16 de junio de 2010

"El viaje a ninguna parte" (1986)

"El viaje a ninguna parte" es la adaptación al cine de un libro de Fernando Fernán Gómez realizada por él mismo; una película que si bien no surgió con excesivas perspectivas acabó teniendo su éxito al conseguir tres de los premios estrella en la I Edición de los "Goya": a la mejor película, al mejor guión y a la mejor dirección. El cine español está siendo muy contestado, y en algunos aspectos pienso que con razón, pero films como éste demuestran que en el archivo hay excelentes trabajos realizados en nuestro país.

La película tiene casi un cuarto de siglo, pero a veces uno va con retraso y para mí ha sido un descubrimiento; me ha parecido una historia entrañable, emotiva y que refleja muy bien lo que es el tema central de la misma: el mundo de los cómicos, pero no de los que triunfan, de esa farándula de lujo de los grandes teatros y espectáculos de Madrid o Barcelona, sino de quienes iban de aldea en aldea en los años 50 y 60 representando sus peculiares versiones en tabernas, almacenes y otros simulacros de escenario similares, durmiendo y comiendo -cuando podían hacerlo- en pensiones de mala muerte. La película está ambientada fundamentalmente en Castilla, y van apareciendo nombres de pueblos que suenan a España profunda, a subdesarrollo y miseria de posguerra.

La película nos habla de la memoria de los cómicos, esclavos de unos recuerdos que en muchos casos son deformados; la situación esta formidablemente representada por el personaje de Carlos Galván, magníficamente representado por José Sacristán, quien en conversación con el psicólogo del asilo donde se haya internado va desgajando sus vivencias en un tono de exageración con el que te acabas sintiendo cómplice, y es que como le dice Sergio Maldonado, el viejo contable de la hilera de cómicos convertido en regente de una librería de viejo -brillante Juan Diego- las vidas de los cómicos acaban siendo contadas como a uno le hubiera gustado que fueran.

Queda dicho que Fernán Gómez se llevó los primeros Goya a la mejor dirección y el mejor guión, ¡casi nada!, pero no se conformó con ello y volvió a hacernos disfrutar con una interpretación perfecta en el papel de D. Arturo, el decano de la partida de cómicos, que nació en una carreta y que se muestra inasequible al desaliento ante la indiferencia de un público que comienza a preferir las películas. Genial la escena en la que Fernán Gómez tiene ocasión de trabajar como extra en una película y al tener que decir unas breves palabras lo hace con la misma entonación dramática y exagerada que usa en sus representaciones teatrales ante la desesperación de un irritable José María Caffarell, firme en su breve papel de director de cine; todo un símbolo de la incapacidad del viejo cómico para adaptarse a los tiempos ... inolvidable la frase de rigor: "me c... en el padre de los hermanos Lumiere" ...

El reparto es espléndido, con dos estupendas actuaciones de dos ilustres veteranos ya fallecidos: María Luisa Ponte, que forma parte del grupo de cómicos, y Agustín González, de nuevo magistral como el desalmado Zacarías Carpintero. El clan de "titiriteros" lo completan las entonces jóvenes Laura del Sol y Nuria Gallardo y un nóvel Gabino Diego, que también se muestra aquí bastante pasmado haciendo de Carlitos, el "zangolotino" hijo gallego de Galván. Hay papeles menores para otros habituales de nuestra escena como Emma Cohen, Tina Sainz, Queta Claver, Carmelo Gómez, Carlos Lemos y Simón Andreu. Incluso la empresa productora la formaban dos actores tan sonados como Maribel Martín, la inolvidable Mariona Rebull de la tele y el fallecido Julián Mateos.

Un merecido homenaje a unos personajes que se dedicaron al teatro ambulante formando parte de compañías de cómicos de sabor rancio, y de adusta raigambre, que recorrieron los pueblos de España , especialmente de la España mesetaria, para representar sus propias adaptaciones teatrales en desvencijados proscenios de modestas tascas, o en locales alquilados para la ocasión.




6 comentarios:

Tommy dijo...

Añadir que Fernán-Gómez también ganó el Goya al mejor actor aquel mismo año, pero no por "El viaje..." sino por "Mambrú se fue a la guerra", también dirigida por él. Era la primera edición de los Goya y recuerdo que no pocos se sintieron ofendidos por la ausencia de Fernán-Gómez a la gala, que contaba con la presencia de los Reyes de España. Este hombre era así, seguro que no fue porque no le dio la gana pero que tampoco tenía la menor intención de ofender o desairar a nadie en particular. Al año siguiente, ya sin los Reyes, Fernán-Gómez acudió a la gala e hizo un discurso inicial muy en su estilo, calculando el porcentaje de los asistentes que se irían con premio y el de los que no ganarían nada, que cifró en algo más de un 95 por ciento de los presentes. Por cierto, el primer Goya de la historia, que fue el primero que se concedió en la primera gala, lo ganó el excelente actor Miguel Angel Rellán como mejor intérprete de reparto por "Tata mía", una magnífica y poco comprendida comedia dirigida por el zaragozano José Luis Borau, que también era candidato al premio al mejor guión.

Y ya que hablamos de los Goya, mira que tienen poco glamour las ceremonias de todos los años. Aunque no sé si prefiero las galas simplemente sosas o las politizadas, siempre hacia el mismo lado.

Modestino dijo...

Sí, las galas de los Goya tienden a ser una exhibición más bien artificial y y excesiva.

Tommy dijo...

Ahora que si las comparas con las galas de los premios Max de teatro... Aún recuerdo a un componente de un grupo teatral, creo que se trataba de La Fura dels Baus, saliendo al escenario a recoger un premio y dedicándole un expresivo corte de mangas a la Ministra de Cultura Esperanza Aguirre.

Modestino dijo...

Y aún se creería un héroe ... hay mucho cabestro suelto.

Zambullida dijo...

La vi hace siglos y recuerdo que salí del cine contenta, con muy buen sabor de boca.

Modestino dijo...

El buen sabor de boca lo dejan, en mi opinión, unos personajes verdaderamente entrañables ... pero la historia es dura, amarga. Las vidas de estos cómicos transhumantes son francamente duras.