En la Televisión de nuestra infancia, la de los estudios de Prado del Rey y Miramar, del telediario que se iniciaba con la bola del mundo dando vueltas, los concursos millonarios o las locutoras tan atractivas como modosas que aparecían como busto parlante presentando programaciones o relatando noticias de última hora, crearon escuela una serie de personajes que presentaban unas formas tan peculiares que acabaron siendo blanco de los imitadores de turno, a la vez que objeto de la popularidad y ,la mayoría de las veces, del cariño de los ciudadanos.
Todos tenían en común el ser hombres singulares, con manifestaciones concretas -forma de hablar, poses, gestos, ...- que les hacían únicos, irrepetibles. Estoy seguro que a quienes les hemos conocido se nos escapa una sonrisa y hacemos un guiño a la nostalgia cuando pensamos en ellos.
Quien posiblemente se llevó la palma como sujeto paciente de estas imitaciones fue el crítico de cine Alfonso Sánchez; había nacido en Toledo en 1911 y era un auténtico sabio, una enciclopedia andante -y "hablante"- del mundo del celuloide. Yo lo recuerdo en las antesalas de la "Sesión de Tarde" de los sábados, habitual escenario de películas toleradas y míticas como "Jerónimo", "Robín de los Bosques" o "Tres lanceros bengalíes" -aunque una vez nos clavaron un tremendo ciclo de Estrellita Castro-, pero su presencia estaba garantizada antes de cualquier película que se pasara por la pequeña pantalla.
Alfonso Sánchez tenía una voz absolutamente original, era más bien tartamudo y parecía que al hablar estuviera en una permanente carrera de obstáculos. Pero esta dificultad no impedía, de ninguna manera, que su relato fuera certero, claro, magistral. Tenía además una retranca genial; recuerdo que en una ocasión en que comentaba una película protagonizada por Rock Hudson, se descolgó refiriendo que el actor de Illinois no era precisamente un genio de la pantalla, pero que sí podríamos todos comprobar cómo tenía la apariencia de un excelente defensa central: era Alfonso, evidentemente, un periodista experto y un hombre entrañable. Falleció en 1981 dejando un hueco imposible de cubrir.
No le iba a la zaga, tanto en genialidad como en frecuencia en ser imitado, el doctor Félix Rodríguez de la Fuente, un dentista nacido en un pueblo de Burgos y afincado en Valladolid que pasó a la historia como un gran estudioso de la naturaleza y de los animales. Recuerdo perfectamente que Félix, que acabó siendo llamado "el amigo de los animales", comenzó su andadura televisiva apareciendo en un programa sobre la naturaleza que se emitía los sábados por la tarde: tenía, al igual que Jaime de Foxá, una sección aparte en la que hablaba de animales. No obstante, su salto al más absoluto de los estrellatos lo realizó con una serie de programas en los que elaboraba unos reportajes maravillosos sobre el mundo animal: todos recordaremos siempre al águila que caza una oveja, su lucha en América con una gigantesca Anaconda o sus series acerca de especies en peligro de extinción como el quebrantahuesos pirenaico o el urogallo.
El primer programa propio de Rodríguez de la Fuente se denominó "Fauna", al que siguieron "Animalia" y "Vida salvaje", aunque sus dos grandes obras fueron los siguientes: "Planeta azul" y "El hombre y la tierra". Su forma de expresarse resultaba original e inconfundible y hablaba con una fuerza y una pasión verdaderamente especiales. Félix, que fue denominado el hombre más popular de su época después de Franco, falleció trágicamente en un accidente de avioneta en Alaska en marzo de 1979.
Jesús Hermida se hizo famoso como corresponsal en Nueva York: él nos relató el éxito de Richard Nixon al vencer dos veces seguidas en las elecciones USA y su gran fracaso con el escándalo Watergate, la llegada del hombre a la luna y los aconteceres de la Guerra del Vietnam. Hermida, que luego se dedicaría a la tele del corazón, tenía un gesto característico consistente en un toque del flequillo y una mirada directa, y hablaba como a impulsos. En general parecía encontrarse encantado de haberse conocido. Pertenece a una primera generación de corresponsales de TVE en el extranjero, siendo coetáneo de periodistas tan importantes como Cirilo Rodríguez, que compartió labor con él en USA, José Antonio Plaza, en Londres, Rafael Narbona, padre de la anterior Ministra de Medio Ambiente, en Roma y Pedro Wender, en Berlín.
Otro periodista que se hizo popular desde el primer momento fue Alfredo Amestoy; sus formas agresivas e impertinentes sorprendieron en una época donde imperaba la seriedad casi insoportable de David Cubedo o la corrección algo agotadora de Matias Prats padre o más bien cansina de Jesús Alvarez, también senior. Amestoy hacía de crítico político con las enormes limitaciones de la época y se consagró con un programa que compartía con José Antonio Plaza llamad "35 millones de españoles", que era la cifra que por aquella época poblaba al parecer la piel de toro.
Hasta aquí este breve repaso por los personajes de la "caja tonta" -que en los sesenta no lo era tanto- que pasaron a la historia por sus capacidades y por sus originalidades.
Fotos: www.eselx.com; www.wpaweb.es; andalucianatural.blogspot.com; www.descalzosporelparque.com
Todos tenían en común el ser hombres singulares, con manifestaciones concretas -forma de hablar, poses, gestos, ...- que les hacían únicos, irrepetibles. Estoy seguro que a quienes les hemos conocido se nos escapa una sonrisa y hacemos un guiño a la nostalgia cuando pensamos en ellos.
Quien posiblemente se llevó la palma como sujeto paciente de estas imitaciones fue el crítico de cine Alfonso Sánchez; había nacido en Toledo en 1911 y era un auténtico sabio, una enciclopedia andante -y "hablante"- del mundo del celuloide. Yo lo recuerdo en las antesalas de la "Sesión de Tarde" de los sábados, habitual escenario de películas toleradas y míticas como "Jerónimo", "Robín de los Bosques" o "Tres lanceros bengalíes" -aunque una vez nos clavaron un tremendo ciclo de Estrellita Castro-, pero su presencia estaba garantizada antes de cualquier película que se pasara por la pequeña pantalla.
Alfonso Sánchez tenía una voz absolutamente original, era más bien tartamudo y parecía que al hablar estuviera en una permanente carrera de obstáculos. Pero esta dificultad no impedía, de ninguna manera, que su relato fuera certero, claro, magistral. Tenía además una retranca genial; recuerdo que en una ocasión en que comentaba una película protagonizada por Rock Hudson, se descolgó refiriendo que el actor de Illinois no era precisamente un genio de la pantalla, pero que sí podríamos todos comprobar cómo tenía la apariencia de un excelente defensa central: era Alfonso, evidentemente, un periodista experto y un hombre entrañable. Falleció en 1981 dejando un hueco imposible de cubrir.
No le iba a la zaga, tanto en genialidad como en frecuencia en ser imitado, el doctor Félix Rodríguez de la Fuente, un dentista nacido en un pueblo de Burgos y afincado en Valladolid que pasó a la historia como un gran estudioso de la naturaleza y de los animales. Recuerdo perfectamente que Félix, que acabó siendo llamado "el amigo de los animales", comenzó su andadura televisiva apareciendo en un programa sobre la naturaleza que se emitía los sábados por la tarde: tenía, al igual que Jaime de Foxá, una sección aparte en la que hablaba de animales. No obstante, su salto al más absoluto de los estrellatos lo realizó con una serie de programas en los que elaboraba unos reportajes maravillosos sobre el mundo animal: todos recordaremos siempre al águila que caza una oveja, su lucha en América con una gigantesca Anaconda o sus series acerca de especies en peligro de extinción como el quebrantahuesos pirenaico o el urogallo.
El primer programa propio de Rodríguez de la Fuente se denominó "Fauna", al que siguieron "Animalia" y "Vida salvaje", aunque sus dos grandes obras fueron los siguientes: "Planeta azul" y "El hombre y la tierra". Su forma de expresarse resultaba original e inconfundible y hablaba con una fuerza y una pasión verdaderamente especiales. Félix, que fue denominado el hombre más popular de su época después de Franco, falleció trágicamente en un accidente de avioneta en Alaska en marzo de 1979.
Jesús Hermida se hizo famoso como corresponsal en Nueva York: él nos relató el éxito de Richard Nixon al vencer dos veces seguidas en las elecciones USA y su gran fracaso con el escándalo Watergate, la llegada del hombre a la luna y los aconteceres de la Guerra del Vietnam. Hermida, que luego se dedicaría a la tele del corazón, tenía un gesto característico consistente en un toque del flequillo y una mirada directa, y hablaba como a impulsos. En general parecía encontrarse encantado de haberse conocido. Pertenece a una primera generación de corresponsales de TVE en el extranjero, siendo coetáneo de periodistas tan importantes como Cirilo Rodríguez, que compartió labor con él en USA, José Antonio Plaza, en Londres, Rafael Narbona, padre de la anterior Ministra de Medio Ambiente, en Roma y Pedro Wender, en Berlín.
Otro periodista que se hizo popular desde el primer momento fue Alfredo Amestoy; sus formas agresivas e impertinentes sorprendieron en una época donde imperaba la seriedad casi insoportable de David Cubedo o la corrección algo agotadora de Matias Prats padre o más bien cansina de Jesús Alvarez, también senior. Amestoy hacía de crítico político con las enormes limitaciones de la época y se consagró con un programa que compartía con José Antonio Plaza llamad "35 millones de españoles", que era la cifra que por aquella época poblaba al parecer la piel de toro.
Hasta aquí este breve repaso por los personajes de la "caja tonta" -que en los sesenta no lo era tanto- que pasaron a la historia por sus capacidades y por sus originalidades.
Fotos: www.eselx.com; www.wpaweb.es; andalucianatural.blogspot.com; www.descalzosporelparque.com
1 comentario:
El añorado Alfonso Sánchez tenía en efecto una voz muy particular, idónea para ser imitada, pero los contenidos de sus críticas también eran muy claros y, sobre todo, llegaban al público, cosa que no puede decirse de muchos críticos de ahora, que se dedican a redactar brillantemente una crónica que cuando terminas de leerla no sabes si la peli es buena o mala; eso sí, el crítico ha demostrado, o al menos eso pretendía, su superioridad intelectual sobre el espectador. En fin, así están las cosas.
José Luis Garci realizó un precioso cortometraje sobre la figura de Alfonso Sánchez cuya visión recomiendo sin reservas; a día de hoy, sería una de las pocas obras de Garci que yo recomendaría de esta manera.
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