Hace un tiempo, a raíz de la publicación del libro "Ven y se mi luz", de Brian Kolodiejchuk, se habló mucho de las dudas de fe que al parecer tuvo durante muchos años de su vida la Madre Teresa de Calcuta. La noticia dio lugar a muchos comentarios, algunos me temo que malintencionados, pues siempre habrá quien aprovecha cualquier cosa para sacar el tema de contexto y arrimar el ascua a su sardina.
A mí, que reconozco que aun habiendo hecho el propósito de leer el libro y profundizar en la cuestión no tengo datos suficientes para opinar en profundidad sobre el tema, la noticia me produjo, de entrada, consuelo. Y es que muchas veces uno da mayor crédito y admira más a los santos cuando se da cuenta que fueron de carne y hueso, cuando asoman sus debilidades, cuando compruebas que no son una figura de escayola, un ser perfecto prefabricado y de cartón piedra.
A veces parece que buscamos la seguridad absoluta, la certeza total y me temo que no es posible; la fe tiene rendijas, claroscuros, momentos de quiebra y el mérito está en saber navegar en medio de estas tormentas, buscar la ayuda necesaria, divina y humana, y asumir que ni todo tiene que verse y tocarse con las manos, ni la fe equivale a convertir en Dios a persona alguna ni vivirla significa el sometimiento inflexible a reglamento alguno, lo que no significa que no haya dogmas, que los hay, que no existan preceptos, que también los hay ni que haya que prescindir de los criterios de la autoridad competente, que por supuesto que la hay.
A lo mejor el problema de muchos es que no acaban de entender que las convicciones se mantienen muchas veces a contracorriente, que no podemos vivir la vida permanentemente "a reglamento", que hay matices, que hay vaivenes, que existen mil tonos de grises; en definitiva, que vamos marcando el paso de la vida al ritmo de un esfuerzo al que acompañan nuestros errores y nuestras limitaciones. Todos hemos escuchado alguna vez el dicho popular que afirma que "el mejor predicador es fray ejemplo", y no me cabe duda que es así, pero tampoco podemos olvidar que la virtud tiene que ser amable, que uno acaba rechazándola cuando se presenta rígida, retorcida o empalagosa; por eso, ese ejemplo no tiene que esconder ni errores ni limitaciones, porque es posible que en ocasiones aprendamos más de los fallos de los santos que de sus milagros.
En una sociedad tan complicada como la que vivimos, con tantas contradicciones y dificultades, con tan pocas certezas, los cristianos nos podemos encontrar algo desorientados, perdidos en la vorágine de circunstancias, exigencias, complicaciones y avatares que el día a día nos aporta. Por esta razón, cuando contemplo a las autoridades eclesiales ejerciendo su "imperium", que acepto y su magisterio, que asumo, pienso que cabría incluir en el contenido de ambos algo más de comprensión hacia el católico de a pié, una mayor capacidad de adaptarse a su lenguaje y cierta elasticidad a la hora de interpretar las prescripciones de la ley divina; estoy seguro de que las exigencias del Evangelio, aunque en ocasiones sean costosas, siempre son sencillas.
Fotos: www.iterativa.net; blog.laopiniondemalaga.es; ciberconta.unizar.es
A mí, que reconozco que aun habiendo hecho el propósito de leer el libro y profundizar en la cuestión no tengo datos suficientes para opinar en profundidad sobre el tema, la noticia me produjo, de entrada, consuelo. Y es que muchas veces uno da mayor crédito y admira más a los santos cuando se da cuenta que fueron de carne y hueso, cuando asoman sus debilidades, cuando compruebas que no son una figura de escayola, un ser perfecto prefabricado y de cartón piedra.
A veces parece que buscamos la seguridad absoluta, la certeza total y me temo que no es posible; la fe tiene rendijas, claroscuros, momentos de quiebra y el mérito está en saber navegar en medio de estas tormentas, buscar la ayuda necesaria, divina y humana, y asumir que ni todo tiene que verse y tocarse con las manos, ni la fe equivale a convertir en Dios a persona alguna ni vivirla significa el sometimiento inflexible a reglamento alguno, lo que no significa que no haya dogmas, que los hay, que no existan preceptos, que también los hay ni que haya que prescindir de los criterios de la autoridad competente, que por supuesto que la hay.
A lo mejor el problema de muchos es que no acaban de entender que las convicciones se mantienen muchas veces a contracorriente, que no podemos vivir la vida permanentemente "a reglamento", que hay matices, que hay vaivenes, que existen mil tonos de grises; en definitiva, que vamos marcando el paso de la vida al ritmo de un esfuerzo al que acompañan nuestros errores y nuestras limitaciones. Todos hemos escuchado alguna vez el dicho popular que afirma que "el mejor predicador es fray ejemplo", y no me cabe duda que es así, pero tampoco podemos olvidar que la virtud tiene que ser amable, que uno acaba rechazándola cuando se presenta rígida, retorcida o empalagosa; por eso, ese ejemplo no tiene que esconder ni errores ni limitaciones, porque es posible que en ocasiones aprendamos más de los fallos de los santos que de sus milagros.
En una sociedad tan complicada como la que vivimos, con tantas contradicciones y dificultades, con tan pocas certezas, los cristianos nos podemos encontrar algo desorientados, perdidos en la vorágine de circunstancias, exigencias, complicaciones y avatares que el día a día nos aporta. Por esta razón, cuando contemplo a las autoridades eclesiales ejerciendo su "imperium", que acepto y su magisterio, que asumo, pienso que cabría incluir en el contenido de ambos algo más de comprensión hacia el católico de a pié, una mayor capacidad de adaptarse a su lenguaje y cierta elasticidad a la hora de interpretar las prescripciones de la ley divina; estoy seguro de que las exigencias del Evangelio, aunque en ocasiones sean costosas, siempre son sencillas.
Fotos: www.iterativa.net; blog.laopiniondemalaga.es; ciberconta.unizar.es
4 comentarios:
Modestino. En su momento hice un comentario, pero a mitad tuve que salir chutando. Sólo decirte que me ha gustado muchísimo este post. Y que "la noche oscura" de la Madre Teresa es muy importante para entender realmente qué es un santo. Que no son así de serie y que la pifian muchas veces... Y que los ojos del alma estén un poco empañadaos no es impedimento para seguir caminando.
Gracias.
Te agradezco el comentario, sentí que el post se quedará sin respuestas.
Gracias a tí.
Ayer intenté hacer un comentario, pero no salió y hoy lo intento de nuevo: si tienes ocasión lee la tercera del ABC de ayer día 6, está en la línea de esta entraad sobre la madre Teresa.
Espero que los Reyes se hayan portafo bien contigo.
Intentaré hacerme con el artículo en cuestión. Los Reyes se portaron de miedo, gracias, espero que contigo también.
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