13 de septiembre de 2012

Los límites de la "hijoputez"


Un viejo jurista, jubilado hace unos cuantos años, hombre comprometido y honesto, tendente al comentario ácido, las frases desmitificadoras y las posturas políticamente incorrectas comentaba hace un tiempo en un conocido programa de televisión que había compañeros suyos cuya trayectoria profesional estaba encaminada a llegar lejos y tener poder, pero él era de los que se conformaban con poder mirarse cada mañana al espejo cuando se afeitaba y decirse a sí mismo: "cuando menos no soy un hijo de puta"; como no escuché la entrevista en cuestión no puedo dar fe de la literalidad de la frase, que pongo tal como me la contaron sin estar seguro de si mi interlocutor le echó o no algo de imaginación. En cualquier caso el comentario casa perfectamente con la personalidad del individuo y da pie a incoar unas cuantas "divagaciones" sin más intención que intentar regar la capacidad de parir ideas de quienes lean ésto.

No me parece mal ejercicio eso de mirarse al espejo y preguntarse si nos podemos considerar o no unos "malnacidos", el problema está en dilucidar cuándo lo somos, o dicho de otra manera, dónde está la frontera, en qué lugar está el punto a partir del cual un alma responsable debería parar el coche y plantearse el camino de regreso, la vuelta a los principios. Vivimos en sociedad, hay gente, más o menos cercana, en mayor o menor medida conocida, a la que afectan nuestros actos, nuestras decisiones y nuestras manifestaciones de voluntad, razón por la que ni todo debería de valer ni parece que tenga necesariamente que ser bueno eso de liarse la manta a la cabeza e ir a por todas cueste lo que cueste.

Hoy en día parece que esa condición de "hijo de tal", dicho siempre en ese sentido figurado que el lenguaje de la calle ha ideado dando bastante en el clavo, viene frecuentemente unida a la ambición, al afán de medrar política, económica o socialmente, el afán de prosperar suele ir acompañado del codazo en la boca, el pisotón al prójimo, la patada al vecino, de manera que para conseguir lo que ansiamos tiende a ser consecuencia irremediable la aparición de cadáveres en el camino. La ambición suele cegar y, con ello, cauteriza conciencias y suspende buenas intenciones; y esa ambición no cabe limitarla a quienes se pasean por las alturas institucionales o las cimas empresariales, pues también una Junta de vecinos, un club deportivo o una asociación de barrio te pueden convertir en genuino hijo de la gran gusana y con ello oscurecer el espejo de tu cuarto de baño.

Pero el itinerario de acceso a la condición de "hijo de puta" es plural, mucho; uno puede acceder por la vía del machismo, el de quienes consideran a la mujer como un objeto de disfrute y la maltratan, la ningunean o se limitan a observarla en el bus, en la calle o al otro lado de la barra del bar con mirada que esconde tanto deseos sucios como conciencia de posesión. También por la del fanatismo político que ciega, que desprecia a quienes piensan de otra manera, no hablan el mismo idioma o han nacido más allá de una frontera, o por la del poder que da un puesto determinado, que entre los jefes hay unos cuantos de éstos, de los que caen en la tentación de desahogar en sus subordinados las frustraciones familiares o personales, y es que no hay nada que pueda transformar más a una persona, para mal, que el darle poder, el ponerle en disposición de poder pisar a otro, algo de lo que saben mucho quienes han partido del odio y han esperado su ocasión agazapados en la mata del resentimiento.

Si lo piensas bien, las vías de llegar hasta aquí son amplísimas, pero no es menos cierto que el antidoto sigue siendo sencillo; ya hace más de 20 siglos alguien nos explicó lo del mandato único, eso de que la caridad es lo importante, a pesar de lo cual llevamos milenios cayendo en el error tanto de no hacerle caso, como de añadir anexos y complementos a ese mandato único. Hace muchísimos años tuve el privilegio de presentar en Tarragona la conferencia dada por una monja barcelonesa -creo recordar que se llamaba Ángela o parecido- que había dedicado si vida a atender a los enfermos terminales de SIDA en las zonas más conflictivas de la ciudad condal; y dijo algo que lo puede resumir todo: cuando ves una persona así basta con pensar que es como tú, que es tu hermano, que es un hijo de Dios para no sólo sentirte obligado a ayudarle, sino desear hacerlo. Intentar andar por la vida con esta disposición asegura que al mirarnos al espejo tras levantarnos cada mañana veamos alguien ojeroso, medio dormido, tal vez más viejo que ayer, pero no un "hijoputa".

15 comentarios:

dolega dijo...

Tú lo has definido perfectamente.
Los caminos para llegar hasta ahí son amplísimos y es difícil pasar el test.
Creo que es que anda diciendo esas cosas, no tiene muy seguro lo que ve por las mañanas.
Besazo

Modestino dijo...

Es que por las mañanas y a primeras horas uno anda seguro de muy pocas cosas, si es que anda de alguna.

paterfamilias dijo...

Me ha encantado esta entrada. Magnïfica y profunda

Modestino dijo...

Gracias Pater ... me daba cierto respeto poner ese título, pero no encontré otro más elocuente.

Susana dijo...

Precisamente hoy en misa hablaban de amar a los enemigos. Y decían que no vale callarse porque no te queda más remedio. A la persona que te maltrata tienes de devolverle amor. Si todos hiciéramos lo mismo, el mundo sería distinto. Un beso.

Tommy dijo...

¿No tenías ninguna foto distinta de la de Darth Vader para ilustrar el post?

Driver dijo...

Hablas de principios, del camino por donde se pierden.
Y yo, cabezón empedernido, busco la forma de andar ese mismo camino al revés.
De momento, estoy como naúfrago en una isla misteriosa, donde me he perdido con la intención de buscar.
Te invito a recorrerla en mi compañía.
Es una aventura con bastante ambición, donde me voy a dejar la piel.
Te espero en mi isla.

Modestino dijo...

Nada fácil el planteamiento, Susana.

En cuanto a la foto, esta tarde procuraré poner una mejor.

A ver si te sigo Driver, todo un reto.

Modestino dijo...

Al principio, Tommy, pensé que no te gustaba esa foto concreta de Darth Vader e iba a buscar otra del mismo personaje, ... ahora creo interpretar que más bien querías otro "joputa" ... ¿tal vez Bolinaga? ... algún radical del noreste? ....

tomae dijo...

Cuando he leído este magnífico post así como los comentarios iba a comentar que me parece haber visto algún reportaje donde el mismo Lenon decía de su banda, que eran los mayores hijos de puta del mundo.

Dicho lo anterior veo que en sentido estricto de la expresión abarcas un espectro de personajes que más vale no tenerlos cerca. Pero ya que el término tiene su miga y casi siempre no ofende el buen nombre de la madre de los afectados; me gustaría añadir alguna que otra variedad del mismo… Tú mismo has apuntado al “hijoputa” al que no considero que se le pueda otorgar tanta maldad como al “Auténtico hijo de puta” incluso existe el “joputa” que alguien diría que puede otorgarse el apelativo en términos de compadreo.

Pero si profundizamos en el tema –y podría ser una segunda parte para el post de hoy- creo que merece una mención especial el HIJO DE LA GRAN PUTA (creo que debe ir en mayúsculas)

Puede parecer que muchos de los personajes que podrían formar parte en tu post de hoy sean candidatos a recoger ese título; aunque estoy convencido que solo serían candidatos pues el verdadero H.D.L.G.P puede ser alguien que sin ánimo de ofender a nadie y curiosamente sin provocar malicia se encuentra en una situación tan especial, aquella que sólo ocurre cada x años, que le hacen merecedor de ese título. A mí se me ocurre, por poner un ejemplo ilustrativo y dado que eres un experto en la materia a aquel jugador de fútbol que en el último momento consigue el GOL por lo que unos claman y otros sienten como la derrota abofetea sus caras… el típico gol imposible, el más difícil, en que entra por la escuadra incluso agujereando la red de la portería, como insultando al equipo contrario, que obviamente pierde el campeonato.

Perdona la extensión.

Modestino dijo...

A veces considerar a alguien un hp hasta puede tener tintes cariñosos.

Anónimo dijo...

Modestino me parece que te has pasado un poco con lo de Bolinaga, o es que se te ha olvidado lo de "ya hace más de 20 siglos alguien nos explicó lo del mandato único"

Modestino dijo...

Tienes razón ... todos tenemos debilidades. De Bolinaga ya hablé hace unos días, a mí no me escandaliza que lo suelten, lo que no me gusta es ese tratamiento de héroe.
Pero sí, no cuadra con el final del hilo ... Lo siento.

Anónimo dijo...

En mi negocio además de que campan hijos de puta a sus anchas y los hay a manta; que le voy a hacer me dedico a lo mismo o parecido que el viejo jurista jubilado...
Ante casos y personas me planteo si con mi conducta dejo un mundo mejor o fomento el caos; si lo que yo hago es un granito de arena en la balanza del mal o del bien.
Cuantas noches de insomnio por culpa de tener principios y saber que si los rompo no me lo podré perdonar...

Modestino dijo...

No hay otro camino, adelante!