio, tanto mensaje, tanta cercanía humana, ... a descubrir que hay futuro, que basta una mirada, que queda tanto por hacer.
7 comentarios:
qué bonito. Esperemos que el niño no vote a Podemos.:) UN beso.
Con esa mirada ...¡qué más da a quien vote! ...
Feliz Navidad, Susana!!!
Ah ... y es niña!@ ;)
Fue así.
En una visita al Real Sitio de La Granja, en Segovia.
Mucha gente en verano, admirando el paraje fresco y los jardines delineados donde los reyes españoles descansaban.
Potentísimos árboles. Soberbias construcciones de piedra. Grandes plazas donde el hombre encuentra su justa proporción.
Un Versalles cuco y pequeñito.
...
Todo el día marcado por una temperatura alta y constante.
...
Y en un momento se lió la marimorena.
El viento mareó las altas copas de lis árboles.
Unas nubes grises desembarcaron en la Nirmandía segoviana.
A través de los montes los dioses nos regalaron gloria en forma de lluvia.
...
Todo un espectáculo que provocó que mi hija asomara curiosa su cabeza del interior de carrito y elevará su mirada al cielo.
...
Y lo sentí de forma rotunda.
La Creación, la condición humana, la inteligencia y la curiosidad. El futuro.
Todo junto en la cara mojada de una niña que miraba hacia los cielos.
...
Hay días que ganas me dan de provocar un incendio mundial y que todo se marche al Carajal.
Esos días recuerdo la imagen de mi hija en La Granja, y me calmo.
Tardo un rato, pero me calmo.
Que alegría saber de ti Driver. Feliz Navidad!
Igualmente, amigo.
Quizá por cercanía o proximidad (o por alusiones, como se dice en política), creo comprender perfectamente la sensación que experimentasteis tú y Driver, cada cual a su manera, como diría el gran Tolstoi.
Os deseo salud, suerte y mucho amor a todos los que en algún momento pasáis por este hermoso blog.
Y por muchos años.
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