21 de octubre de 2009

Leo Beenhakker



Ahora cualquiera medianamente entendido en el fútbol sabe quien es Leo Beenhakker, pero en la primavera de 1981, cuando la directiva del Real Zaragoza que presidía Armando Sisqués, acuciada por la desastrosa marcha del equipo, ponía de patitas en la calle a Manolo Villanova, casi nadie en España sabía quien era ese holandés enjuto, melenudo, feo y con cara de golfo que comenzó a ocupar el banquillo del primer equipo de Aragón, y, todavía menos, ni el más forofo seguidor blanquillo podía imaginar que Beenhakker haría jugar al equipo como los mismos ángeles durante tres temporadas más.

No me quiero limitar a la trayectoria deportiva de Don Leo, pero no puedo dejar de recordar con nostalgia las tardes de fútbol espectacular que el Zaragoza ofreció a lo largo de las temporadas que van desde 1981 hasta 1984: primer toque, fútbol totalmente ofensivo, desmarques, movilidad y excelente trato al balón protagonizaron buena parte de los encuentros que disputó el equipo blanquillo bajo el mandato del espigado míster de los Países Bajos. Bajo su dirección el equipo maño practicó un fútbol de altura en el que sobresalía el mando en medio campo de dos jugadores de baja estatura física que eran unos auténticos gigantes en la creación: Juan Señor y Juan Alberto Barbas; Señor tocaba bien la pelota,era rápido, listo y habilidoso y poseía un disparo magnífico, mientras que el argentino, compañero de Maradona en la selección juvenil argentina campeona del mundo, trabajaba con perfección todas los aspectos que debe dominar un centrocampista, ambos marcaban además, una media de 7 u 8 goles por temporada, cifra muy respetable en un medio. Uno y otro contaban con la cooperación del trabajo incansable del actual secretario técnico del club,Pedro Herrera y del pulmón benasquino Paco Güerri. El fútbol que fabricaban los anteriores alimentaba la insaciabilidad goleadora de dos sudamericanos altos, delgados y rapidísimos: Raúl Amarilla y Jorge Valdano, que con el holandés se hincharon de obligar a los metas rivales a dirigirse cabizbajos al interior de su portería. Con Beenhakker, además, los defensas tenían permiso para atacar, algo de lo que se beneficiaron laterales ofensivos como Casuco y Rafa García Cortés, un ex-madridista que lanzaba unos libres directos impresionantes y dos centrales tan finos como Juan Morgado y Salva. El meta era Vitaller, un canterano ágil como un gato.

Pero por encima de la valía indiscutible de estos jugadores estaba la personalidad de Beenhakker; el Zaragoza jugaba al ataque por compromiso personal de éste, como filosofía propia de un hombre que creía en lo que hacía, que era valiente, que no se conformaba con ir tirando por la competición liguera. El Zaragoza, tras el fin de los zaraguayos y uno de esos malditos pasos por la 2ª división, llevaba varias temporadas anclado en la zona baja de la tabla, allí donde conviven el sufrimiento y la mediocridad, el peligro y la agonía; la llegada de Leo fue un brote de aire puro, el reencuentro de la afición zaragozana con el fútbol de alta escuela, la recuperación de un estilo que siempre ha estado presente en los grandes momentos blanquillos. Y pienso que todo esto se lo debimos en su día a un hombre tan peculiar como osado, tan ambicioso como idealista.

Este equipo tenía, eso sí, limitaciones: la apuesta ofensiva de Beenhakker dejaba demasiados agujeros y el Zaragoza acostumbraba a terminar los partidos con marcadores abultados que no siempre lo eran a su favor (inolvidable la eliminatoria con el Real Madrid en la efímera Copa de la Liga de 1983: 5-3 en La Romareda y 4-2 en el Bernabeu), a la vez que la corta plantilla de la que disponía Leo hacía que los jugadores llegaran con las piernas excesivamente pesadas al final de la temporada y el equipo se soliera desinflar; de hecho el Zaragoza no consiguió nunca con Beenhakker clasificarse para una competición europea, por mucho que lo rozara siempre.



De pié: Barbas, Casuco, Vitaller, Morgado, Zayas y Herrera.
Agachados: Latapia, Amarilla, Señor, Güerri y Valdano.


Aunque las frustraciones finales dejaran en su día un sabor algo amargo, los aficionados zaragocistas recordamos con nostalgia la época de Leo Beenhakker: en La Romareda disfrutamos como locos viendo un equipo que no paraba de atacar, que tenía al gol como obsesión y que contaba con jugadores que tocaban el balón con una maestría inaudita. Hubo partidos inolvidables, entre los que recuerdo un 3-2 a la Real Sociedad campeona de Liga, un 4-0 a Osasuna, un 4-1 al Valladolid, un 7-2 al Racing, un 5-0 al Betis, un 4-1 al Sporting y un 3-2 al Valencia. También fuera de casa se lograron gestas importantes, como dos triunfos seguidos en Mestalla, campo donde el Zaragoza nunca había logrado ganar, tres temporadas de imbatibilidad en el Camp Nou o brillantes victorias en el Sánchez Pizjuan, El Sardinero o La Rosaleda.

Beenhakker era una especie de romántico del fútbol: le importaba el espectáculo, quería que el espectador disfrutara. También con el Real Madrid, equipo al que entrenó luego y con el que ganó tres Ligas seguidas, Beenhakker dio espectáculo, pero ésto era mucho más fácil cuando se contaba en el equipo con gente como Butragueño, Hugo Sánchez, Michel, Martín Vázquez, Buyo, Camacho, Gordillo o Sanchís. El afán de fútbol ofensivo del holandés es algo que agradeceremos siempre quienes disfrutamos con el juego audaz, creativo y ambicioso, algo que choca tremendamente con la actual tendencia al cálculo, con el afán resultadista de tantos.

Pero Beenhakker era además un individuo original; no era el típico entrenador quejica y recuerdo perfectamente como tras un tropiezo del Zaragoza en La Romareda en el que había habido polémica arbitral, con acusaciones de público y prensa aragonesa de que el trencilla había perjudicado gravemente a los blanquillos, el holandés sorprendió a todos en la sala de prensa asegurando que los arbitrajes eran accidentales, que los errores son humanos y que eran los jugadores los que tenían que haber conseguido superar al rival marcando al menos un gol más que él.

Beenhakker era ocurrente en las entrevistas, dinámico en sus relaciones con los jugadores y exigente cuando pretendía que los directivos le facilitaran una plantilla a su medida; de esta manera el mister holandés borró del mapa a jugadores que hasta su llegada habían sido indiscutibles como Pedro Camus, un fornido central cántabro que tras cinco tempordas de titular indiscutible no volvió a jugar más acusado de no saber sacar el balón controlado y no parar de lanzar globos hacia adelante u Oñaederra, un tosco y luchador medio defensivo fichado del Athletic, muy del gusto de entrenadores modelo Maguregui, a quien también postergó por sus nulas condiciones técnicas. Don Leo, además,pasaba bastante de diplomacias y solía soltar sin anestesia previa sus opiniones futbolísticas.

En Zaragoza tuvo sus detractores; no es el entorno futbolístico zaragocista tendente a las unanimidades, posiblemente como en casi todas partes, y unos le recriminaban su poco practicismo futbolístico, otros una pretendida tendencia a no trabajar en exceso, e incluso hubo quienes le echaron en cara que contara poco con la cantera, algo que no acaba de ser del todo cierto, pues con él debutaron en el primer equipo jugadores como Rafa Latapia, Mariano Ayneto y Juan Carlos Justes.

Tras entrenar al Zaragoza Beenhakker ha tenido una dilatadísima carrera como entrenador y, además de la citada experiencia con el Madrid, en el que su única frustración fue no conseguir la Copa de Europa, entrenó en varias ocasiones a la selección Holadesa, así como al Ajax, al Grasshopper suizo, al América de México y a un buen número de selecciones: Arabia Saudita, Trinidad y Tobago y Polonia. Recientemente ha sido nombrado director técnico del Feyenoord de Rotterdam.

Es posible que en el palmarés de Don Leo, como le llamaban los de "Zaragoza Deportiva", haya más cantidad que calidad, pero yo siempre lo recordaré como el mister que hizo que mi equipo, por mucho que al final acabaramos siendo los más ricos del cementerio, fuera la admiración de los buenos paladares futbolísticos de España.


10 comentarios:

Alberto dijo...

Leo Beenhakker fue un gran entrenador, el primero que llegó a Zaragoza con una filosofía clara, la de hacer disfrutar con el juego del equipo, y a fe que lo logró.

No consiguió títulos y como señala Modestino, ni una clasificación para la Uefa, pero salvo el Real Zaragoza de la Recopa, no se ha visto jugar tan bien a nuestro equipo en las 3 últimas décadas.

Modestino dijo...

Al final se hace justicia y se reconocen los méritos de quien los tiene, y es que Beenhakker fue muy discutido en su momento.
Un buen debate sería plantear si la apuesta ofensiva de Leo es válida en el fútbol actual. Evidentemente, con la actual plantilla del Zaragoza -y de la mayoría de equipos de primera- lo dudo mucho, pero con la del Madrid, por ejemplo, tal vez diera más resultado que en la actualidad.
Tres años antes que el holandés, el yugoslavo Vujadin Boskov también apostó por el ataque, pero en su caso tenía muchos menos mimbres y el Zaragoza acabó pasandolas canutas.

mao dijo...

Muchas gracias por la entrada, Modestino. Sueles decir que los temas de fútbol tienen pocos comentarios: es pura pereza, ya sabes. Pero los zaragocistas los agradecemos, y cómo!

Tintin dijo...

¡ Qué susto ! pensé que había muerto, y veo que lo acaba de fichar el Feyenoord.

Me has hecho revivir tiempos de gloria y mucho orgullo zaragocista. Tengo clavado esos comentarios televisivos de fútbol alegre, con desparpajo,

Gracias, y reconozco que en esta materia no tienes rival y no he visto persona que transmita igual.

Modestino dijo...

Así me gusta, que aparezcan zaragocistas, y me ha gustado ese comentario de Tintín sobre el orgullo zaragocista, las mejores épocas del equipo coincidieron con etapas de fútbol bonito, tiempo en el que los seguidores estábamos orgullosos del equipo: magníficos, zaraguayor, quinta de París...
También estuvimos orgullosos de la raza del equipo que derrumbó a los galácticos en Montjuich o de los que al mando de Marcelino dieron el callo en la segunda vuelta de la pasada temporada.
Pero el Zaragoza tiene históricamente un estilo propio, el del luego técnico y ofensivo.

sunsi dijo...

No entiendo de fútbol...pero sí recuerdo a ese señor. Pasaba por aquí para saludarte.

...desde Tarraco, como siempre.

annemarie dijo...

Un abrazo!

Modestino dijo...

Un abrazo!. Y a ver si hay milagro y mojamos en el Camp Nou ... que no será.

César Almaro dijo...

Gran texto,cierro los ojos, cambio el año de los 80´s por el de 1994, en vez de España es México, otros nombres, otros instantes otros partidos inolvidables. Volantes exquisitos delanteros contundentes, fútbol ofensivo, vertical, mágico. Y detras de todo el mister regalandonos sueños redondos

Anónimo dijo...

PARA SER JUSTOS,LA COPA DEL 86 ES CLARAMENTE LA BASE DEL EQUIPO DE LEO BENHAKEER.MEDIA COPA ES TRABAJO SUYO.