23 de octubre de 2013

Los que se apuntan al carro



En los últimos tiempos ha arraigado en muchos el tic del "yalodecíayo"; desde que se acentuó la crisis dejamos de vivir en los mundos de yuppie y muchas mañanas nos despertamos con noticias tremendas que hablan de paro, déficits crecientes, corrupción a "tutiplén", trampas, abusos y demás. Parece que se nos han derrumbado los mitos, despertado la conciencia crítica -buena cosa sería si encaminaramos bien el tema y nos autoincluyéramos- y nos hemos apuntado a la fila de la indignación. Tengo bien claro que hay motivos para tanto enfado y desilusión, aunque en ocasiones no pueda evitar sorprenderme escuchando y leyendo según que cosas a según quienes.

Soy aficionado a escaparme en cuanto tengo un rato a las librerías locales y cercanas para dedicar un tiempo al cotilleo literario en torno a los últimos libros y publicaciones salidos al mercado, garbeo que también caigo en la tentación de efectuar vía internet: uno se sorprende comprobando la cantidad de blogs y páginas web dedicadas a hablar de libros y es buena tarea seleccionar los mejores. Me ha llamado la atención la gran cantidad de libros, generalmente bastante breves de extensión, escritos por literatos, sociólogos, politólogos, periodistas y demás dedicados al análisis de la actual crisis social, política y ecónomica; en ellos se realizan diagnósticos en plan "yo tenía la clave y no me hicieron caso", se critica sin piedad todo lo hecho hasta ahora -por supuesto sin distinciones ni matices- y se invita a la revolución, aunque no todos interpretan el término y la forma de realizarla de la misma manera. Por supuesto, habrá que aprender a separar el grano de la paja, no habremos de ser tan cazurros como para cerrar los ojos a lo que se ha hecho mal y podremos encontrar entre tanta publicación "indignada" autores que verdaderamente tienen cosas que decirnos y soluciones honestas e inteligentes que aportar. Pero no tengo ninguna duda de que estos tiempos, muy adecuados para innovar, proponer y promover cambios -a ser posible a mejor- y abrir los ojos a quienes han estado obnubilados por burbujas de todo tipo, también son propicios para que proliferen vendedores de humo, inventores de la historia y aprendices de jacobinos.

En todas las situaciones surgen los oportunistas, y de la misma manera que ante unos juegos olímpicos o un mundial de fútbol, baloncesto o hockey hierba unos cuantos caen en la tentación de endosarnos tratados sobre el olimpismo o los deportes colectivos escritos con tanta improvisación como falta de rigor y conocimientos, también en los tiempos convulsos aparecen aprendices de redentores que, en términos evangélicos, casi podemos definir como falsos profetas.

4 comentarios:

Susana dijo...

Yo lo que no entiendo es cómo publican tantos libros sin sustancia. Un beso.

Anónimo dijo...

Se sobrevalora la causalidad( yo fiel "austeriana" creo en el azar) y reconozco que esa sobrevaloracion viene de nuestra propia necesidad de sentirnos seguros.

Modestino dijo...

Se ve que publicar un libro debe de ser asequible, Susana.

Modestino dijo...

Un debate "austeriano" seguro que anima a unos vuantos visitantes habituales de este blog.