El cine, la literatura, las leyendas que pasan de padres a hijos, mantienen vivas imágenes, figuras tan características como peculiares. Una de ellas es la del vendedor ambulante, ese individuo entre embaucador, predicador y saltimbanqui que en pasados siglos viajaba de aquí para ella pregonando la excelencia de sus productos e intentando colocarlos sin importarle en exceso la veracidad de sus proclamas, la solvencia de sus ofertas.
Muy frecuentemente tales personajes son situados en el lejano oeste tratando de convencer a los habitantes del pueblo donde aterrizan de la eficacia de un crecepelo. Por mi cabeza ha pasado, casi como nube de verano, la tentación de equiparar estos individuos con nuestros "padres de la patria".
Estoy leyendo una magnífica recopilación de artículos de uno de mis periodistas de cabecera, Pedro García Cuartango, reunida por la editorial "Círculo de tiza" y con el sugerente título de "Elogio de la quietud", en el que ponía el acento en la anemia intelectual de nuestra época: "Hoy Europa es un erial intelectual en el que ya no se discute nada. El espectáculo ha sustituido a las ideas, la representación a la política, la televisión a los programas y el Twitter a los debates. Cualquiera puede convertirse en un líder de la opinión pública si su discurso es suficientemente vacío y opaco, aparente paradoja del reino de lo mediático.".
Asoma en mi cerebro esta idea en relación con aquéllos -y aquéllas- que han llenado la opinión pública, los foros políticos y ciudadanos de palabras, frases, conceptos, ideas, ... etiquetas, ... que aparentan solvencia y suenan a progreso y uno no sabe si no son más que palabrería hueca con tanta trampa e ineficacia como un crecepelo.
3 comentarios:
Acabo de recibir "¡Hagan sitio!¡Hagan sitio!" de Harry Harrison. Trescientas diecinueve páginas para un par de tardes. Ya la dedicatoria asusta, "... Por vuestro bien, hijos míos, espero que ésto resulte ser tan sólo una obra de ficción". Fue escrita en 1966. Charlton Heston interpretó al detective protagonista en la película. Dos años más tarde conquistamos la Luna, Modestino. Y también fue el sueño de ficción de alguien.
¡Ánimo! Continuemos confiando en el corazón de las personas para salvar este cochino mundo.
Contaba Jiménez Lozano que decía Tucídides, que cuando uno quiere hacer algo malo, simplemente le cambia el nombre.
Modestino, la revista Hipogrifo se encuentra ahora en abierto y puedes disfrutar de magníficos artículos.
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