2 de julio de 2010

Emulando a Mercero



Antes de ayer viví personalmente una experiencia equiparable a la del pobre López Vázquez en el genial trabajo de Antonio Mercero titulada "La Cabina"; esta producción de TVE, que si no recuerdo mal ganó unos cuantos premios nacionales e internacionales, la recuerdo como si la hubiera visto hace bien poco, y aún quedan las sensaciones que tuve cuando una serie que por el tema y los hábitos interpretativos de su principal protagonista parecía iba a ser cómica, acabó siendo casi en una peli de terror.

En la tarde del pasado miércoles entré a sacar dinero en el cajero automático existente en la confluencia de las calles Menéndez Pidal y Ricardo del Arco de Huesca y, tras hacer las operaciones previstas, comprobé con horror que el pestillo que había echado no se podía abrir y que, casi cuarenta años después, se repetía la escena que había visto como ficción en la tele de mi infancia. La situación tenía la ventaja de que al tratarse de un habitáculo y no de una cabina, no cabía en principio la posibilidad de que, como le ocurría a López Vázquez, se me llevaran en un camión, pero uno comenzaba a otear un futuro complicado e incluso intuía la posibilidad de tener que cenar esa noche a base de "tranchetes".

Otra cuestión que provocaba cierta angustia era verse expuesto a la curiosidad de los paseantes; no deja de producir cierto morbo observar a un ciudadano "cincuentón" atrapado en el cajero de un Banco, incluso puede que alguno pensara que me estaba bien empleado por dar esas muestras de codicia dineraria en estos tiempos de crisis. Fueron pasando personas por el lugar, empezando por la señora que hacía cola, que curiosamente trabaja en el mismo edificio que yo y a quien obligué a buscarse otro cajero, no sin antes atenderme con exquisita corrección e interés, pasó también algún conocido -en Huesca es fácil encontrarse a media humanidad-, un amigo que vino en mi auxilio y, por fin, un ciudadano práctico que a base de empujar la puerta hizo posible que pudiera darle la vuelta al pestillo y salir de mi inesperado cautiverio.

Es una de esas ocasiones en las que uno se siente ridículo, a la vez que -todo hay que decirlo- comprueba que por lo general la gente es solidaria y hasta compasiva. Y por supuesto, no hay mal que por bien no venga, y fue una buena ocasión para justificar una cervecita fresca.


12 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Aghs, qué angustia... con el calor que hizo ayer. Bendita cerveza, y eso que no me gusta.

Mariapi dijo...

¡Qué agobio!Recuerdo "la cabina" como una peli de terror...

Seguro que con la cervecica acompañaste unas risas...

Modestino dijo...

Unas risas y cierto recochineo, evidentemente. Y calor hacía un rato, desde luego.

veronicia dijo...

Eso es lo que tiene vivir en una ciudad más bien pequeña, que como media humanidad te conoce aunque solo sea de vista no pasa de largo indiferente.(Según donde te pase ésto igual les parece que es una "performance" o una cámara oculta y no te hacen ni caso...)

Y dentro nada para sentarse...
Menos mal que siempre hay alguien con gran sentido practico.

Modestino dijo...

Durante un rato me convertí en espectáculo público no deseado.

annemarie dijo...

La parte del espectáculo publico peor que todo el calor del mundo! :)) No funcionaba el alarma? Grrrr!

Modestino dijo...

Sí, hay un interfono que funcionó al momento, pero me abrió un ciudadano, pues aún no habían llegado los encargados de seguridad.

tomae dijo...

Maestro modestino, siento que pasaras un mal rato, aunque me alegra que compartas ese incidente personal con nosotros...

... he disfrutado con ese tragito!

Ayer me dieron recuerdos para tí..una Rubia! medio italiana...curioso ¿no?

Brunetti dijo...

Pagaría por haberte visto en esa tesitura, Modestino. Aparte de mí, no conozco a ninguna otra persona menos hábil para el manejo de ese tipo de objetos y/o situaciones.

Aún recuerdo aquella gélida tarde oscense, ante el bar "Mi Bar", cuando la llave de mi coche se quedó atrapada en la cerradura y llegaste tú, ingeniero aeronáutico, y creyendo haber encontrado la solución, le pegaste a la pobre llave tal patada, que años después, cuando me deshice del coche, aún permanecía semidoblada.

Pero no te guardo rencor porque, milagrosamente, al cabo de unos minutos, la cerradura cedió y la puerta se abrió sola, ante mi absoluta incredulidad. A eso se le llama arreglar las cosas por la vía criminal.

Modestino dijo...

Una rubia, medio italiana que vive en Castilla-León? ...

Brunetti, recuerdo el incidente del vehículo, pero fue frente al "Candanchú", no frente al "Mi bar" ... y lo de la patada, ... no lo recordaba bien, pero el menda nunca ha sido un dechado de habilidad.

Medici dijo...

ok modestino...pucela?
pero hay noticias en tarraco,
la noche es joven (pensar de ofiocio)

;)

sunsi dijo...

Modestino... por Dios, que en Huesqueta todo el mundo sabe quién es quién... Seguro que mantuviste el tipo y no notaron la claustrofobia.

La cabina... No creo que vuelva a repetir. Me agobió muchísimo. Empatía total con López Vázquez-

Un saludo, jurissconsulto.

Qué guasa tiene Bruneetti...