1 de enero de 2020

Últimas del 2019


En diciembre he seguido leyendo un poco a trompicones, con mayor intensidad a partir del inicio de las fechas navideñas, que me han permitido concluir la lectura de libros empezados en meses anteriores. Muy recomendables los tres libros de narrativas, magnífico ensayo el libro de Melero y otras dos lecturas más específicas para intereses concretos.

La figura de Luis Cernuda me ha llamado la atención desde hace años, posiblemente en paradójico paralelo al desconocimiento que tengo de su vida y de su obra. De esa mítica generación del 27 a la que pertenece siempre han sonado con más fuerza nombres como Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Jorge Guillén. Tal vez fuera aquélla la causa por la que me atreviera a sacar de la biblioteca la primera parte del trabajo  biográfico de Antonio Rivero Taravillo, escritor y poeta español que publicó dos volúmenes sobre Cernuda,  titulada "Luis Cernuda, años españoles (1902-1938)", galardonado en su día con el "XX Premio Comillas". Comprobé que se trata de una publicación destinada a expertos, que posiblemente exigía un conocimiento más amplio de la obra del poeta que el mío. A pesar de ello me ha servido para conocer tanto las peculiariedades familiares y personales de un hombre complicado, poco sociable y con una sensibilidad vital y poética muy especial. De paso he profundizado en los ambientes literarios de esos años españoles anteriores a su exilio político, sus dificultades para publicar sus poesías y sus relaciones, no siempre fáciles ni cordiales, con poetas como Juan Ramón Jiménez, Dámaso Alonso, Gerardo Diego o los tres citados anteriormente.

Vita Sackville-West fue una famosa escritora británica de la primera mitad del siglo pasado dotada de una personalidad llamativa y libre de prejuicios. Destacó de manera especial en la poesía, género en el que obtuvo diversos galardones, aunque también escribió novelas de calidad. Una de éstas, "Los eduardianos", fue reeditada hace un año por Tusquets y ha estado en mi grupo de libros pendientes a lo largo del 2019 que terminó ayer. Entre finales de noviembre y principios de diciembre he disfrutado con un relato ambientado en la sociedad inglesa de principios del siglo XX, cuando tras los largos años victorianos comenzaba una época más bien decadente. La novela de Sackville-West es una ácida y solvente crítica de esa sociedad que se resiste a evolucionar, y para hacerlo la autora crea unos personajes cuyos planteamientos chocan entre sí.  El centro de la acción se ubica en una mansión denominada "Chevron", donde los jóvenes Sebastian y Viola andan llenos de dudas sobre su vida y su futuro, en contraste con la rigidez de su madre Lucy, esclavizada por usos, elitismos y protocolos y la liberalidad de un personaje, Leonard Anquetil, que representa las ideas más avanzadas del momento. Una buena novela, de la que lo mejor que se puede decir es que uno la va disfrutando más conforme avanza en su lectura.

Javier Melero fue uno de los abogados que intervino en la "bancada" de las defensas en el trascendente y mediático juicio del "procés". Conocida la sentencia que puso fin al procedimiento en su fase española, Melero publicó "El encargo", un libro en el que relataba sus experiencias a lo largo de todo el proceso penal en el que intervino representando a Joaquín Forn y Meritxell Borrás. Me decidí a comprar y leer el libro tras una muy favorable crónica leída en ABC y el aval de haber sido escrito por el único abogado de la defensa en el que observé un ejercicio exclusivamente técnica, ausente de todo matiz político y del cierto fanatismo de algún compañero de estrado … además de haber sido, en mi opinión,  el mejor abogado interviniente, con diferencia. Leer el libro de este abogado barcelonés ha sido una delicia: bien escrito, ocurrente, elegante …  y tremendamente respetuoso, a pesar de que refleja claramente tanto sus discrepancias con acusaciones y tribunal como sus críticas a actitudes y posiciones. Difiero de unos cuantos criterios y opiniones del autor del libro, pero ha conseguido que tales diferencias las haya leído con agrado y afán de asimilar y comprender, gracias fundamentalmente al estilo elegante y no exento de fina ironía de Javier Melero. El buen gusto que me dejó la lectura de "El encargo" me hizo temer en algún momento que estaba exagerando al valorarlo tanto, pero tras comprobar que el mismísimo Mario Vargas Llosa lo destacaba sobremanera en un artículo de "El País", confirmé que no andaba equivocado.
 
"La dulce ciencia" es un libro de boxeo, lo que es bueno referir de inicio para que nadie se llame a engaño. Su autor es A.J. Liebling, un periodista del semanario "The New Yorker" que fue corresponsal de la 2ª guerra mjundial en África, Francia e Inglaterra y falleció prematuramente en 1963, cuando contaba 59 años. Liebling fue un gran aficionado al deporte del cuadrilátero y en este recoge sus crónicas y experiencias en distintos combates celebrados en su país en los años 50 y principios de los 60. Son relatos interesantes, muy bien escritos y con abundancia de detalles, tanto de esos combates entre púgiles jóvenes y/o desconocidos que sirven de teloneros a los grandes campeones, como los que enfrentaron a los grandes boxeadores de la época. A lo largo de las páginas van apareciendo, como referencia o con protagonismo directo, grandes nombres de este deporte, como  Sugar Ray Leonard, Rocky Marciano, Archie Moore, Jack Dempsey, Rocky Graziano, Max Schmeling, Floyd Patterson, … EL libro me ha costado leerlo: lo empecé en agosto; tal vez el problema está en que al final se hace repetitivo … tal vez más de trescientas páginas son demasiadas para el tema.

Cada vez me gustan más las novelas cortas. Por esta razón anoté enseguida en mi lista de deseos literarios a Willem Frederik Hermans, un prolífico y versátil escritor holandés, autor también de ensayos, estudios científicos y poesías, que recibió en 1977 el "Premio de Literatura Holandesa", el más importante premio literario de los Paises Bajos. "Ediciones Gatopardo" ha publicado recientemente "La casa intacta", un relato de 80 páginas que escribió Hermans en 1951, una novela ambientada en la segunda guerra mundial, protagonizada por un partisano en territorio ocupado por los alemanes y que no nos habla de acciones propiamente bélicas, sino de un episodio concreto en el que el soldado protagonista se instala en una casa particular cuyos habitantes no se encuentran presentes y, ante la llegada de unos soldados nazis, se hace pasar por el propietario. Una buena novela, de notable calidad literaria, con un argumento original e interesante y con intriga añadida. Se lee bien y puede cubrir una tarde necesitada de tranquilidad y aire.

No es la primera vez que reivindico la calidad de la narrativa italiana. Por otra parte, son objeto habitual de mi interés las novelas que, habitualmente en varios tomos, relatan la vida de varias generaciones de una familia. Ambas circunstancias se daban en "Estirpe", primera entrega de la trilogía escrita por Marcello Foix sobre los Chirino, un clan familiar de la localidad de Nuoro, en la isla de Cerdeña. Me ha parecido una magnífica novela, no muy sencilla de leer, con personajes llenos de fuerza y que te da una idea clara del ambiente de la Cerdeña de primeros del siglo pasado. Las épocas que abarca este primer capítulo de la saga familiar de los Chirino son los principios del siglo XX, la gran guerra, los inicios del régimen fascista instaurado por Benito Mussolini, su hegemonía y el comienzo de la segunda guerra mundial.   El libro es muy duro, pues la vida de la familia protagonista se convierte en una auténtica tragedia. Se nos habla de gente muy humilde -los dos progenitores vienen del orfanato, que se ha hecho a sí misma a base de trabajo constante y abnegado, en medio de un mundo que no da ni un respiro, sin lugar para la frivolidad, … ni siquiera la alegría. Foix utiliza la técnica literaria de ir y venir en el tiempo: se nos habla del desenlace de un acontecimiento, la vida sigue y unas páginas más adelante se produce un regreso al pasado y se nos cuenta el suceso íntegro. Continuaremos, sin duda, la trilogía.

3 comentarios:

ELENA LARPEL dijo...

Una muy buena orientación para la lectura ... Enhorabuena!

Brunetti dijo...

Decía David Foenkinos que, cuando uno es feliz, lee novelas cortas; que es señal de debilidad querer sepultarse bajo cientos de páginas.

Lo digo por tu mención a que prefieres leer textos breves o, al menos, no muy voluminosos. No sé si será debido a que eres feliz.....

Por cierto, a mí también me ha encantado el ensayo de Javier Melero, aunque tengo la impresión de que el libro va de más a menos. En todo caso, demuestra que, además de ser un excelente abogado, posee una vastísima cultura; sobre todo en materia de cine y de boxeo (una actividad tan denostada hoy día, pero que aún conserva fieles seguidores). La publicidad que Vargas Llosa le regaló al gran Melero con su artículo en El País a comienzos de diciembre no tiene precio. O quizá sí.

Salud y buen año, amigo,

Anónimo dijo...

Modestino ya me habías convencido para leer “el encargo” y no sabía de la opinión de Mario Vargas Llosa