5 de octubre de 2015

La vida en un soplo


Lo cantaba Gardel en un tango inmortal: "es un soplo la vida", ... algo cuya certeza se impone con solo mirar hacia atrás. Hay quienes consideran un error mirar al pasado: entienden que hay que vivir el presente y preparar el futuro, pero siendo planteamientos necesarios, razonables,  siempre me he tenido clara inclinación a echar la vista atrás, a remover la "cajita" de los recuerdos y revivir experiencias, añorar a quienes quisiste mucho y ya no están, volver a aprender de errores y torpezas y, por encima de todo, comprobar que el tiempo se ha pasado cada vez más rápido. Hay quien gusta de afirmar que no se arrepiente de nada, y me parece un error ... otra cosa es asumir las decisiones de un momento, los actos pasados, ejercitar el deseo de no repetirlos y, si aún es posible, reparar secuelas. El pasado es todo un bagaje de aprendizajes, experiencia y, ¡como no!, de nostalgia.

Cada cual cargamos con nuestra mochila, la canción citada también  hablaba de "volver con la frente marchita", algo de lo que todos tenemos experiencia , tal vez  bastante ... pero todo es fuente de sabiduría, siempre caben nuevas oportunidades, ... además de que con los años aprendes que nadie suele ser original, que reincidimos en lo mismo, ... y el tiempo y lo vivido terminan ayudándote a ser más abierto y comprensivo, ... a lo mejor con todos menos con uno mismo.

La vida es un soplo, y cuando "las nieves del tiempo blanquean tu sien" el ritmo de tus pasos va acompañado del envejecimiento de quienes van contigo, algunos aún por delante y su decadencia física, tantas veces unida a un esplendor interior en continuo crecimiento, viene a ser como el silbato que te abre camino, el mensajero que anuncia tu llegada. El paso de los años conlleva, además, el adiós, frecuentemente anticipado, inesperado, de tantos y tantas con quienes compartiste muchas cosas, y al dolor de su partida se termina uniendo lo hermoso de su ejemplo y su recuerdo. 

Sí, es un "soplo la vida" , pero ni el polvo del camino, ni las heridas de la lucha ni los dolores de hoy deben enturbiar la belleza vivida ... y por vivir.

Yo adivino el parpadeo 
de las luces que a lo lejos 
van marcando mi retorno. 

Son las mismas que alumbraron 
con sus pálidos reflejos 
hondas horas de dolor. 

Y aunque no quise el regreso 
siempre se vuelve 
al primer amor. 

La vieja calle 
donde me cobijo 
tuya es su vida 
tuyo es su querer. 

Bajo el burlón 
mirar de las estrellas 
que con indiferencia 
hoy me ven volver. 

Volver 
con la frente marchita 
las nieves del tiempo 
platearon mi sien. 

Sentir 
que es un soplo la vida 
que veinte años no es nada 
que febril la mirada 
errante en las sombras 
te busca y te nombra. 

Vivir 
con el alma aferrada 
a un dulce recuerdo 
que lloro otra vez. 

Tengo miedo del encuentro 
con el pasado que vuelve 
a enfrentarse con mi vida. 

Tengo miedo de las noches 
que pobladas de recuerdos 
encadenen mi soñar. 

Pero el viajero que huye 
tarde o temprano 
detiene su andar. 

Y aunque el olvido 
que todo destruye 
haya matado mi vieja ilusión, 

guardo escondida 
una esperanza humilde 
que es toda la fortuna 
de mi corazón. 

Volver 
con la frente marchita 
las nieves del tiempo 
platearon mi sien. 

Sentir 
que es un soplo la vida 
que veinte años no es nada 
que febril la mirada 
errante en las sombras 
te busca y te nombra. 

Vivir 
con el alma aferrada 
a un dulce recuerdo 
que lloro otra vez.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No es bueno escuchar tangos en otoño.
Son tan tristes que te dejan el ánimo por los suelos.

Modestino dijo...

Un tango, a pesar de todo, nunca viene mal ... pregúntaselo a Al Pacino.

Anónimo dijo...

¡Bailarlos es otra cosa!

Marta dijo...

Precioso tango, preciosa reflexión. GRACIAS...


Habito en el presente. VIVO.
Aquí y ahora... sólo ahora puedo soñar, bailar, cantar, reír, tropezar y levantarme.
Sólo desde aquí y ahora puedo vaciar mi mochila y descansar.
Sólo ahora puedo celebrar un cumple-sueños o abrazar el dolor que queda.
Ahora puedo agradecer y puedo darme el permiso para volver a equivocarme.
Sólo aquí y ahora... puedo amar.

sunsi dijo...

Me ha hecho sonreír el primer comentario... De todas formas, qué maravilla de tango.
Lo que somos se nutre, en gran parte, de lo que hemos sido. Y ¿quién es tan... que no cambiaría nada de su pasado? Distinto es que de los errores del pasado se aprende y mucho.
Un abrazo, jurisconsulto. Precioso post.