En el siglo de internet los viejos aparatos no tienen nada que hacer, son tan sólo el recuerdo de tiempos pasados, las versiones rudimentarias y primitivas de lo que hoy está prácticamente superado, unos cachivaches que quienes tienen menos de 30 años miran con la sonrisa en la boca y, en ocasiones, con el desprecio en el corazón. En tiempos de Ipods superavanzados, de velocidades punta y comunicaciones inmediatas, parece que los viejos cacharros han de ser relegados al rincón y condenados al olvido, como si fueran reminiscencias de la edad de piedra, residuos de épocas decadentes, mera calderilla de la técnica.
Pero este rechazo no puede ser justo, y no sólo porque sin los rudimentos de antes hubieran sido imposibles los adelantos de ahora, sino porque es de justicia rendir tributo a la estética y la originalidad que se esconde en esos aparatos que hoy pueden parecer inútiles. Un aparato de radio como el que encabeza mi post de hoy es una maravilla de la técnica y de la estética, una manifestación de elegancia llevada a su máxima expresión ... ¡que lejos de los transistores que fueron código de barras del tipo hortera!, toda la diferencia del mundo con esos aparatitos de los que sólo se ven los auriculares que provocan el autismo de tantos peatones de hoy en día. Y ¿qué decir de los teléfonos de antes?, uno no deja de añorar en determinadas ocasiones el disco con los números, el auricular de cierto peso y el cordón largo y desgastado, y es que entonces sí que decoraban.
Los ascensores de antaño, los viejos refrigeradores de hielo, las cocinas de gas, los televisores en blanco y negro, con el adelanto del botón suplementario para el UHF, la turmix, el depósito del carbón, las bicis plegables, el tocadiscos cuya tapa servía de altavoz, las camas plegables, ... tantas cosas que protagonizaron nuestras vidas y han acabado siendo objeto de anticuario, de trastero o, incluso, de deshecho, ... pero conservamos la memoria para que sigan presentes y en su sitio. Tal vez nos venga bien volver sobre nuestros pasos y traer a la memoria aquellos tiempos en los que nos conformábamos con poco, nos ilusionábamos con menos y cualquier nueva tecnología, por sencilla que fuera, nos parecía ciencia ficción pura.
9 comentarios:
ahhhh... yo tengo una radio como esa primera... jajaja... bueno, un poquito más viejita se la ve, a la mía. Y me encanta, me encanta tocarla porque sobre ella se posaron manos que yo nunca conocí.
Y mi hija la mira siempre como de dos golpes... ella, que sueña hoy con su mp5...
entrañable pot.
Que sea un buen inicio de semana!!!!
(yo hoy vivo en martes... jajajaja... que no en marte... aunque bien pudiera ser...)
En mi casa también había una radio parecida, y en la de mi abuela ... vete a saber donde andan.
No me negarás que es mucho más guay que un mp%, donde vas a comparar ... ;)
Feliz semana, comienze cuando comienze.
En mi casa seguimos usando un teléfono de baquelita, cuando suena retumba toda la mesa, funciona prefectamente, pero marcar un número es lento, girando con ayuda del dedo.
Siempre que se puede, me gusta conservar estos vestigios...y además suele suceder que los inalámbricos siempre están en paradero desconocido, sin cargar, debajo de un cojín...y él permanece siempre en su sitio.
Gracias, Modestino.
Hablando de teléfonos cualquier día hago un post sobre las viejas cabinas. Recuerdo aquellos tiempos en los que el auricular tenía cordón metálico, si ibas con el famoso "magiclick" sin carcasa y soltabas la chispa cuando sonaba la señal, la llamada era gratis: en la mili todo el mundo iba con su magiclick.
Me dejo seducir por la nostalgia que me amarra a mi infancia y mi memoria selectiva... las personas desaparecen pero esos objetos amados me devuelven a mis recuerdos...
El azar ha dejado entre mis posesiones una radio como la de la foto, un teléfono años 70, televisiones en blanco y negro y multitud de objetos que sin ser antigüedades son antiguos objetos de diseños hechos para siempre, cada uno con su historia y todos en la mía.
Maravilloso post Modestino...
Modestino lo del "magiclick" se avisa! si yo debería haber comprado acciones de Telefónica con la de pesetas que dejé en las dichosas cabinas!
Las que se me han llegado a tragar, una vez volví llorando a casa de mi hermana porque la cabina estaba "trucada" y se trago mi dinero sin que yo pudiera sacarlo y al verme tan triste salió con un martillo a recuperar mi dinero!
EL mundo de las cabinas de teléfonos es de traca ... a mí siempre me ha puesto nervioso hablar desde una de ellas.
Modestino, ¡preciosa entrada!
¿sabes? yo aún recuerdo haber llamado por teléfono con la tarjeta del autobús...y ¡gastada!
Buena semana futbolera...
De los trucos parab hablar gratis por teléfono se podrían sacar varias entradas.
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