1 de diciembre de 2012

Libros en noviembre


En el mes de noviembre he comenzado a cumplir el propósito de leer más autores nacionales; así he apostado por uno de lo que he leído casi todo, Arturo Pérez-Reverté, otro, Juan Marsé, al que tan sólo había accedido en una ocasión y tengo claro que debería hacerlo más y he leído por vez primera a una de las "estrellas" contemporáneas, Javier Marías, aunque se trate de su primer libro y al parecer no sea representativo de su estilo. Mi debut con Stephen King y un clásico de la novela negra norteamericana han cerrado la nómina lectora del mes de los difuntos.

"Enigma para diablos" es una de esas viejas novelas negras que encontré en mi segunda visita a la librería "Negra y Criminal" de la Barceloneta, el nombre del autor, Patrick Quentin es de esos que mueven a engaño, pues en realidad no es más que el seudónimo utilizado por dos autores de la época: Richard W. Webb y Hugh C. Wheeler. La novela nos cuenta la sorprendente situación en la que se encuentra el protagonista que de la noche a la mañana aparece en una cama con un brazo y una pierna escayolados, sin recordar quien era y con tres mujeres que le aseguran ser su esposa, su madre y su hermana. La trama se desarrolla en tres únicos espacios: la habitación en la que despierta, el resto de la casa y una especie de casa de campo en la que se produce el desenlace final. Se trata de una novela relatada en primera persona, en la que destacan los diálogos y las elucubraciones del citado personaje principal, que mantiene la incertidumbre de la clave del enredo hasta el final y que tiene unos toques de cierto humor negro que contribuyen sin duda a enriquecerla. Una novela entretenida, antigua -se remonta a 1945- y que me ha gustado bastante.

Tengo conciencia de que Juan Marsé es uno de los autores a cuya lectura he de dedicar más tiempo, de hecho hasta ahora solamente había pasado por mis manos el magnífico "Un día volveré" del que ya di cuenta por estos lares, por eso al pasar a finales de octubre por la Biblioteca Pública de Zaragoza me hice con "Ronda del Guinardó", una novela bien breve que ofrece una formidable descripción de la Barcelona más mísera de posguerra. En torno a la zona donde se encuentra la avenida que da título al libro Marsé nos cuenta la relación entre dos personas: Rosita, una huérfana de 13 años y un inspector de policía que la acompaña al Hospital para que reconozca el cadáver de quien puede ser su presunto violador de dos años atrás. Me ha parecido magistral tanto la ambientación del lugar y de la época que hace el autor, un enfrentamiento directo y estremecedor con la miseria y la desolación como la riqueza de los dos protagonistas principales, un policía desarraigado y sin perspectivas y Rosita, un personaje de tintes dickensianos, una auténtica sobreviviente en la que Marsé sabe conjuntar sin que suene a artificial la vida miserable a la que se ve sometida con un innato gracejo y una notable capacidad de tomarse deportivamente la depravación en la que sobrevive. Una novela que disfrutas leyendo y que te anima a seguir insistiendo con Juan Marsé.

"La sombra del águila", como bien explica su autor en el prólogo, no es una novela más de Arturo Pérez Reverté, sino un relato escrito para ser publicado por entregas en un periódico, y solamente el éxito de tal publicación llevó a la editora a convertirlo en libro. Se trata de una novela breve, poco más de 150 páginas, con la agilidad, la riqueza de vocabulario y la contundencia propias del escritor cartagenero. Pérez-Reverté nos cuenta la increíble hazaña de un grupo de prisioneros españoles alistados en el ejército con el que Napoleón invadió Rusia, a quienes su decisión intentar desertar para pasarse al enemigo es confundida por el emperador como un ataque suicida contra los rusos que termina convirtiéndoles en héroes. El equívoco es utilizado por el autor para conformar una especie de tragicomedia en la que no faltan los giros castizos, la ironía más implacable y la configuración de unos personajes geniales. Una novela verdaderamente entretenida en la que Reverté aprovecha para dar una breve lección de historia y, como suele ser habitual en él, desmitificar héroes y tópicos.

No había leído ninguna novela de Stephen King, no me atraen en exceso los libros del tono escatológico y semi-sobrenatural del autor americano y hasta ahora ni me había planteado leer alguno de ellos. Pero cuando vi en las librerías "22/11/63", una novela centrada en el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy, me llamó la atención, al ser un tema que me interesa y decidí leerlo, a pesar de que suponía tragarse 852 páginas y de que King no se bajaba de su tendencia al plantear el tema de un ciudadano que regresa desde el año 2011 al pasado para tratar de evitar el magnicidio de Dallas. En el aspecto positivo de la novela creo que debe incluirse la excelente ambientación que crea al destripar la sociedad norteamericana de la época, la interesantísima descripción psicológica y de carácter de Lee Harvey Oswald y la agilidad con la que narra los hechos. No obstante, me ha parecido que no hacían falta tantas páginas para relatar la historia que el autor nos cuenta y mientras me ha durado la lectura -casi dos meses- no he podido quitarme de la cabeza la sensación de que King jugaba conmigo, como si me encerrara en una ratonera ... no obstante, deja bien claro que pretender cambiar el pasado no es idea aceptable.

De Javier Marías solamente había leído unos cuantos de los artículos que en otros tiempos escribía en "El Semanal"; una redacción excelente, casi perfecta y cierta vanidad indisimulada eran las impresiones que me producía este escritor, hijo del filósofo Julián marías, uno de los pensadores a los que más he admirado. Tenía desde hace años "Los dominios del lobo", su primera novela, escrita a los 19 años y que fue en su día regalo de cumpleaños del gran Tommy, que no es individuo que improvise y frivolice al obsequiar: cuando el ilustre jurista, gastrónomo y cineasta te regala un libro es por algo, no escoge al azar ni a la moda. El primer capítulo de la novela me encantó y lo leí con agrado y fruición; el resto no es que no me gustara, pues está escrito con una agilidad y ritmo que ya hacían intuir la maestría actual, pero me he quedado con la impresión de que Marías iba redactando según le venían a la cabeza historias tremebundas sin excesiva hilazón. No obstante es un libro que entretiene, captura la atención y, por supuesto, no deja indiferente. Todos dicen que se trata de una novela distinta de las que luego ha escrito Javier Marías, ahora toca enfrentarse a uno de sus clásicos -vgr. "Corazón tan blanco"-, a ver si como dice Brunetti, mi otro consejero, me mueve a engancharme a su autor o a huir para siempre.

4 comentarios:

Jorge Orús dijo...

Insiste en Marsé. No te decepcionará. En mi modesta opinión es uno de los más grandes de la literatura contemporánea en español. Le tengo tanta devoción literaria que diría que es el más grande de los escritores españoles en español de la actualidad; por su mundo creativo y por su uso del idioma.

Modestino dijo...

Estoy dudando entre "Últimas tardes con Teresa" y "El embrujo de Shanghai" ... a ver.

Jorge Orús dijo...

Los dos son magníficos, aunque me quedo con "Últimas Tardes con Teresa". Es la obra fundacional del tipo literario del Pijoaparte, el trasunto del charnego con ambiciones. Como suele escribir Enric Juliana Cataluña no es pijoapartes contra nacionalistas, aunque a veces estos últimos parecen empeñados en que sea así. Que disfrutes cualquiera de los dos.

Modestino dijo...

Sí, los nacionalistas no paran de empeñarse en cosas ;)