El pasado miércoles regresaba de mis vacaciones vía Madrid; como última etapa del viaje cogí el AVE que tras salir de Atocha a las 19.05 te coloca a las 21.20 en la capital del Altoaragón. El vagón no iba ayer excesivamente lleno, aunque como se verá a algunos de los viajeros les cundió tanto el tema que hicieron lo posible porque el resto de pasajeros notáramos en exceso que íbamos acompañados. Aquí vuelve a aparecer la cuestión de los móviles, pues se ve que no hay manera de que el personal ejercite un mínimo de discrección y elegancia, y es raro el viaje en el que alguien no "deleita" al pasaje con conversaciones en alta voz en torno a temas que al resto de viajeros, simplemente, no nos importan. La razón por la que la gente se dedica a comentar impúdicamente sus negocios y hasta sus intimidades no se si hay que encontrarla en la imprudencia o en el descaro, pero lo cierto es que una vez más hubo quien se quiso convertir en protagonista.
Cuando el tren estaba ya a punto de partir entró acaloradamente en el vagón una joven, tenía bastantes menos años que kilos, que procedió a sentarse delante de mí; al segundo de iniciar el tren la marcha sonó su móvil y la moza, tras contestar, no paró de hablar en voz alta y enérgica por lo menos hasta Guadalajara. Al parecer venía de una importante reunión en el "Consejo" y por lo que contaba andaba el tema complicado, pues no paró de renegar visceralmente de lo allí ocurrido, comentar con firmeza la soluciones que a los problemas se habían planteado y, muy especialmente, a echar exabruptos de algunas personas, pues según ella había unos cuantos que se estaban comportando como "cabrones", epíteto que repitió con vehemencia en varias ocasiones. Puedo asegurar que esta vez no me perdió la curiosidad, y que fue ella con su tono de voz y su soltura la que nos obligó a todos a enterarnos, con fuente parcial e incompleta, de sus desventuras.
No obstante, la vehemencia de quien se sentaba delante acabó siendo "pecata minuta" en comparación con la conversación que poco antes de llegar a Zaragoza mantuvo mi vecino de la derecha; el hombre había estado muy discreto y entretenido con uno de esos lectores con pantalla cuya denominación exacta desconozco, pero en cuanto surgió el móvil -usaba uno de esos "minimicrófonos" con los que parece que quien los usa está hablando solo- se desmelenó. Enseguida comenzó a contar cómo acababa de estar con una ministra de Cuba, referencia que pensé podía utilizar para darse importancia, otra de las maneras de hacer que uno intuye tras algunas conversaciones de este tipo, pero pronto se vio que los tiros iban en otra dirección, pues sin solución de continuidad afirmó que tal ministra les había invitado a Cuba y que allí tendrían que ir, imagino que su interlocutor y él, "para follar", frase que repitió dos veces seguidas con voz viscosilla y repelente, como para remarcar la ilusión que le hacía el tema y hasta disfrutar anticipadamente del mismo: la conversación siguió con esa dinámica lamentable, sin el más mínimo respeto a unos compañeros de viaje que, imagino que como me pasaba a mí, no dábamos crédito a nuestros oídos. La siguiente llamada fue para una persona a quien dijo con pasión que la "quería mucho", y como imagino que no se trataba de conferencia con "Tropicana", me temo que la destinataria debía de andar ignorante de la forma en que su interlocutor compartía ese cariño con aspiraciones caribeñas.
Será que me he hecho mayor, o que soy un carcamal o un intransigente, pero no salgo de mi asombro, primero ante la falta de respeto por los demás que pone de manifiesto quien habla por el móvil en voz alta y, luego, al comprobar que alguien proclama ante testigos desconocidos sus desatinos y se queda tan ancho.
7 comentarios:
Se supone que en el Ave hay que salir a los pasillos entre vagones para hablar por el móvil. Comparto tu estupor por la manera en que la gente comparte sus intimidades con todos. Un beso.
Me quedé con la curiosidad de saber lo que pensaba el resto ... lo que ocurrió no debería ser normal.
Yo creo que el "personal de abordo" debería actuar en esos casos, pero al parecer ya no queda nadie responsable en esos "servicios públicos compartidos" tipo, ave, salas de espera, oficinas bancarias, o de la propia administración donde se atrevan a llamar la atención...
Dile tú a una de esas dulces y amables azafatas del AVE que hay un tipo narrando por el móvil sus aspiraciones sexuales. Mi gran duda es sí el resto del personal andaba también estupefacto o ya nadie se extraña de nada ... o de casi nada.
Si me toca al lado un señor alardenado de lo guay que es irse de invitado a Cuba "para follar" me quedo tan ancha diciéndole, que por joder no se preocupe que hace rato nos está jodiendo el viaje a todos con su conversación...
Me alegra poder volver a leerte. He reído de lo lindo mientras a mi derecha un "magyar" (un húngaro, que en este caso no es un idioma), no paraba de aporrear teclas. Sin duda se habrá quedado sorprendido por mi actitud delante de la pantalla del ordenador, y aunque vehemente por naturaleza, no creo que haya llegado al nivel de los protagonistas de tu "aventura".
En breve estaré rondando por el Altoaragón, aunque no creo que sea mas de un día, pues para San Lorenzo ya estaré en tierras de penumbra. Un saludo modestino y hasta pronto
Feliz estancia en tierras hungaras; nos vemos pronto.
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