21 de octubre de 2011

"¿Es lo mejor enemigo de lo bueno?



Una vez escuché a alguien decir eso de que lo mejor es enemigo de lo bueno: me gustó la idea y la incorporé a mi disco duro; eso sí, me parece que debe de ser bueno darle un poco de vueltas a la cabeza sobre la interpretación que se puede dar a tal concepto, y sobre todo cómo saber administrar la idea para que no se convierta en excusa para la chapuza y la ligereza. Hace ya mucho tiempo que me encuentro entre quienes piensan que el perfeccionismo tiene más de peligro que de ventaja y que puede ser tan nocivos el descuido, la vagancia y el desorden como esa especie de afán que les entra a algunos de no darse nunca por satisfecho.

No tengo ninguna duda de que en el trabajo, en las relaciones humanas y familiares, en el ejercicio de la amistad, en el comercio y la empresa, ... en cada lugar no debe escatimarse el esfuerzo, la entrega y el espíritu de servicio, que, por ejemplo, muchos de los problemas de la Administración pública se arreglarían -o al menos se reducirían- intensificando la utilización de tales virtudes. Pero siento auténtico pánico cuando me enfrento a quienes no se conforman con nada, personas que, muchas veces sin ser capaces de valorarte lo que has hecho, parece que tienen la irresistible necesidad de encontrar las más mínimas pegas o necesitar esos aborrecibles últimos empujones, como si pretendieran dar a entender que la insatisfacción es una forma más de demostrar su virtud.

No lo puedo evitar, hay personajes que me causan ansiedad; evidentemente, pueden ser mucho peores el vago, el chapucero, el que trabaja sin importarle un pimiento hacerlo de una u otra forma, pero dudo de la virtud de quien dedica excesivo tiempo a pensar si la tarea hecha es suficiente o hay que perfeccionar alguna cosa. Intuyo que en ocasiones estas actitudes esconden cierta necesidad de autosatisfacerse, alguna inclinación a la manía e incluso cierto toque de regocijarse con el propio poder.

La frase que da título a mi entrada no debe tomarse como una regla general, pero que Dios conserve -y aumente- a quienes saben comprender, son tolerantes, no se excitan por las grandes perfecciones y saben dar a cada cosa la importancia que tiene.


12 comentarios:

paterfamilias dijo...

Quizá encierra también una inseguridad, ¿no?

Modestino dijo...

Es posible, la inseguridad reclama a veces excesivas "seguridades".

Susana dijo...

Es importante también disfrutar de lo que haces y, siendo demasiado exigente, no lo disfrutas.

Modestino dijo...

Corres el peligro de vivir permanentemente agobiado por tus obsesiones.

Anónimo dijo...

No te agobies, si tienes algún jefe, pariente o amigo de esas características, lo mejor es plantearle dudas, que parezca que no puedes seguir adelante con un asunto si antes él no se moja y decide.
Ante la responsabilidad,será él quien sufra la ansiedad.
En muchos casos son exigentes y perfectos con lo que por ellos mismos son incapaces de hacer o conseguir.

Maireen dijo...

Da bastante lástima encontrarte de vez en cuando a un alumno de secundaria que, por él o por imposición de sus padres, no se conforma con menos del sobresaliente. Tengo ahora una alumna de 13 años que es así. Está siempre como tensa, no sonríe nunca, y en vez de disfrutar como le permitirían su inteligencia y su capacidad, da la impresión de que la clase es un martirio.

Modestino dijo...

Recuerdo que hace unos años di un curso al que asistían abogados; en un descanso en el que recordábamos a los profesores de la carrera uno comentó que al catedrático de Derecho Penal -un hombre con fama de "hueso"- le dijo que si le iba a poner notable, prefería que le suspendiera y volvería en septiembre para pelear por el sobresaliente ... me pareció un farol más bien ridículo, además de que no me lo acabé de creer.

mujer prevenida vale por dos dijo...

Para mi las personas excesivamente perfeccionistas me resultan demasiado controladoras y faltas de espontaneidad...
Yo tan contradictoria en algunas facetas de la vida he sido muy controladora eso era síntoma solo una gran falta de libertad en muchos aspectos que compensaba de ese modo...
Ahora sigo igual de contradictoria pero ni me martirizo ni agobio a nadie, y por supuesto resulto muy estresante a quien es tan controlador escapando como agua entre las manos a esas rigideces.

Modestino dijo...

De los "controladores", libera nos Dómine!

Anónimo dijo...
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Brunetti dijo...

Con lo fácil (al menos, en apariencia) que es vivir y dejar vivir.

Carpe diem.

Hasta el mismísimo Rey León ya lo decía: "Hakuna matata".

Pero no. Tenemos que estar todo el santo día tocándole los bemoles al de al lado.

Suerte que ya es viernes y que por aquí hace una tarde espléndida, con lluvia y fresquito. ¡Ya era hora, hombre!

sunsi dijo...

Qué tarde llego, Modestino. Cuando escuché por primera vez esta frase, no la entendí. Lo mejor siempre es mejor, pensé. Pues no. Si es a costa de un continuo flagelo... no. Creo que tiene bastante que ver con no querer aceptar que tienes limitaciones y que cada uno llega donde puede llegar.Y aquí paz y después gloria. Forzar la máquina de uno... ¿igual es orgullo? Querer forzar a los demás ¿imposición? ¿incomprensión?

Un saludo con retraso, Modestino.