Hay cariños tan evidentes como indiscutibles, casi innatos: el que da la maternidad o la paternidad, también en ocasiones el conyugal, el que tiene su causa en una amistad profunda; son afectos que reunen esas condiciones de incondicional, pleno e irreductible que lo hacen fuerte, a la vez que fortalecen también la relación en cuestión; son cariños que perduran, aunque aparezca la distancia o transcurra el tiempo, que sobreviven incluso a la muerte, ese final de la vida que algunos pensamos que no es más que el principio de todo. Y también hay ocasiones en las que sin sentirlo, incluso en ausencia de cualquier tipo de empatía, las circunstancias te obligan a fingirlo, a mostrar una cordialidad que no sientes interiormente, pero no se trata de una actitud necesariamente criticable pues así lo exige con frecuencia el protocolo, las relaciones sociales o la paz familiar o profesional.
Pero también hay cariños que engañan, por ejemplo los que son interesados; se trata de cariños que duran tanto cuanto dura ese interés oculto, la vigencia del puesto relevante de quien lo recibe o el cumplimiento o incumplimiento de una pretensión concreta. Y también hay cariños oficiales, cordialidades aparentes y sonrisas "Profidén", la de quienes adornan su cara con una sonrisa de la misma manera que se calzan los zapatos, se hacen el nudo de la corbata o se rodean el cuello con un collar de perlas. Yo siempre he tenido conciencia de ser algo ingenuo, aunque haya quien piense que no es así, por eso he caído bastantes veces en el error de considerar que todo el que te sonríe, te da una palmada en la espalda o te paga el café es porque te aprecia, y con los años uno termina comprobando que no es así, que ni siquiera la intensidad del cariño es proporcional a la parafernalia exterior. Recuerdo un sujeto que pululaba por las alturas de una importante institución catalana, alguien cuya sonrisa y cuyo mando me impresionaban, que me trataba con esa paternal actitud que uno un día comprende por fin que no es real, entre otras cosas porque no es ni natural ni sencilla. Existen, no tengo ninguna duda, afectos meramente decorativos, frecuentemente fruto de la displicencia, de ese mirar por encima del hombro de quien cree tener la exclusiva de las virtudes e incluso a veces te mira como quien dice: "ese muchacho ...", porque lo de muchacho lo he escuchado bastantes veces, sin cabar de ver precisamente trigo limpio en quien lo usaba.
Cuando se comienza a peinar canas -o sencillamente a no peinar nada- se tiene el peligro de caer en el escepticismo, en mirar todo con el cristal de quien está de vuelta, y es sin duda un error. Afortunadamente el planeta, incluida la concreta ciudad donde vives, está llena de personajes a los que descubrir, de hombres y mujeres buenos y que no tienen aristas. Pero esos años cargados a las espaldas, tantos que ya comienza a quedar lejano el ecuador de la vida, te enseñan a no fiarte de cualquiera, a ofrecer tu confianza y tu amistad no a quien lo pretende, sino al que entiendes lo merece. La caridad no tiene límites, no cabe tratar mal a nadie, pero que quede claro que uno elige a sus amigos, que la empatía existe.
11 comentarios:
Hace muchos años, mi abuelo Emilio solía decirme:
"Mejor pobre sin penas, que rico y con cadenas".
Han tenido que pasar muchos años para que entendiera el sentido profundo de la frase.
Más de media vida.
Recorrer muchos kilómetros.
Ver muchos accidentes, robos, deshonestidades, mentiras, violencias y mezquindades.
Para al final, llegar al principio, y vivir de forma pobre y sin penas.
Un largo camino.
Yo también he caído a veces en la trampa de ver amistad donde sólo había compromiso. Y ahora también me he vuelto excéptica, pero todavía me pueden engañar. Un beso.
Peor debe de ser pobre y con cadenas, Driver.
Bueno si nos engañan a lo mejor es inevitable, peor sería no fiarse de alguien injustamente.
Si la amistad es comprensión, cariño, amor alegría (y seguro que más cosas que no se me ocurren) no creo que sea posible sostener en el tiempo estos sentimientos de forma ficticia.
...sobre el peinar canas o (nada que peinar) me ha recordado un dicho (no me gustan los dichos, pero este sí)
"La experiencia es como un peine, que te dan justo cuando te empiezas a quedar calvo"
Veronicia, hay auténticos expertos.
Es ley de vida Tomae, uno aprende "a consecuencia de" y no "antes de" ...
Uno de tus comentarios me ha hecho sonreír... porque la verdad es que sí, hay "expertos" en estar cuando las cosas no se complican demasiado. Con el tiempo toman otro rumbo y parece que ahí no ha habido nunca ni un cruce de palabras. No es tanto en el caso que te hayan dado cariño sino cuando te lo han pedido, has estado horas escuchando o ayudando sin importarte el tiempo porque lo hacías de corazón. No sé si es que se considera que ya has cumplido y ya no eres necesario o qué. Duele porque el cariño es cariño. Supongo que el tiempo se encarga de curtir un poco.
Feliz fin de semana, jurisconsulto.
Amigo Driver, ser pobre no es ninguna desgracia, bien cierto es.
Pero, en cuanto te descuidas un poco, puede llegar a serlo....
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