1 de octubre de 2015

Lecturas con las que dije adiós al verano


En el mes que acaba de concluir he seguido con la biografía que mencionaba hace 30 días y que preveo terminar en la primera semana de octubre, por eso el resto de libros que han pasado por mis manos han sido casi todos de corta extensión. De entre ellos me parecen absolutamente recomendables la joya de Joseph Roth "El busto del emperador" y el último premio "Nadal", sin que desmerezcan los demás a salvo de una pequeña decepción final.

Hace un par de años pasó por mis manos "El verano de los juguetes muertos", primera entrega de una trilogía del escritor catalán Toni Hill ambientada en Barcelona; me pareció -así dejé constancia en este blog- una excelente novela policíaca. Varios lectores con buen olfato me recomendaron cerrar la serie y he encontrado hueco para el segundo volumen, "Los buenos suicidas", un relato que mejora el anterior, y en el que el escritor consigue elaborar una trama ágil e impactante que consigue que mantengas la atención desde la primera página hasta la última, sin esos "picos" que convierten en irregular una novela de intriga. El  protagonista, Héctor Salgado un inspector de los Mossos d'Esquadra de origen argentino, puede catalogarse como uno de esos personajes míticos a la altura de los mejores del género, y los secundarios que le acompañan no le van a la zaga. El autor nos muestra una sociedad llena de claroscuros, y no regatea espacio para dejar constancia de todas las miserias humanas. El final está bien logrado, aunque Toni Hill no cierra la novela, en lo que es sin duda una hábil estrategia para que elector no tenga otro remedio que darse prisa en hacerse con el tercer y definitivo capítulo de la trilogía: es lo que haremos.

Joseph Roth es un escritor que constituye una garantía absoluta de calidad literaria; pertenece a ese sólido grupo de autores centroeuropeos de la primera mitad del siglo pasado a quienes el periodo de entreguerras influyó notoriamente tanto en sla temática y en la ambientación de sus novelas como en su propio estilo literario, en su forma de relatar los acontecimientos. Por eso no tuve ninguna duda en buscar un hueco cuando alguien que sabe de que va ésto me recomendó "El busto del emperador", un brevísimo relato -62 páginas en la magnífica edición de "Acantilado"- que se lee sin prisas en una hora. La novela es maravillosa y no exagero nada, con un protagonista entrañable, el Conde Mortsin, y en el que Roth trata con profundidad y sentido del humor temas tan trascendentes como el patriotismo, los nacionalismos, el desapego del pueblo respecto de la política y los traumas y transformaciones de las contiendas. En el trasfondo de la novela se encuentra la desaparición del imperio austro-húngaro tras la gran guerra, aunque no estamos ante una novela histórica, sino ante un delicioso retrato cargado de sentimentalismo, sentido común y belleza. Y, como siempre cuando se trata de Joseph Roth, nos encontramos una redacción perfecta.

Recuerdo que por casa de mis padres se dejaban ver unos cuantos libros de Julio Camba, un periodista español que vivió en la primera mitad del siglo XX (1882-1962). Camba era gallego, circunstancia que añade atractivo a su personalidad, pues en materia de escritos los naturales de Galicia suelen tener bastante que decir y lo suelen hacer con calidad y gracejo. Recuerdo que haciendo la mili leí dos viejas ediciones de Austral de "Aventuras de una peseta" y "La casa del Lúculo", dos libros de los que recuerdo poco, tan sólo que mi lectura fue demasiado rápida. Para reanudar mi contacto con Camba busqué consejo en la red y opté por "La rana viajera", una colección de 83 artículos sobre sus vivencias en España y en el que nos cuenta cosas de sus viajes por Madrid, Galicia, Bilbao, San Sebastián y Barcelona, así como diversas consideraciones llenas de afilada ironía y excelente sentido del humor en torno a varios temas, como es el caso de la política y los políticos. Camba, que empezó simpatizando con los anarquistas y terminó viviendo los últimos 15 años de su vida en el Hotel "Palace", escribe con una lucidez y humor notables y aunque sus consideraciones pueden parecer a veces poco profundas, tienen mucho más contenido del que en principio aparentan. Algunos artículos son ya algo caducos en cuento a la actualidad del tema, pero muchos otros contienen valoraciones perfectamente aplicables a nuestros días. Una recopilación excelente, que debe leerse con tranquilidad -yo lo he ido haciendo a lo largo de estos dos últimos meses- y que descubre a un escritor que merece la pena.

Siempre he tenido especial predilección por las novelas ganadoras del premio "Nadal", desde los lejanos tiempos de "Nada" (Carmen Laforet), "La sombra del ciprés es alargada" (Miguel Delibes) y "Entre visillos" (Carmen Martín Gaite) hasta los más recientes de "El alquimista impaciente" (Lorenzo Silva), "Los amigos del crimen perfecto" (Andrés Trapiello) y "Lo que esconde tu nombre" (Clara Sánchez), he disfrutado con las mejores plumas del panorama literario español. Por eso despertó mi interés desde el principio el último libro galardonado, "Cabaret Biarritz", del escritor zamorano José C. Vales, máxime ctras leer excelentes críticas de personas tan exigentes como independientes. La lectura de la novela no ha hecho sino confirmar las buenas perspectivas, como decía una formidable "bloggera", profesional de la literatura, es un libro "entretenido", epíteto que no debe de ser despreciado si hablamos de literatura. "Cabaret Biarritz" podría parecer una novela policíaca, pero pienso que no lo es, pues se trata más bien de una comedia satírica, un relato de notoria crítica social, ... y también de época -en concreto, de los años 20-, eso sí con un toque indudable de intriga. El autor divide el relato en capítulos, cada uno de los cuales tiene como protagonista a un personaje, cada cual más original y frecuentemente bastante "caricaturesco" y que cuenta su parte de la historia en primera persona; de esta manera, los personajes secundarios te van hablando de la intervención en los hechos de los que  han de considerarse principales. Una ambientación magnífica en la que Vales describe el Biarritz de principios de los 20, con mucho juego, frappers, charleston, intrigas sociales, frivolidad, vidas ociosas, lujo y algo de malicia. El ritmo no baja nunca y el libro consigue que cuando lo tienes en las manos los ratos dedicados a la lectura sean gratos e interesantes.

"Pero ... ¿Quién mató a Harry?" es una vieja novela que el británico Jack Trevor Story escribió en 1949, un libro que sirvió de guión una década después a un exitoso film dirigido por el irrepetible Alfred Hitchcock , una película que aparecía en los carteles con el mismo título y que protagonizaba la mismísima Shirley MacLaine. La editorial "Alba" ha desempolvado la novela y nos ha dado a los lectores despistados que no conocíamos título y autor una nueva oportunidad. El libro figura en los estantes y catálogos de las novelas policíacas, aunque pienso que el relato encajaría mejor en un apartado de "comedias negras". Se trata casi de una comedia de enredo, aunque, por supuesto,  con un cadáver por medio. Las breves páginas que componen la novela -160- se convierten en un embrollo continuo, con personajes en los que destaca una mezcla de ingenuidad, bondad y poco equilibrio ciertamente llamativo. He de reconocer que esperaba algo más de la novela, que muchos aseguran mejora notablemente a la película, pero responde a las exigencias de una lectura entretenida y de una mínima calidad exigible, y sirve sobradamente  para cubrir con dignidad el hueco literario de un fin de semana con pocos compromisos y obligaciones.

"Y tu no regresaste", de Marceline Loridan-Ivens es un brevísimo -92 páginas- testimonio publicado por Salamandra y al que "Babelia", el suplemento cultural de "El País", dio notable relevancia en uno de sus números del mes. Se trata de una relato a modo de carta dirigida por la autora a su padre, deportado con ella a Auschwitz-Birkenau y quien en el momento de partir hacia el campo de exterminio pronunció una dramática frase: «Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré.», comentario que terminó siendo profético e inspiró el título del libro. Setenta años después del drama, Marceline Loridan-Ivens, mujer de cultura y sensibilidad especiales, viuda de un relevante cineasta, revive su experiencia. Pero este breve testimonio no es un relato más de las penalidades sufridas por los judíos en el Holocausto, de hecho no entra en demasiados detalles, sino que la autora  se dedica más a profundizar en lo ocurrido después de la guerra, con una actitud de clara crítica revisionista del papel desempeñado por Francia en la 2ª Guerra Mundial. El libro de la escritora francesa tiene un tono francamente pesimista, y en él nos cuenta no solamente la tragedia de su padre, desaparecido, y de ella misma, sino las secuelas, dramáticas e irreparables, que dejó el cautiverio de padre e hija en toda su familia. Loridan-Ivens denuncia, además, el profundo antisemitismo que observó tras la contienda en muchos ambientes. Un libro excelente relatado desde el pesimismo, con una ausencia de esperanza que estremece.

Hace unas semanas pasé por la FNAC de Zaragoza y tomé nota de tres novelas; una de ellas acabó siendo la última que he terminado en septiembre, "Cómo encontrar el amor a los cincuenta", cuyo autor, Pascal Morin, es un francés de 46 años que trabaja de profesor de lengua y filosofía en un instituto. Al tratarse de una editorial de cierta confianza, haber nacido en el país vecino y tener tan sólo 188 páginas, le pasé los datos a Brunetti, pues eran tres condiciones que le suelen atraer, aunque mi amigo prefirió no seguir mi consejo al considerar que con ese título no dejaría de ser una mera novela "pastelona" ... he de confesar que precisamente era eso lo que me atraía, y me apetecía catar un relato romanticón y tierno. A la hora de la verdad, el libro de Morin no me ha parecido nada romántico, y lo que es peor, me ha decepcionado bastante. Se trata de un relato ambientado en las afueras de París, con una profesora de instituto -de lengua, precisamente- cincuentona, un padre y un hijo senegaleses -el padre universitario y el hijo fontanero, paradójicamente-, una joven psicoanalista, un diseñador en crisis y una alumna díscola, pobre y polaca ... con estos personajes pienso que el autor podría haber hecho más, pero todo se queda en unos diálogos fríos y en una lectura sin fuerza ... o así me lo ha parecido. Aparecen temas interesantes, como la inmigración, el contraste entre París y sus barrios marginales, el mestizaje o los prejuicios de edad, raza o clase ... pero no he conseguido conectar. Ah¡¡... quede claro que es una novela, no un manual ;) ;)

5 comentarios:

Brunetti dijo...

Siento de veras que, en esta ocasión, mi intuición se convirtiera en una especie de mal fario con respecto a "Cómo encontrar el amor a los cincuenta".

Seguramente la editorial pensó que era un título que, por sí solo, podía "enganchar" a un buen número de lectores. Y alguna razón tenía: tú lo compraste, precisamente, porque te llamó la atención. A mí también me ha ocurrido algo parecido en muchas ocasiones, casi siempre con nefandas consecuencias, pese a lo cual no descarto volver a reincidir.

A propósito de libros, estoy acabando El Reino, de nuestro adorado Emmanuel Carrère, y siento tener que decirte que esta vez creo que ha pinchado en hueso. La supuesta historia novelada de San Pablo y los primeros cristianos me ha llegado a provocar por momentos sopor y tedio, que es lo peor que se puede decir de un libro, a pesar de que la calidad y brillantez de Carrère le permite alternarlos con otros más entretenidos y originales; aunque la balanza, si estas cosas pudieran medirse, caería a favor del aburrimiento.

Supongo que El Reino se venderá mucho, pero quisiera saber cuántos de los que lo comienzan lo acaban. Yo lo terminaré este fin de semana, aunque solo sea "por ser él quien es" y porque, en el fondo, tengo curiosidad por saber a qué conclusión llega.

Buen fin de semana,



Modestino dijo...

Vete a saber Brunetti, rechazas te la novela porque la intuían "pastelona " ... a mi me apetecía que lo fuera y no me lo pareció ... mira que si a ti te hubiera agradado ...

Modestino dijo...

Ah ... y en cuanto a Carrere será que le van más los tipos como Limonov que como San Pablo ... ;)

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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