Recuerdo hace muchos años, cuando recién terminada la mili comenzaba a buscar el modo de encauzar mi vida, alguien a quien tenía cerca, dueño de una notable inteligencia, con una seguridad en sí mismo muy capaz de avasallar y cierta, aunque controlada, tendencia al despotismo, me ponía con frecuencia la etiqueta de inmaduro ... debía de tener su razón -y sus razones-, pero no se si esa madurez que me deseaba era la adecuada. De hecho, me vino muy bien que alguien, menosintenso pero más sabio y dulce, me invitara a olvidarme de esas urgencias y a quererme más a mí mismo.
Podría pensarse que madurar consiste en dejar de ver la vida de color de rosa, y tal vez no nos damos cuenta que parte del secreto de la felicidad estriba en saber encontrar esa parte rosa -o azul, o blanca, ..- de lo que sucede. Con el paso de los años podemos pasar de considerar los azares de la vida como una canción romántica a equipararlos a una de Sabina ... y no negaré que en parte pueda ser así , yque todos nos hayamos preguntado eso de quién a los quince años no dejó su cuerpo abrazar para plantearnos en tiempos más "nubosos" quién nos ha robado el mes de abril. A lo mejor lo importante no es tanto madurar como ser siempre uno mismo, porque teniendo claro que es bueno mejorar, no acabo de asumir que también lo sea cambiar.
Un antiguo compañero de colegio me dijo una vez que eso de los Reyes Magos deberia haber sido verdad, que era una pena que más pronto que tarde tuviéramos que descubrir que nuestros padres eran quienes terminaban supliendo esa bendita ilusión infantil. Cumplida ya la sexta decena, he decidido que voy a volver a creer en esos magos de oriente, que compensa soñar en las barbas blancas de Melchor, las rojizas de Gaspar y la tez morena de Baltasar. ¿Por qué no vamos a engordar esperanzas de cara a esa noche mágica que vivimos e nuestros primeros años?. Y no se trata tanto de esperar regalos estupendos -ya existen para eso los comercios, las ofertas y las tarjetas de crédito-, sino de permitirnos el lujo de soñar, de desear cosas, experiencias y momentos y que luego nos quiten lo "bailao".
No estoy haciendo una llamada al complejo de Peter Pan, ni un canto a la nostalgia. Quizá haya algo de desquite, no disucto que debe de ser bueno madurar ... pero¡ cuidado! ... que en las frutas la madurez no es más que el paso previo a que se empiecen a pudrir.
Ya lo dijo Calderón -imagino que no pensaba al hacerlo en los Reyes Magos, pero sirve-: "La vida es sueño".
4 comentarios:
Me temo que yo ya perdí esa ingenuidad. Un beso
Quien más, quien menos todos la hemos perdido ... pero no viene mal recordarla y tratar de reincorporar algo a tu vida.
Carta para los que no escriben cartas
Deja que el niño escriba su carta.
Deja que erre que erre, escriba.
…y cuando diga erre, ¡qué sueñe!
…y cuando diga diga, ¡qué pida!
No importe el paje, que acierte.
Deja que erre, y regalo (dis) traiga.
Y cuando erre regalo, el niño diga.
Erre que erre, yo escribo mi carta.
…y si crece el niño y no quedan cartas.
Erre que erre, soñando siga…
(Tomás C. -tomae-)
Como siempre, una prosa pulcra que nos atrapa en contenido y continente.
Suscribo tus palabras y el sentimiento.
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