En la madrugada de ayer falleció repentinamente, a la edad de 61 años y al parecer mientras dormía en su finca de Cáceres, el matador de toros retirado José María Manzanares. El torero fallecido ha sido, sin ninguna duda, una de las grandes estrellas de la fiesta durante las tres últimas décadas del siglo pasado; junto a nombres como Juan Antonio Ruiz "Espartaco", Pedro Moya "El Niño de la Capea", Paco Ojeda o César Rincón, por poner unos pocos nombres y sin pretender ser exhaustivo. Manzanares era presencia imprescindible en los carteles de las Ferias más importantes de España.
Mis primeros recuerdos de Manzanares se remontan a los inicios de los años 70, cuando junto al "Capea", el malogrado Julio Robles, José Luis Galloso, Antonio José Galán y el zaragozano Raúl Aranda dominaba el escalafón de los novilleros. Fue, posiblemente junto al salmantino Robles, el torero de más clase de esa generación y tuvo la responsabilidad de coger el testigo de auténticos ídolos de los aficionados como Antonio Ordóñez, "El Viti", Paco Camino, Diego Puerta y, por supuesto, Manuel Benítez "El Córdobés". Manzanares, a quien en el obituario de "El País" se le define muy bien -"Pero, por encima de todo, Manzanares pasará a la historia por ser un virtuoso del toreo al que siempre se le valoró más su capacidad que su empeño, su hondura que su ambición"- era uno de aquellos matadores por quienes sentían predilección los puristas. También es cierto que aún permaneciendo siempre en la cumbre del escalafón, se le acusó de tener épocas de cierta apatía y acomodamiento, e incluso tenía en alguno de esos tendidos más bien intolerantes de la madrileña plaza de "Las Ventas" más de un enemigo declarado.
También guardo del diestro alicantino un recuerdo dramático, pues me encontraba viendo la retransmisión televisiva de su actuación en la Feria de Sevilla el 1 de mayo de 1992, cuando se produjo la trágica cogida de Manolo Montoliú, banderillero de su cuadrilla y posiblemente el número uno del momento, que le produjo la muerte instantánea: nunca se me olvidará la mirada perdida del banderillero valenciano tras recibir una espeluznante cogida en el pecho.
Jose Mari Manzanares mantiene su nombre en el mundo de los toros, ya que su hijo, con el mismo apelativo taurino, es actualmente una de las grandes figuras del toreo en España ... a partir de ahora, también figurará con letras de oro en la historia del toreo, pues tras su fallecimiento nos queda el recuerdo de su arte y de su maestría.
2 comentarios:
Acabo de leer en internet que han llevado el féretro de José Mari Manzanares a la plaza de toros de Alicante y que allí le han dado dos vueltas al ruedo, ante la emoción y los aplausos de los más de 1.500 aficionados que se han dado cita en los tendidos para mostrarle su cariño a la familia y darle el último adiós al maestro.
Entre los que porteadores del féretro se hallaban muchos de los que fueron colegas suyos: Juan José Padilla, El Juli, Pepín Liria, Estartaco, Enrique Ponce, Javier Conde y algún otro que ahora no me viene a la memoria.
Un abrazo,
Has completado muy bien mi post, amigo Brunetti.
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