Anda medio país revolucionado por las últimas declaraciones de Jordi Pujol; en ellas admite que durante más de 30 años ha tenido dinero ilegalmente en paraísos fiscales, aunque, da la impresión de que para justificarse, hace mención de una antigua herencia y de la falta de tiempo para regularizar la situación. No faltará quien justifique que un político que ha tenido el poder del en su día "Honorable" y que mantiene tanta influencia entre la burguesía catalana y alguno más haya estado incumpliendo las leyes y, de paso, incurriendo presuntamente en conductas de cuando menos apariencia delictiva. A mí hay conductas que me parecen injustificables siempre, en todo caso, máxime si incurre en ellas quien ostenta representación popular, quien ha ocupado un cargo de la trascendencia de la presidencia de la Generalitat. Cada día me viene más a la cabeza el símil evangélico de la aguja y el camello, o el de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio.
No es Pujol, por desgracia, el primer político que incurre en el "pecado" de hacer trampas con el dinero y en el de mentir, pero cuando el affaire anda encabezando los titulares de todos los medios de comunicación, no puedo evitar pensar en esa especie de aureola que se construyó en torno a este señor, que era considerado poco menos que intocable, cuando cualquier duda sobre su quehacer era considerada como un ataque a Cataluña y se le presentaba como adalid de la bonhomía y la ejemplaridad política, a veces con una mirada distante hacia otros foros, como si el resto del mundo fueramos incapaces de exhibir tanta perfección. Una vez más se ha vuelto a construir un ídolo sin recapacitar que no es bueno idealizar a nadie y que con frecuencia, más de la que pensamos, los ídolos tienen los pies de barro.
4 comentarios:
Además es que el poder corrompe y más si dura varias décadas. Un beso.
El poder absoluto corrompe absolutamente ...
Ha sido culpa nuestra; son nuestras cesiones absurdas las que nos destruirán.
Los grandes culpables son los políticos de los grandes partidos nacionales, hace años que a uno y otro lado falta grandeza y sentido de estado.
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