Desgraciadamente la realidad actual es tan triste como incuestionable: crisis, corrupción, conflictos, paro, ... No se si tenemos lo que nos merecemos, y de ser así, si la distribución de las consecuencias del castigo es equilibrada y justa, pero hace tiempo que pasaron los días de vino y rosas y da la impresión de que no acabamos de asimilar los nuevos tiempos, que no nos acostumbramos a vivir de otra manera y aceptar las limitaciones que traen consigo los vaivenes de la vida misma. Pienso que la decepción por haber llegado a esta situación, la desilusión ante determinados comportamientos, las frustraciones y demás consecuencias que traen contemplar el límite al que hemos llegado nos han convertido en potenciales víctimas de la intoxicación, en presas fáciles para creérnoslo todo, sobre todo si es algo negativo y atribuible a quien no piensa como nosotros o, en todo caso, se encuentra en posición económica, de poder o situación más elevada.
Nos han fallado aquéllos en los que confiábamos, y reaccionamos con una indignación, un "cabreo" lógico y comprensible, es más, es posible que a veces sigamos estando como anestesiados, como impasibles ante desmanes y trapisondas, pero también es la hora de demagogos y populistas. Los medios de comunicación, fuerzas necesarias para mantenernos bien informados y denunciar lo que no anda bien, da la impresión de que con no poca frecuencia caen en la tentación de regodearse en las noticias, casi hasta cocinarlas para convertirlas en atractivas, es decir, de asumir la célebre frase de que "la verdad no te estropee una buena portada". Al mismo tiempo, las redes sociales se han convertido en cables transmisores de exclusivas, rumores, interpretaciones, ... haciéndolo muchas veces sin filtro, rigor ni moderación alguna, de tal manera que muchas veces los hechos salen de la fuente de un modo y terminan llegando al quinto o sexto receptor transformados, ordinariamente tras sufrir un proceso de exageración, pues ya se sabe que las "anécdotas tienen vida propia". Por no hablar del fenómeno de nuevas webs y diarios digitales que se han reproducido como por generación espontánea convirtiéndose en fuentes de información que a veces es sesgada y tendenciosa y puede producir indigestiones.
Reitero, ni puedo negar la evidencia ni pretendo defender a nadie, que cada cual asuma sus torpezas y pague por ellas, pero no me cabe la menor duda de que andamos en tiempos de ausencia de rigor, de afición a la "sal gorda", ... en definitiva, que hay intoxicación y que esto es algo que enrarece el ambiente, por mucho de que no hay duda de que ha habido quienes han provocado que la olla ande a punto de reventar.
4 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo. Tanta información desinforma. Un beso.
Además a veces hay ánimo de desinformar.
"Sal gorda" todos los días, a todas horas y en la mayoría de los medios. Pensaba que yo lo percibía así porque estoy saturada de malas-noticias, pero observo que también tú haces hincapié en el tema. Por algo será.
Gracias, Modestino. Eres incombustible;-)
Sal gorda, ausencia de respeto y con frecuencia ignorancia supina ... y que yo me hago mayor ;);)
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