23 de abril de 2014

Autoejemplo, autobombo

En ocasiones te tropiezas con personas que tienden a ponerse como ejemplo en las conversaciones; hablan de las veces en las que alguien ha metido la pata y han tenido que deshacer entuertos, arreglar desperfectos o templar gaitas, de los múltiples logros que han ido obteniendo en su vida, resaltando lo brillantes que fueron en los estudios, lo constantes en sus trabajos profesionales, lo acertados en sus decisiones familiares o profesionales, ... gentes de esas que se dice que no tienen abuela. Uno los escucha y le queda la sensación de que han desarrollado una vida perfecta, sin errores, tropiezos ni desatinos, que siempre han sabido hacer lo que procedía, como si hubieran nacido maduros y hubieran conocido desde el destete todas las claves para salir adelante en la vida. No hay nadie que les gane en sentido del deber, preocupación por el prójimo, acierto en la ecuación de los hijos, fidelidad conyugal, espíritu de iniciativa, ... y si vas de pardillo, ingenuo o contertulio bien dispuesto, corres el peligro de terminar apabullado ante tanta virtud y eficacia. Y ya no digo cuando de ponerse como ejemplo se pasa al más descarado autobombo, momento en el que hay que iniciar un suspiro para que Dios nos coja confesados.

Eso sí, basta con andar atento, con el ojo avizor y los oídos pendientes para descubrir que ni es oro todo lo que reluce ni verdad todo lo que se cuenta ni los más cercanos al sujeto tienen de él una visión tan maravillosa como la propia. El paso de os años, las canas que se peinan y el ardor de estómago que las comidas excesivas no te causan de joven pueden llevarte a cierto escepticismo ante la bondad ajena, incluso a actitudes algo cínicas, y eso no es bueno, pero también te proporcionan experiencia y sabiduría para que no te las den tanto con queso. Al fin y al cabo, somos humanos, y a partir de ahí, si somos capaces de actuar con cierta honestidad, las relaciones de todo tipo comienzan a ser más auténticas y naturales.

9 comentarios:

Susana dijo...

Quien no reconoce debilidades es porque tiene muchas. Un beso.

Brunetti dijo...

Cuando alguien está muy, muy seguro de algo, lo más probable es que le falte información sobre ese tema.

Feliz Sant Jordi (o San Jorge),

interbar dijo...

Sí, parecen incapaces de hablar si no es de sí mismos.

Modestino dijo...

Debilidades tenemos todos, Susana: a veces no somos conscientes y a veces cerramos los ojos. Un beso.

Modestino dijo...

Sabia consideración Brunetti.

Modestino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Es lo se llama encantados de haberse conocido.
En ocasiones encubre complejos no resueltos

Anónimo dijo...

Es lo que se llama encantados de haberse conocido.
En ocasiones encubre complejos no resueltos

Modestino dijo...

Los últimos comentarios, vete a saber por qué, entraron como spam, por eso tardaron en publicarse: mis disculpas.