15 de marzo de 2014

Casi un faraón

Uno de esos personajes míticos que frecuentaban los telediarios de los años sesenta era el presidente egipcio Nasser; para un niño como yo, absolutamente ignorante de los detalles más sencillos de la política internacional, más allá de que había guerra en Vietnam, en Inglaterra había una reina anglicana, en los Estados Unidos un presidente con cara de antipático y en Rusia y China unos individuos bastante malos, Gamal Abder Nsser era un tipo de gran presencia física, muy moreno, con un bigote llamativo y que sonreía bastante. De repente, una noche del mes de septiembre, recién iniciado el curso 1970-71, el Telediario comenzó con la inesperada noticia de la muerte repentina de Nasser a quien un ataque al corazón le había hecho pasar a mejor vida. A Nasser le sucedió Anwar El Sadat y la vida siguió, ignorante en mi caso de la trascendencia del cambio presidencial y de que El Sadat, que moriría asesinado una década después, iba a ser un hombre clave en la paz de la zona donde vivía. La verdad es que entonces yo no tenía ni idea de las ideas de Nasser, es más, pienso que tampoco me importaban demasiado y me contentaba con saber de su existencia y observar que el tipo parecía simpático, no como Breznev, Tito o Mao Tze Tung, que aparecían lejanos, distantes y con cara de pérfidos.
 
Con los años he podido comprobar que la realidad era mucho más rica, que Nasser representaba todo lo contrario de lo que  oficialmente se defendía en España por aquella época, que ideológicamente Nasser andaba bastante cerca de la Unión Soviética -tanto  que llegó a ser nombrado "Héroe de la Unión Soviética"- y que su figura es de una enorme trascendencia no sólo en la historia de Egipto, sino también de todo Oriente Medio. Nasser llegó al poder a través de una revolución que se fraguó en dos tiempos, primero por medio del derrocamiento en 1952 del Rey Faruk, representante de una monarquía desprestigiada que mantenía a su población en la miseria y un año después, siendo vicepresidente de la República,  destituyendo al presidente, general Muhammad Naguib,  que abogaba por la convocatoria de una asamblea constituyente y el restablecimiento de las libertades políticas y asumiendo el mando absoluto del país defendiendo un régimen de unidad y dignificación a través del socialismo.
 
Nasser fue un hombre de un peso político y una popularidad enorme, fue el primer egipcio que gobernaba el país desde los tiempos de los faraones y era capaz de enfervorizar a las masas. Destacó, junto al yugoslavo Tito y el indio Nehru en la llamada filosofía del "neutralismo positivo o movimiento de los no alineados". Su mayor éxito fue, posiblemente, la llamada "Guerra del Sinaí", cuando decidió nacionalizar el Canal de Suez para construir la presa de Assuan, algo que hizo montar en cólera a Inglaterra y Francia, que desplegaron sus tropas por la zona, algo a lo que se sumó Israel, pero el rechazo de USA y URSS desmontó el tema y Nasser se apuntó el éxito. A partir de entonces Nasser se convirtió en referente principal del panarabismo, de orientación socialista y populista.
 
Conforme avanzaba la década de los 60 Nasser fue perdiendo carisma, empezando su declive por su fracaso en intentar convertir su país en fuerza de importancia dentro del comercio del petróleo y culminando con la tremenda derrota sufrida junto a Siria y Jordania en 1967 frente a Israel en la Guerra de los seis días. antes de morir aún tuvo tiempo de influir notablemente en la revolución libia que encabezó Muamar el Gadafi. Nasser murió con 52 años y ejerciendo el poder.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No es que los libros de historia que estudiamos se detengan mucho sobre estos hechos por mucho que las

Anónimo dijo...

consecuencias duren hasta hoy dia

Modestino dijo...

Los que estudiábamos no, y los que estudian ahora me temo que tampoco, pero hurgando por ahí se encuentran textos buenos.