7 de enero de 2009

Basta de barbarie



A lo mejor estamos demasiado pendientes de los kilos de más que se han convertido en daños colaterales de nuestra Navidad, o de la cuenta corriente que ya marca números rojos y casi ni ha comenzado la cuesta de enero o con el tono de la corbata de Reyes, que no es el granate que nos hubiera gustado, mientras escuchamos el telediario sin poner excesiva atención, a pesar de que nos habla de miles de muertos, de ataques a escuelas, de familias enteras asesinadas, de guerra y desolación.

Nos estremece e indigna con lógica y justificada intensidad el recuerdo del holocausto nazi, de los crímenes y deportaciones de Stalin o de los derechos humanos pisoteados en el régimen militar de Argentina, mientras tal vez nos hayamos acostumbrado a las matanzas indiscriminadas de hombres, mujeres y niños que vienen sucediendo día sí día también en Palestina. No hay justificación, no se trata de ser pro-judío o pro-palestino, porque hay cosas que pasan por encima de filias y fobias, de razones históricas o políticas, de reacciones y contra-reacciones.


Hay muchas maneras de vivir la caridad, la solidaridad, el amor al prójimo, la conciencia social o cómo la queramos llamar; no podemos olvidarnos del pariente, del amigo, del vecino, que muchas veces necesitan que les ayudemos, les comprendamos, les echemos un cable; pero la sensibilidad ante el drama que se está viviendo en esa zona de Oriente Medio nos puede dar la medida de nuestra capacidad de reacción, de nuestra humanidad, de nuestra magnanimidad, independientemente por supuesto de la opinión personal de cada cual sobre causas, medios y consecuencias.


A los ciudadanos de a pié, a quienes no tenemos arte ni parte en las decisiones políticas, en las acciones de gobierno, en las negociaciones internacionales, nos tiene que quedar la capacidad de no acostumbrarnos, de no pasar por encima, de sentir el grito de nuestra conciencia. Nada podemos hacer para frenar el dislate, pero sí que podemos luchar contra la frivolidad, la rutina informativa, la insolidaridad y la indiferencia. Comprobar lo que está pasando en Gaza nos puede ayudar ser más humanos, menos exigentes con lo propio y más conscientes de dolor ajeno.



2 comentarios:

Marla Singer dijo...

Muchas gracias por tus palabras, es bueno saber que uno no está perdido con sus ideas como una cabeza de alfiler en el mundo, que somos varios, ojalá muchos los que repudiamos la guerra, los que sentimos el dolor humano, los que nos negamos a reducir a las personas a números y porcentajes de estadísticas. Y gracias especialmente por la propuesta que hacés, ante la imposibilidad de tomar desiciones políticas, ver que alguien no se queda en el dolor y la crítica sino que "propone acción", una acción que para muchos puede no significar nada, pero que embellece el mundo y la vida nuestra y de quienes nos rodean.

Modestino dijo...

No pretendía una prouesta concreta de acción, tan sólo un planteamiento general, pero no estaría de más que se emprendieran actos de repulsa, manifestaciones, concentraciones ... como en el caso de la guerra de Irak, aunque no se porqué me da que en este caso la cosa daría menos réditos políticos y esas acciones tendrían menos eco.