6 de diciembre de 2012

El viejo Sarriá


Pasé dos años de mi vida en Barcelona; llegué en 1977 y me marché, rumbo a Tarragona, en 1979. Allí estudié en la Facultad de Derecho de la Universidad Central, un centro ubicado en la Diagonal, más o menos enfrente del Hotel "Princesa Sofía" y haciendo esquina con lo que entonces se llamaba Avenida de la Victoria y ahora es de Pedralbes. Con cierta frecuencia tomaba la decisión de ir andando a la Facultad, para lo cual atravesaba la Ronda General Mitre, desde Balmes hasta Manuel Girona donde giraba para desde allí acceder a Capitán Arenas, Manila, Doctor Ferrán, ... Los lunes, si llevaba algo de dinero suelto, solía adquirir "El Mundo Deportivo" con el irremediable vicio de desguazar los partidos del fin de semana, mientras que los martes nacían con el atractivo de que en un kiosco de la citada Ronda solían tener a la venta, recién llegado de mi tierra, el "Zaragoza Deportiva", un semanario que saboreaba muy especialmente por estar lejos de la tierra y traer abundante información del Real Zaragoza que por aquella época no atravesaba precisamente sus momentos más brillantes. Y en ese "viaje" era lugar de paso inevitable y emblemático el campo de fútbol del R.C.D. Español, aquél que los locutores deportivos de la radio de entonces denominaban "Estadio de la Carretera de Sarriá". Cuando uno es joven, inexperto y, como era mi caso, bastante "pardillo" piensa que las cosas van a durar siempre, pero la vida es más rica y compleja y al cabo de veinte años de ese edificio que había visto tanto fútbol -y del bueno- no iba a quedar piedra sobre piedra.

El tiempo no sabe de recuerdos y esos viejos estadios ubicados en plena urbe, pasivos espectadores del tráfico, la contaminación y el sonido del ambiente urbano, han dejado de ser algo habitual; sigue habiendo reliquias como "El Molinón", "La Rosaleda", el mismo "Santiago Bernabeu" o nuestra "Romareda", pero los campos de fútbol españoles son cada vez más impersonales y alejados de la "City", algo que imagino será la única solución, pero que quita encanto a esas inolvidables tardes de domingo con vendedores ambulantes, riadas de gente en dirección al campo, mercado negro de entradas, puros a punto de ser desenfundados, porteros de uniforme y marcador "Dardo". Eso es lo que nos trae a la cabeza "Sarriá", un fútbol distinto, mucho menos complicado, cuando el Español era un club con solera y no una entidad en crisis, con discusiones bizantinas sobre su catalanidad y con un estadio a kilómetros de Barcelona.

El viejo Sarriá fue testigo silencioso de diversas épocas, todas con encanto; desde los primeros tiempos de los periquitos que no viví, tras los que vino el Español que servía de acogida a los últimos años de grandes del balón como Ladislao Kubala, Alfredo Di Estéfano o Carmelo Cedrún e inmediatamente después el Español de la delantera de los delfines -Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María-, o el que peleó por el título de Liga el año 73, con De Felipe, Glaría, Poli, Roberto Martínez, Solsona, Amiano,el propio José María, o el Español que años después reforzaron futbolistas importantes del momento como Manolín Cuesta, Molinos, Ortiz Aquino, Caszely y Marañón, sin olvidar el que tuvo la UEFA en sus manos hasta el último instante, con Javier Clemente en el banquillo y jugadores del nivel de Lauridsen, Valverde, Diego Orejuela, Soler, Nkono, Miguel Angel, Michel Pineda, Pichi Alonso, Zúñiga y el Pipiolo Losada. Y en Sarriá se jugó ese partido que ganamos todos, cuando en julio de 1982, en pleno Mundial de España, Brasil e Italia sentaron cátedra con Zico, Falçao, Toninho Cerezo, Eder, Sócrates, Tardelli, Scirea, Dino Zoff, Antognoni, Conti y, por supuesto, Paolo Rossi.

La vida, las costumbres, los usos van cambiando y el tiempo termina siendo inmisericorde con todo, también lo que en su día podía parecer permanente e imperecedero. No he vuelto a pasar por ahí, tal vez debería hacerlo, tendría que reconstruir esos paseos, quizá excesivamente tranquilos y parsimoniosos, acomodados, y volver a encontrarme con esa zona de Sarriá que se ha quedado incompleta, porque ya no tiene su estadio, víctima de la fugacidad de lo material, de la insaciabilidad urbanística y de la frialdad humana, que no sabe ni de sensibilidades ni de nostalgias.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí ahora es otro mundo. Yo tambien recuerdo las riadas de gente bajando de la Romareda y los gritos de "ha salido la hoja, la hoja dep-ortiva"
Consuelo

Modestino dijo...

La hoja deportiva, patrocinada por Autoescuela San Cristóbal, daría para una entrada.

Anónimo dijo...

Parece que los edificios van a estar siempre, pero desaparecen.
No me pasa con los campos de futbol, pero me pasa con los cines.
No poder entrar nunca mas en un cine en el que he pasado cientos de horas... llegar a esa esquina y seguirme sorprendiendo que que ya no esté el edificio entero.
Poco a poco los cierran todos y los trasladan del centro a los centros comerciales de las afuera de las ciudades; y no es lo mismo...

Modestino dijo...

Hay quien opina que tendemos a mirar demasiado al pasado ... a mí me parece que nuestras vivencias no dejan de ser un rico bagaje.

A mí con los cines me pasa igual, y hoy en día esos multicines, esas salas frías e impersonales no son, ni mucho menos, lo mismo.

Brunetti dijo...

Qué buenos recuerdos me trae a la memoria el extinto estadio de Sarriá.

Un día, paseando cerca de allí, me encontré en un semáforo al gran Tommy N'Kono, que debía salir de un entramiento, con una sonrisa de oreja a oreja.

Lo más curioso del caso es que la bolsa de entrenamiento se la llevaba un joven negro que, al parecer, le hacía de "caddy".

Aún quedan algunos estadios con solera en el interior de las ciudades.

Por ejemplo, El Molinón, en Gijón; El Plantío, en Burgos; el Benito Villamarín y Nervión, en Sevilla; la destartalada Romareda, en Zaragoza; el antiguo Sadar, en Pamplona; el Heliodoro Rodríguez, en Santa Cruz de Tenerife; Balaídos, en Vigo; Riazor, en Coruña; Mestalla, en Valencia; Carranza, en Cádiz; o San Mamés, en Bilbao, aunque a este ya le quedan escasos meses de vida: están construyendo, justo al lado, el nuevo estadio, que será muy moderno, pero que ya no será lo mismo.....

Feliz puente.

Modestino dijo...

Tu conocimiento de los campos de fútbol españoles es enciclopédico. Se nota lo mucho y bien que has "trasteado" en esta vida.

tomae dijo...

¡qué recuerdos los míos, y no los de Brunetti! (perdona Brunnetti, pero te puedo asegurar que yo sí que tengo recuerdos de ese Estadio!

...Pues, amigo Modestino, en uno de esos pisos que se ven tras el la portería que da a Mitre ...estuve unos años de mi época universitaria. Nuestro piso era un auténtico palco, y te aseguro que los días de Derbi, había más gente en casa que en el Bar de Derecho (Oí decir que ese Bar era el único bar con facultad).

Desde luego los días de partido había vidilla ...

Todos los bares del alrededor, hacían su Agosto y no os podéis imaginar el ambiente que había. Aprovecho para destacar una marisquería que había en la esquina de Mitre con Sarriá ...-Las Cinco Villas- que por cuestiones presupuestarias no estaba al alcance de nosotros ...pero alguna "tapilla" que otra había caído en nuestro joven estomago.

En los últimos años de Sarriá tras el gol que da a la Avenida, se instaló una zona de ocio conocida como "La Chatarra" donde la joven pijería "Pedralbenca" se acercaba para las primeras copas del Viernes y Sábado noche ... Eran unas noches muy amenas, y llenas de chicas monas de Barcelona.

Buen Fin de Semana a Todos!!!



Modestino dijo...

Magnífico muestrario de vida de los 80: el bar de Derecho daría para un post entero; aun me acuerdo de los bocadillos de sobrasada tostados con una especie de plancha.

Las Cinco Villas es una comarca aragonesa, y tales villas son Tauste, Sádaba, Ejea de los Caballeros, Uncastillo y Sos del Rey Católico. Seguro que el dueño era de la zona.

Brunetti dijo...

Perdonado quedas, Tomae.

Como en aquella época no te conocía (además, tú eres bastante más joven) no pude aprovecharme del "palco" de vuestro piso; de manera que, cuando quería gozar del juego de Lauridsen, tenía que pasar por taquilla.

Tempus fugit.

tomae dijo...

...Hay quien a los bocatas de sobrasada insiste en ponerle queso por aquello de convertirlo en mallorquín.

Pero amigo, te recomiendo el Bocata de sobrasada con pan con tomate (una vez en un bar me dijeron que no liga, pero sí) ... y una vez untado el pan con el rojo del tomate y el rojo de la sobrasada yo ... "para colorear" le hecho además unas gotas de vinagre.

Si me apuras con 5 sg. en el microondas, consigues que la sobrasada se funda (al dente) y también entra bien....

tomae dijo...

Disculpa Brunetti ...no había visto tu comentario ...

Dicho esto, estás invitado a casa (Modestino puedes apuntate) a un bocata de Sobrasada ... :)))

Va, hoy estoy generoso , a Veronicia también la invito !!!

Cordillo dijo...

Supongo que lo de adquirir los lunes "El Mundo Deportivo", y los martes "Zaragoza Deportiva" lo harías de estranjis. Lo digo por aquello del racionamiento que de forma tan escrupulosa se llevaba en las filas del Betis balompié.

Gordillo

veronicia dijo...

Tomae tomo nota :)))
He recordado esa frase sobre el bar de Derecho hablando de otra facultad...
De la antigua facultad de Derecho en Zaragoza hace muchos años empezaron "la reforma" y la empezaron precisamente por el bar y de se un lugar con alma propia lo convirtieron en lo que es ahora aún muchos años después.

Modestino dijo...

El bar que conocí en la Facultad de Derecho zaragozana en el 75 estaba regentado por una madre y dos hijos de armas tomar y eran famosos los bocatas de tortilla.