Pablo García Castany llegó al Real Zaragoza en un momento difícil; terminada la hasta entonces época más gloriosa del club, la de los 5 magníficos, el equipo había entrado en una fase de decadencia que culminó con el descenso del club a 2ª División en mayo de 1971. A la ruina deportiva se sumaba la económica y los aficionados tuvieron que sufrir hasta la humillación de ver como eran embargados los trofeos que años antes se habían conseguido con esfuerzo y brillantez. La plantilla estaba descapitalizada y el club, al que acababa de llegar un joven y audaz presidente llamado José Ángel Zalba, no estaba en condiciones de gastarse un duro en reforzar la plantilla. Por eso la llegada de García Castany acabó siendo la novedad más brillante del nuevo Zaragoza que tenía el reto de recuperar la categoría perdida; el jugador, nacido en Gerona, había debutado en el primer equipo del F.C. Barcelona, si bien jugadores de la talla de Juan Carlos, Marcial, Asensi, Martí Filoxía, Zabalza y Fusté le tapaban Su proyección como centrocampista. Al chico le correspondía hacer el servicio militar en Zaragoza y Zalba no desaprovechó la oportunidad de lograr la cesión del jugador. Eran tiempos de buenas relaciones con los equipos grandes, amen de que la desgracia de un histórico no dejaba de ser motivo de cierta compasión, de hecho el propio Barça jugó ese verano gratuitamente un amistoso en La Romareda.
García Castany era un jugador de una planta excepcional, medía más de 1,80 cm y tenía una potencia notable; pero no se trataba del típico centrocampista trotón y luchador, sino que a su potencia unía una técnica depurada, poseía un toque de balón excelente, dominaba el pase a larga distancia, centraba de miedo y estaba dotado de un disparo durísimo que propició un buen número de goles para el equipo. Otra de las virtudes que me encantaban del jugador catalán era el ritmo especial que tenía, conducía el balón de maravilla y era capaz de superar al jugador rival a base de potencia y cambio de ritmo. Su puesto era el típico de interior derecha y era frecuente verle avanzar por su lado de una forma que le hacía imparable. Nunca olvidaré una jugada en un encuentro jugado en la tercera jornada de la Liga 1972-73 frente al Deportivo de la Coruña, García Castany recogió un balón en la zona izquierda de medio campo, fue regateando jugadores con una elegancia sublime hasta el lateral del área donde dio el pase de la muerte al ariete paraguayo Ocampos que remató a la red el tercer gol de los blanquillos, la ovación del público fue apoteósica, aunque en el programa deportivo de TVE del domingo por la noche solamente repitieron el final de la jugada: si la hubiera hecho Amancio o Velázquez nos hubieran tenido la semana entera observándola.
El gran momento de García Castany con la elástica blanquilla fue sin duda el "hat trick" que le hizo al Real Madrid ese 30 de abril de 1975 en el que el Zaragoza le endosó un rotundo 6-1 al Madrid de Santillana, Netzer, Breitner y Miljanic que acababa de ganar la Liga en el viejo estadio de Atocha. Fue un partido memorable que quienes ya seguíamos al Zaragoza en aquellos viejos tiempos no olvidaremos nunca, y que incluso sirvió para que algún ciudadano del Principado vecino se incorporara ya para siempre a la legión de seguidores blanquillos. Tengo grabados en la cabeza los tres goles del catalán: un primero en disparo raso al lanzar una falta en la frontal del área, el segundo de tiro cruzado tras un quiebro genial en el área y el tercero de tiro en posición inverosimil, casi desde la raya del corner. Pero sería injusto reducir la gloria del jugador a ese encuentro concreto, porque García Castany fue muchísimo más, incluso le recuerdo otro hat-trick un par de temporadas antes en una fría tarde de noviembre en La Romareda frente al Athletic de Bilbao, un partido que en el descanso andaba sin goles y que terminó con victoria zaragocista por 3-2. Castany no fue flor de un día y a lo largo de tres temporadas -de 1972 a 1975- el jugador de Girona fue uno de los pilares sobre el que se sostenía un Zaragoza que jugaba como los ángeles y practicaba un fútbol tremendamente ofensivo; en el equipo de los zaraguayos la fama se la llevaron los excelentes jugadores sudamericanos de la plantilla, muy en especial un Arrúa y un Diarte que se hincharon de acciones espectaculares y goles abundantes y decisivos, pero su éxito no hubiera sido posible sin la influencia de tres españoles que sostenían el equipo de Carriega por el centro: José Luis Violeta, "El león de Torrero", todo una explosión de potencia, dominio de su posición y compromiso, Javier Planas, un jugador inteligente, perfectamente colocado en el campo y con buena técnica y García Castany, la clase al servicio del conjunto y un hombre que corría kilómetros en cada partido.
Pero García Castany también prestó otra clase de servicios a su club; el equipo de los "zaraguayos" se rompió enseguida: Planas se destrozó la rodilla en un bolo veraniego de agosto de 1975 y Arrúa, que no había querido operarse al finalizar la temporada del subcampeonato tuvo que acabar pasando por el quirófano en el mes de octubre del mismo año. Si añadimos que Violeta iba cumpliendo años y que los nuevos fichajes no tenían la calidad de aquellos a los que habían de suplir, solamente quedaba el catalán como alma del equipo. Y García Castany tenía molestias musculares habituales, viéndose obligado a jugar cada domingo con ellas durante dos temporadas (1975-76 y 1975-77), cosa que hizo por amor al club, sin un mal gesto ni una mala palabra y aceptando ser criticado por haber bajado su rendimiento. A pesar del sacrificio del jugador, el equipo, con nombres de la talla de Jordao, Arrúa, Planelles, Pepe González, Rubial, Porta, Junquera, ..., terminó bajando a 2ª División un fatídico día de mayo de 1977. El catalán ya se pudo operar, y en la temporada siguiente en la división de plata, a las órdenes de Arsenio Iglesias, volvió a ser el formidable jugador de siempre; recuerdo que reapareció muy avanzada la primera vuelta y que hubo un antes y un después en la trayectoria del equipo blanquillo a partir de su incorporación a la alineación titular.
Con el equipo nuevamente en primera, la directiva escogió al yugoslavo Vujadin Boskov como nuevo mister, habiendo decidido éste encomendar a García Castany el liderazgo del equipo en su nueva andadura en primera, junto a jóvenes valores como Pichi Alonso, Víctor Muñoz, Jesús India, Pérez Aguerri, Angel Lafita -padre-, Paco Güerri, ... pero en un partido del Trofeo Ciudad de Zaragoza frente a un equipo búlgaro llamado FK Trepca Mitrovica, el jugador se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla y, cuando a los 31 años aún estaba en condiciones de lucir su calidad y su potencia, decidió colgar definitivamente las botas. Fue una decisión tan triste como sabia, algo normal en un jugador que fuera de los terrenos de juego era un hombre elegante, discreto y culto, licenciado en Derecho y capaz de mantener una conversación medianamente interesante. Creo que lo más injusto de su vida profesional fue el que no llegara a la selección nacional, porque condiciones le sobraban; al cabo de 33 años de su retirada, lo injusto sería que el zaragocismo olvidara a un jugador excepcional.
García Castany era un jugador de una planta excepcional, medía más de 1,80 cm y tenía una potencia notable; pero no se trataba del típico centrocampista trotón y luchador, sino que a su potencia unía una técnica depurada, poseía un toque de balón excelente, dominaba el pase a larga distancia, centraba de miedo y estaba dotado de un disparo durísimo que propició un buen número de goles para el equipo. Otra de las virtudes que me encantaban del jugador catalán era el ritmo especial que tenía, conducía el balón de maravilla y era capaz de superar al jugador rival a base de potencia y cambio de ritmo. Su puesto era el típico de interior derecha y era frecuente verle avanzar por su lado de una forma que le hacía imparable. Nunca olvidaré una jugada en un encuentro jugado en la tercera jornada de la Liga 1972-73 frente al Deportivo de la Coruña, García Castany recogió un balón en la zona izquierda de medio campo, fue regateando jugadores con una elegancia sublime hasta el lateral del área donde dio el pase de la muerte al ariete paraguayo Ocampos que remató a la red el tercer gol de los blanquillos, la ovación del público fue apoteósica, aunque en el programa deportivo de TVE del domingo por la noche solamente repitieron el final de la jugada: si la hubiera hecho Amancio o Velázquez nos hubieran tenido la semana entera observándola.
El gran momento de García Castany con la elástica blanquilla fue sin duda el "hat trick" que le hizo al Real Madrid ese 30 de abril de 1975 en el que el Zaragoza le endosó un rotundo 6-1 al Madrid de Santillana, Netzer, Breitner y Miljanic que acababa de ganar la Liga en el viejo estadio de Atocha. Fue un partido memorable que quienes ya seguíamos al Zaragoza en aquellos viejos tiempos no olvidaremos nunca, y que incluso sirvió para que algún ciudadano del Principado vecino se incorporara ya para siempre a la legión de seguidores blanquillos. Tengo grabados en la cabeza los tres goles del catalán: un primero en disparo raso al lanzar una falta en la frontal del área, el segundo de tiro cruzado tras un quiebro genial en el área y el tercero de tiro en posición inverosimil, casi desde la raya del corner. Pero sería injusto reducir la gloria del jugador a ese encuentro concreto, porque García Castany fue muchísimo más, incluso le recuerdo otro hat-trick un par de temporadas antes en una fría tarde de noviembre en La Romareda frente al Athletic de Bilbao, un partido que en el descanso andaba sin goles y que terminó con victoria zaragocista por 3-2. Castany no fue flor de un día y a lo largo de tres temporadas -de 1972 a 1975- el jugador de Girona fue uno de los pilares sobre el que se sostenía un Zaragoza que jugaba como los ángeles y practicaba un fútbol tremendamente ofensivo; en el equipo de los zaraguayos la fama se la llevaron los excelentes jugadores sudamericanos de la plantilla, muy en especial un Arrúa y un Diarte que se hincharon de acciones espectaculares y goles abundantes y decisivos, pero su éxito no hubiera sido posible sin la influencia de tres españoles que sostenían el equipo de Carriega por el centro: José Luis Violeta, "El león de Torrero", todo una explosión de potencia, dominio de su posición y compromiso, Javier Planas, un jugador inteligente, perfectamente colocado en el campo y con buena técnica y García Castany, la clase al servicio del conjunto y un hombre que corría kilómetros en cada partido.
Pero García Castany también prestó otra clase de servicios a su club; el equipo de los "zaraguayos" se rompió enseguida: Planas se destrozó la rodilla en un bolo veraniego de agosto de 1975 y Arrúa, que no había querido operarse al finalizar la temporada del subcampeonato tuvo que acabar pasando por el quirófano en el mes de octubre del mismo año. Si añadimos que Violeta iba cumpliendo años y que los nuevos fichajes no tenían la calidad de aquellos a los que habían de suplir, solamente quedaba el catalán como alma del equipo. Y García Castany tenía molestias musculares habituales, viéndose obligado a jugar cada domingo con ellas durante dos temporadas (1975-76 y 1975-77), cosa que hizo por amor al club, sin un mal gesto ni una mala palabra y aceptando ser criticado por haber bajado su rendimiento. A pesar del sacrificio del jugador, el equipo, con nombres de la talla de Jordao, Arrúa, Planelles, Pepe González, Rubial, Porta, Junquera, ..., terminó bajando a 2ª División un fatídico día de mayo de 1977. El catalán ya se pudo operar, y en la temporada siguiente en la división de plata, a las órdenes de Arsenio Iglesias, volvió a ser el formidable jugador de siempre; recuerdo que reapareció muy avanzada la primera vuelta y que hubo un antes y un después en la trayectoria del equipo blanquillo a partir de su incorporación a la alineación titular.
Con el equipo nuevamente en primera, la directiva escogió al yugoslavo Vujadin Boskov como nuevo mister, habiendo decidido éste encomendar a García Castany el liderazgo del equipo en su nueva andadura en primera, junto a jóvenes valores como Pichi Alonso, Víctor Muñoz, Jesús India, Pérez Aguerri, Angel Lafita -padre-, Paco Güerri, ... pero en un partido del Trofeo Ciudad de Zaragoza frente a un equipo búlgaro llamado FK Trepca Mitrovica, el jugador se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla y, cuando a los 31 años aún estaba en condiciones de lucir su calidad y su potencia, decidió colgar definitivamente las botas. Fue una decisión tan triste como sabia, algo normal en un jugador que fuera de los terrenos de juego era un hombre elegante, discreto y culto, licenciado en Derecho y capaz de mantener una conversación medianamente interesante. Creo que lo más injusto de su vida profesional fue el que no llegara a la selección nacional, porque condiciones le sobraban; al cabo de 33 años de su retirada, lo injusto sería que el zaragocismo olvidara a un jugador excepcional.
6 comentarios:
Aún recuerdo los titulares de prensa del hat-trick: el gran castanyazo, decían. Qué partido, realmente para no olvidar. Y encima contra el Realísimo...
El 6-1 se repitió hace 5 años con los Milito, Ewerthon, Cani, César Sánchez, Celades, Zapater, ... Ahora los 6 nos los endosan Madrid y Barça cada dos por tres.
La gente, Carriega y periodistas incluidos, siempre pronunciabamos "Castani" y no "Castayn" como era lo correcto, algo que el bueno de Pablo nunca corrigio -que yo sepa- imagino que dandolo por inútil.
También en aquellos tiempos le dirían que era de Gerona, y no de Girona, y seguro que tampoco le corregía a nadie. Anyway...
Por supuesto. García Castany reconocía entonces ser católico e ir a Misa, vete a saber sí ahora sería eso lo políticamente incorrecto.
Ahora me entero de que no es un "hadr-trick" sino hat trick
(lo que se deben reir conmigo porque no me corrigen, me dejan decir estas cosas y quedarme tan contenta...)
Lo que estás aprendiendo amiga Veronicia, :)
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