17 de agosto de 2015

Aduriz: el regreso del ariete clásico


El primer fútbol que conocí arrastraba muchas menos complicaciones que el actual; eran los tiempos del viejo Atocha, del Pontevedra del "hay que roelo" en el que su lateral zurdo Cholo era el capitán del equipo los domingos y trabajaba de conductor de autobús el resto de la semana, del Elche de la delantera del "Clero" _Cardona Lezcano, Eulogio Martínez,  Romero y Oviedo-, del marcador simultáneo "Dardo", el "Anís Castellana" y los horarios unificados. Los entrenadores preparaban planteamientos sencillos: no se había inventado ni el media punta ni los carrileros y de central jugaba solamente un defensa -generalmente fornido-, nada de uno a la derecha y otro a la izquierda; y así los atacantes rivales se enfrentaban con personajes que en el campo se mostraban fieros e implacables, como el españolista Mingorance, el merengue De Felipe o el donostiarra Martínez, entre muchos otros.

Y en la delantera todo equipo con aspiraciones tenía su ariete, su jugador de envergadura y fuerza que iba bien de cabeza y siempre "estaba allí". Eran años de "nueves" inolvidables, como Marcelino, Ansola, Arieta, Mendonça o Guillot, todos ellos futbolistas sin excesiva técnica pero que sabían fajarse con los defensas, abrir huecos a otros jugadores y tener pendientes a los centrales de turno los 90 minutos del encuentro. En el resto del mundo también existían delanteros centro de postín, como el alemán Uwe Seeler, el inglés Geoff Hurst, el sueco Ove Kindvall o el argentino Omar Sívori. Estos futbolistas tuvieron sucesores -Santillana, Gerd Muller, Paolo Rossi, ...- pero conforme se iba ampliando la composición de defensa y medio campo, los cerebros de este viejo deporte parecieron preferir para el ataque la habilidad a la fuerza, la polivalencia a la especialización.

No diré que el ariete clásico sea una especie a extinguir, pero aunque sigue habiendo delanteros con voracidad goleadora, "falsos 9" que hacen daño con su movilidad y futbolistas con habilidad ratonil que amargan la tarde a cualquier defensa que se precie, tengo la impresión de que se valora menos al delantero centro de siempre, a ese jugador que aparece como punta de lanza de la vanguardia de un equipo y tantas veces termina siendo clave de los éxitos, no solamente por su capacidad de golear, sino también por un oscuro trabajo que redunda en beneficio del equipo: obliga a los defensas a estar pendientes de él, los fija, abre huecos para sus compañeros, desubica el orden defensivo del rival en las jugadas de estrategia y se pelea con cualquiera.

Por esta razón, me alegra mucho la explosión de Aritz Aduriz, el ariete titular del Athletic de Bilbao que ha encontrado definitivamente su hueco en la historia con el "hat-trick" que ha puesto al Barça en situación de tragarse tanto farol de sus voceros, que se han pasado el verano dando la murga con el "sextete". Aduriz tiene ya sus años -en febrero cumplirá 35- y leyendo su currículum  puede comprobarse cómo su carrera no ha sido fácil, habiéndo sido desechado por los de San Mamés en dos ocasiones, debiendo defender su prestigio en equipos nada sencillos para un delantero como Burgos, Valladolid y Mallorca, vivir a la sombra de futbolistas más glamurosos que él como Urzaiz, Joseba Etxeberría, Soldado o Fernando Llorente, con el peligro de terminar su carrera en las catacumbas de las divisiones inferiores.

A este mozo de San Sebastián el éxito le ha llegado a última hora. En el "Bocho", donde si de algo entienden es de fútbol, ya nadie le discute su jerarquía en el ataque de los leones, no existe quien ponga en cuestión ni su edad ni sus cualidades, porque Aduriz se ha ganado el respeto a base de esfuerzo, de ejercer de lo que sabe, de ariete clásico. En su puesto ha marcado  goles de todas las facturas, algunos de ellos preciosos, bastantes -como no podía ser de otra manera- con la cabeza, esa parte del cuerpo que los arietes de siempre tienen, además de para pensar, para culminar el trabajo de sus compañeros.

Larga vida y toda la gloria para Aduriz, y que tras él sigan apareciendo los delanteros centros de antaño, que falta hace.

3 comentarios:

mendizale dijo...

Qué buen artículo, y más para un bilbaino como yo. Gracias por ese "entender de futbol en Bilbao", ojalá nos sirva para ganar el título hoy en juego. Aduriz-Klose, Klose-Aduriz (35 años de edad ambos, y de los mejores arietes)

Modestino dijo...

Pues sí ... ojalá esta noche se cierre la épica. Y hablando de arietes longevos ahora me viene a la cabeza el camerunés Roger Milla ... nada que ver con Klose y Aduriz, no obstante.

Modestino dijo...

Aduriz volvió a ser decisivo ... y a marcar un gol de ariete clásico¡¡¡¡.