21 de abril de 2014

La tarde negra del pobre Paulao



Paulo Alfonso Santos Junior, conocido en el mundo del fútbol por "Paulao" es un defensa central brasileño que milita en el Betis; se forjó en el Atlético Mineiro, uno de los clásicos de la Liga brasileña y antes de recalar en el equipo verdiblanco dio en Europa unos discretos primeros pasos en equipos medios como el Sporting de Braga de Portugal y el Saint Etienne francés. Paulao es el típico central brasileño: fornido, no muy técnico -en Brasil el arte lo tienen medios y delanteros- y más bien irregular. Eso sí, parece un hombre entregado a la causa y querido por sus compañeros.

El Betis, que el año pasado lo hizo muy bien, está teniendo una liga muy desgraciada; se encuentra hundido en el último lugar de la tabla y casi con los dos pies en segunda división. El domingo pasado Paulao jugaba como central titular de su equipo en el estadio de Vallecas, un campo donde el Rayo Vallecano, a las órdenes de un míster valiente y honesto como Paco Jémez, ha encaminado un año más el milagro de la permanencia; la actuación del brasileño fue deprimente: en el minuto catorce cometió el error de ceder mal un balón a su portero Adán y Rochina, un delantero que jugó media temporada con el Zaragoza el pasado curso, marcó el 1-0, y trece minutos después intentó despejar un centro del rival y marcó en propia puerta el segundo gol del Rayo, un tanto que destrozaba toda opción de su equipo en el partido. Nada más encajar este gol, Paulao se dirigió a su entrenador, el mítico extremo argentino Gabriel Calderón, pidiendo reiteradamente el cambio. Así lo hizo el entrenador en el minuto 31, abandonando el mozo el campo entre lágrimas y acompañado por las palmadas de consuelo de compañeros y rivales.

Estas cosas tiene el fútbol: un día estás en lo más alto, todos te ponen por las nubes y la semana siguiente te conviertes en villano y culpable de todos los males. En el campo, la televisión nos mostró cómo unos y otros se compadecían de Paulao y trataban inútilmente de consolarle, pero en foros y redes sociales el brasileño era vituperado y se le acusaba de torpe, "armario" y cobarde. A mí me parece que éstos no son más que "gajes del oficio", que un error garrafal y un gol en propia portería no son más que desgracias que todo futbolista sufre en alguna ocasión, mientras que la actitud de tirar la toalla y pedir el cambio, por mucho que no sea un ejemplo de fortaleza y solidez interior, no deja de ser una reacción comprensible, una actitud que sin ser ejemplar lo hace más humano.

5 comentarios:

tomae dijo...

Me ha encantado esa visión de la jugada Modestino, dice mucho de tí. También pienso que puede ser un buen apunte para maestros entrenadores y anticipen esas decisiones...

PD. Brunetti, no creo que tu futuro esté ni en la predicción del tiempo ni tocando el tambor :) Feliz Pascua para ti también.

Modestino dijo...

Nunca mejor dicho, "visión de la jugada" ;););)

Brunetti dijo...

Creo que a todos nos ha pasado alguna vez por la cabeza abandonar nuestro puesto de trabajo. Hay días en que no te sale absolutamente nada.

Me dio mucha pena el pobre Paulao. Tendrán razón los que dicen que para llegar a triunfar en el deporte a esos niveles, hay que tener la cabeza muy bien amueblada y saberse abstraer de las críticas, a menudo feroces.

Tomae, te recuerdo que llovió sábado, domingo y lunes. Otra cosa es que el día de la Procesión hiciera una noche primaveral, por suerte para los cofrades y los numerosos asistentes, entre los que intuyo te encontrabas.

Salud!

Modestino dijo...

Críticas feroces ... y con frecuencia poco respetuosas.

paterfamilias dijo...

Y la pena que me dio a mí ;-)