Gaza, Irak, Siria, Ucrania, ... no andamos precisamente ayunos de noticias alarmantes por estos mundos de Dios, pero hay una que me impresiona especialmente: la epidemia de ébola que están padeciendo diversos países de África ociidental -Liberia, Guinea, Nigeria, Sierra Leona, ...-, ha infectado a más de 1.500 personas y se ha cobrado cerca de mil vidas humanas. La existencia de un religioso español contaminado por el virus ha dado lugar a que los medios de comunicación españoles dieran aún más protagonismo al hecho. Esperemos que pronto se produzca una recesión de la enfermedad y poco a poco se vaya volviendo a la normalidad; mientras tanto hay incertidumbre, miedo y notable preocupación.
Una epidemia de esta naturaleza me trae a la cabeza la indefensión a la que estamos sometidas las personas ante la naturaleza; muchos han sido los avances de la ciencia, y en concreto de la medicina, pero una enfermedad de estas características nos convierte en frágiles hasta el extremo, nos pone en situación de pasar del todo a la nada en muy poco tiempo. Y esta debilidad nos debería volver más humildes, hacernos pensar en lo poco que somos, en la vanalidad de tantas ambiciones, tantas envidias y tantas vanidades, tenemos que ser conscientes de que nuestro papel en el mundo y en la historia es insignificante, que no deberíamos ni ambicionar tanto ni pisar tan fuerte.
Y por supuesto, cuando se producen dramas como este, suelen salir a la luz historias que nos hablan de entrega, heroísmo, abnegación; conoces personas, hasta entonces anónimas, a quienes un ideal, el deseo de ayudar a los demás, les ha hecho hacer kilómetros y enterrar sus vidas al servicio de una causa buena y de unas personas desamparadas: evangelio en estado puro.
4 comentarios:
Allí donde hay un necesitado siempre están los misioneros. Dios quiera que la situación mejore. Un beso.
No te quepa duda, detrás de la entrega a los demás lo normal es que haya una convicción religiosa profunda.
Me extraña que no se tenga la vacuna .
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