4 de julio de 2010

Una historia desgraciada

Luciano Re Cecconi fue un buen jugador de fútbol de Italia. Cecconi había iniciado su carrera en el Foggia, uno de los clásicos de la serie B italiana cuyo equipaje es similar al del mismísimo Milán, hasta que en 1972 fue fichado por la Lazio, el equipo que peleaba con la Roma por la hegemonía del fútbol de la capital transalpina. Con Re Cecconi, un centrocampista poderoso, lo que denominan en Italia un “quatro polmoni” -un volante que cubre todo el campo-, la Lazio tuvo sus mejores años, y llegó a ganar el escudetto con una plantilla en la que destacaban el ariete Chinaglia, el capitán Wilson y el defensa Martini, siendo su entrenador Tomasso Maestrelli, fallecido de cáncer en 1976. Antes de su muerte Maestrelli  tendría el acierto de hacer debutar con tan sólo 19 años a Bruno Giordano, uno de los mejores arietes italianos de la época, cuya carrera perdió brillantez al verse implicado en el escándalo de las apuestas que sacudió el fútbol italiano a principios de los 80.

Re Cecconi era apodado "El ángel" por su larga cabellera rubia, la cual le daba un aspecto exterior muy parecido al interior zurdo del Real Madrid y la selección alemana Gunther Netzer. Su imagen era la del típico italiano vividor y golfo, de esos que van rompiendo corazones y conducen un coche deportivo de gran precio y cilindrada. El rubio jugador nacido en Nerviano, localidad cercana a Milán, poseía un enorme sentido del humor: era simpático y bromista hasta el extremo, algo que acabaría siendo trágico.

El 17 de enero de 1977, cuando se encontraba con su compañero Ghedin paseando por las calles de Roma tuvo la infeliz ocurrencia de gastarle una broma a un amigo común, el joyero Bruno Tabocchini, cuyo establecimiento sito en una céntrica calle romana había sufrido varios atracos. Ambos jugadores entraron en la joyería y Re Cecconi se dirigió a Tabocchini, quien se encontraba de espaldas, diciendo: “Fermi tutti. Questa è una rapina” -"Quietos todos. Esto es un atraco"-, ante lo que el joyero, sin pensárselo dos veces, cogió una pistola, se volvió y antes de que se pudiera dar cuenta de que se trataba de su amigo Luciano, le disparó al corazón y acabó con su vida. La noticia conmocionó al mundo del fútbol y dejó un regusto amargo a todos los seguidores del calcio italiano.

Independientemente de la condición de futbolista de la víctima, este hecho luctuoso siempre me pareció una forma absurda de morir, verdaderamente dramática, tremendamente dura ... en especial para el joyero, que había matado a un amigo sin quererlo. Y es que, como decía Julio César Iglesias en "El País" al redactar la noticia -dejo el enlace al final de la entrada- Re Cecconi no midió que tras el mostrador no estaba su amigo Tabocchini, sino "Billy el Niño". Tremendo suceso que coincidió en el tiempo con la decadencia deportiva de la Lazio.

Recuerdo perfectamente la imagen de Bruno Tabocchini en el juicio, completamente destrozado por lo sucedido. El joyero, por cierto, fue absuelto por un tribunal romano; el jurado decidió que Tabocchini actuó en estado de legítima defensa real. Era acusado de homicidio culposo por exceso de legítima defensa, y el fiscal, Franco Marrone, había pedido para él la condena de tres años de prisión.

10 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Yo he pertenecido a una familia de joyeros, y mi madre desde canija, me aleccionó sobre este tipo de bromas... Qué forma más tonta de morir, ¿no?

Brunetti dijo...

En el breve y delicioso libro de Enric González titulado "Historias de Roma", que leí hace un par de semanas y que recomiendo vivamente a cualquiera que haya visitado o desee visitar Roma (incluye pistas y recorridos culturales y gastronómicos al margen de los circuitos tradicionales), se hace mención a la historia del desdichado Cecconi, que tenía ya olvidada.

Por eso me he sorprendido (y maravillado, dado que tu narración es excelente) al leer hoy tu entrada.

Que nos sea leve el domingo.

Modestino dijo...

Sí, Ana, una manera francamente estúpida de morir ... y pobre joyero¡¡¡, dudo que se recuperara nunca del evento.

Acabo de terminar las "Historias de Londres" y ya tengo en mi poder las de Roma: no tardaré en hincarlas el diente.

ana dijo...

Vaya... me he quedado muda. A veces no podemos medir las consecuencias de una broma tan aparentemente inocente...

Que se lleve bien el domingo, sí!!

Saludos.

Modestino dijo...

Hay veces que acabamos de medir las consecuencias de determinadas bromas ... el hombre tiende a ser confiado.

sunsi dijo...

No se me ocurriría hacer una broma así a un joyero... con la de atracos y sustos que arrastran. Meha recordado un poco a las clásicas novatadas. Siempre de mal gusto.

Y este pobre joyero romano ¿dormirá a pierna suelta algún día en su vida?

Qué vida ésta...
Un saludo, jurisconsulto

Modestino dijo...

Las novatadas son, con frecuencia, una manifestación de mal gusto y brutalidad. Y a veces son manifestación de lo que es capaz el ser humano cuando está protegido por el anonimato y sometido a los excesos del grupo: se hacen cosas que uno sería incapaz de hacer individualmente.

No es difícil sacar el bruto que se lleva dentro en esas situaciones.

Alberto dijo...

Me he quedado a cuadros con la historia, que no conocía para nada, y que me parece desgraciadamente tragicómica.

A ver si me hago con "Historias de Roma", del gran Enric González. Sus anteriores "historias" sobre Londres, Nueva York y del Calcio son antológicas.

Alberto dijo...
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Modestino dijo...

Desconocçía que también hubiera "Historias del calcio" ... tomo nota.

Las de Roma las tengo ya en la amleta para leer en vacaciones: prometen y mucho.