Ayer me tocaba revisión del cardiólogo, y como el hombre andaba con cierto retraso tuve de ocasión de dedicar un buen rato a vivir esa experiencia que todos hemos vivido unas cuantas veces de ejercitar la paciencia en una sala de espera. Entre mis recuerdos de infancia se encuentra el comentario que hizo una vez mi hermano pequeño relativo a que las personas que esperan a pasar consulta médica tienen cierta tendencia a dirigir los ojos al techo con mirada más bien apesadumbrada; es posible que la razón haya que encontrarla en que una visita al galeno aporta, en mayor o menor medida, cierta desazón que a uno le lleva a dirigir la cabeza al cielo, a la vez que a compartir directamente sus temores con los compañeros de espera.
En mi estancia en la sala de la planta segunda de la oscense Clínica "Santiago" viví dos escenas muy características; por un lado la locuacidad de una señora mayor que estaba sentada a mi izquierda y no paró hasta lograr entablar conversación, así me enteré que sus males estaban en la rodilla, que nunca había necesitado que nadie le fuera a limpiar a casa, a pesar de sus ya extensos 86 años -las señoras mayores suelen estar encantadas de confesarte su edad- y que a su hija mayor no le podían operar de la hernia discal que sufría por estar demasiado gorda. La otra imagen frecuente es la de la mujer que se ha llevado un libro de lectura, costumbre útil, a pesar de que a veces uno ha conocido a auténticos y exagerados psicópatas del aprovechamiento del tiempo: he de confesar que para los tiempos muertos previos a la visita del médico, dentista o peluquero nunca llevo un libro, pues no suelo tener la cabeza concentrada para ello, en ocasiones tengo la tentación de pensar -seguro que erróneamente- que es costumbre algo pedante y, no lo voy a ocultar, tiendo a aprovechar la ocasión para cotillear el "Hola" o equivalente.
La sala de espera que me corresponde la compartimos los que tenemos la "patatita" afectada con los clientes del traumatólogo y las del ginecólogo, cosa que consigue una interesante mezcolanza de cardiacos, personas con muletas y mujeres embarazadas, por no referirme a las conversaciones que se escuchan del interior de la consulta del último especialista citado si, como ha pasado hoy, las paredes son finas y el tono de voz de médico y paciente -como es frecuente en Aragón- altos.
Cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre, con lo que las actitudes en una sala de espera son de los más variadas, pero sí que he observado más de un elemento común: en estas ocasiones a las persona nos gusta comunicarnos con el de al lado, aunque no le conozcamos de nada, la enfermedad y el dolor nos hacen más solidarios, y más propensos al saludo, el comentario amable y el guiño de complicidad y existe una tendencia en casi todos a aumentar entre las blancas paredes hospitalarias nuestra capacidad de confidencia con el prójimo. Y si pensamos en la atmósfera tan fría y poco grata de una clínica, de un hospital, no está de más que allí todos nos volvamos más humanos.
16 comentarios:
Y la tele, con los programas de la mañana o de la tarde, y el olor tan propio de esos sitios, que Dios me perdone! Las consultas del ginecólogo se escuchan desde la sala de espera? Hilarante, nada espanta en esos sitios, es un universo paralelo, es completamente surrealista. :)))))))
Bueno ... he de confesar que la consulta del ginecólogo la oí cuando estaba en la mía del cardiólogo ... ya me dirás si no es "original" que mientras a uno le hacen una ecocardiografía comiences a escuhar un diálogo entre doctor y paciente en torno a si le viene o no le viene ...
Me ha hecho mucha gracia este post, Modestino. Las salas de espera son como las describes. Has hecho un retrato robot fantástico. Siempre son las personas mayores las más locuaces. Y ...¡es verdad!... te cuentan la vida. Aunque te he de confesar que yo también lo suelo hacer porque me incomoda mucho ese silencio y el cruce de miradas ... o notar que te están observando. A veces aprovechas una sonrisa o una revista que se le cae a un paciente... y te inventas algo. Yo suelo preguntar, cuando hay retraso...? "Perdone. ¿A qué hora le tocaba a usted?" Ya está. Se ha roto el hielo si el interrogado no es excesivamente tímido.
Lo de mirar al cielo que decía tu hermano es tan típico... Es que si no miras para arriba o para abajo ¿dónde miras?. Si hay un niño pequeño...la papeleta está salvada. Tienes distracción para rato. Y lo que comenta annemarie... suerte la tuya de no tener que comprobarlo a menudo. Lo del ginecólogo es el no va más.
Un saludo, jurisconssulto observador
Yo soy observador y tu tienes grandes trucos para conversar :):):)
Un saludo oscense.
Observo esos lugares con atención, el mobiliario, la decoración incluso el material de entretenimiento con que los centros médicos intentan rebajar la tensión de esos momentos...
Hace un par de años por una rotura que tuve, acudí con cierta frecuencia al traumatólogo. También ojeo revistas...pero me dejó preucupado encontrame con un "Hola" cuyo reportaje central era ¡la muerte del Rey Balduino! (1951-1993)
Las salas de espera pueden ser la antesala del que te espera al otro lado. Se deberían cuidar esos detalles.
Bueno, uno no sabe que es peor premonición, la muerte de balduino o la boda de Cayetano ....
Modestino, es verdad, se crean microclimas especiales, las salas de espera, los ascensores...las colas en hacienda...muy bien descrito, .
Cuidate, un saludo.
Es verdad que en mayor o menor medida todos estamos tensos antes de una consulta. Y en parte por eso y porque suelen tardar en recibirte, acabas detrás de una revista o hablando con un vecino de los males que nos aquejan. A pesar de todo encuentro humanizantes esas esperas.
Qué bien lo has contado. Gracias, Modestino. Cuídate.
La verdad es que yo siempre llevo un libro, y no había pensado en lo "cursi" que podría resultar...
No me gusta hablar mientras espero, prefiero el silencio, una sonrisa, un saludo, y a esperar tranquilamente. Por supuesto que si me hablan sigo la conversación y suelo sonreír y comentar algo. Sin embargo, si puedo elegir, prefiero las consultas silenciosas. No me gusta estar escuchando todo un historial médico de alguien que me es totalmente desconocido.
En cuanto a anécdotas de consultas, unas cuantas. He esperado en muchas. Algunas totalmente incríbles, luego te ríes, pero te das cuenta de lo quedadita que está la gente... o vete a saber lo que habrá detrás, no es fácil interpretar. Esto como usuaria, que si hablo como enfermera... ¡madre mía! A veces es como estar en el mercado de mi pueblo...
De todo hay en la viña del Señor, como en todas partes.
Ana, cuando hablaba de los que se llevan un libro me acordé de tí ... pero no me refería a tí en los comentarios peyorativos; dije lo de "pedante" sabiendo que tienes mucha cintura ;) ... y desde luego, tú de pedante, nada.
Os agradezco los buenos deseos, Lolo y Mariapi, gracias a Dios el galeno encontró mi motor como una rosa, aunque tengo que darle más a la bici estática.
Eso sí, Mariapi, en las colas de Hacienda el talante debe ser muy distinto ;).
Vino a la UVI y me preguntó si me quería morir... de eso ya hace casi veinte años. Me ha dado cita. He ido a consulta. Por las salas de espera que lo he ido esperando todos estos años solo hay miradas furtivas con otros pacientes... generalmente nos citan sólos y raramente coincimos con otras visitas...
Si se coincide con alguien nunca se habla de nada, apenas nos miramos, a veces alguien llora con lagrimones muy gordos.
Si vienen acompañados juego a descifrar quien es el enfermo y cual la enfermedad...
Es una de esas salas de espera en las que si me encontrara un conocido no sabría que decirme.
Jo, perdón, Mosdetino. Cuídate. Ahora caigo que estabas en la sala de espera porque ibas al médico... Más tonta y no nazco.
Saludo tarraconense...
Un saludo a ambas¡¡¡
En los últimos años he adquirido bastante experiencia en las salas de espera, primero por la enfermedad de un familiar muy cercano y luego por mi rodilla derecha máldita, y es cierto, las personas mayores son las que tienen más ganas de entablar conversación, y luego estamos los de edad "madura pero joven", que sólo queremos que pase el rato y nos toque lo antes posible. Yo no suelo decir nada, aparte de buenos días, y si quieren conversación conmigo pues contesto lo más amablemente que puedo, pero sin ganas de continuarla. Soy nervioso habitualmente y las salas de espera aún me ponen más.
Tengo que agradecer en todo caso el trato que suelen tener los médicos, enfermeras, etc., en especial del Hospital Miguel Servet, que he tenido que frecuentar con demasiada frecuencia. En especial, el personal que trabaja en oncología es maravilloso, una combinación de amabilidad y educación díficil de conseguir.
Mis experiencias con enfermeras y demás personal sanitario en un 99% d elas veces es excelente. En general es gente muy preparada y que saben tratar a la gente. En oncología imagino que habrán de estar, si cabe, más preparados en el trato humano.
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