8 de octubre de 2013

La promesa de un púgil

En los años 60 y 70 el boxeo era un deporte popular; aunque imagino que quien más quien menos se daba cuenta de los inconvenientes de entretener a la gente con dos tipos cruzándose guantazos, los combates se llenaban de espectadores, los grandes púgiles eran prácticamente unos ídolos de masas y la peleas más importantes se televisaban a toda España sin que el rigor con el que se te impedía ver según qué películas o programas alcanzara a este deporte. Los palacios de deportes, las plazas de toros, los polideportivos, ... se convertían determinadas noches en sedes de enfrentamientos entre una especie de gladiadores del siglo XX con calzón brillante y guantes almohadillados. Fueron los tiempos en los que el hispano-cubano José Legrá ganó en varias ocasiones el Mundial de los plumas para perderlo en seguida, donde vibramos con los tres míticos y polémicos combates entre Mando Ramos y Pedro Carrasco por el título mundial de los ligeros y en los que toda España contuvo el aliento con el artificial lanzamiento de José Manuel Ibar "Urtain" como sucesor del gran paulino Uzcudun en el trono nacional de los pesos pesados. Nombres como los citados, Fred Galiana, Miguel Velázquez, Domingo Barrera Corpas, Ben Alí, Juan Albornoz "Sombrita", el sordomudo José Hernández, Tony Ortiz, Dum Dum Pacheco, Bob Allotey o el zaragozano Perico Fernández tuvieron en su momento un predicamento equiparable al que puedan tener ahora Alberto Contador, Andrés Iniesta o Fernando Alonso, salvando si se quiere las distancias.

A principios de la década de los 70 se incorporó a la nómina de boxeadores con futuro un vizcaíno de aspecto rudo y serio llamado Agustín Senin; buscando en los pocos reductos que sobre el tema del boxeo hay en internet he descubierto que el mozo, como tantos otros, encontró en este deporte la forma de superar el ambiente pobre y duro en el que creció. Había nacido en 1946 en la popular calle de Las Cortes, en el barrio chino de Bilbao, conocido popularmente como "La Palanca". En un excelente blog sobre historia y deportes de un tal César Estornés he encontrado estos datos y otros que me han ayudado a conocer más a este personaje que en los primeros años 70 entró a formar parte de la nómina de deportistas que me llamaban la atención por conseguir títulos importantes para España. Quien quiera profundizar en los orígenes, vida e inicios profesionales de Agustín Senin tiene a su disposición un magnífico post en el blog citado:
http://memoriasclubdeportivodebilbao.blogspot.com.es/2011/01/senin-en-el-pesaje.html.

Pero el recuerdo relativo a Agustín Senín que me ha movido a convertirle en protagonista de esta entrada es la promesa que hizo el hombre en su día, una especie de voto que reflejó toda la prensa de la época y cuyo tenor quedó perfectamente vivo en mi memoria. Tras proclamarse campeón de España de los pesos gallos y hacerse indiscutible en dicho trono, el 10 de agosto de 1971 Senín tiene la gran oportunidad de su vida al poner esa fecha el título en juego el vigente campeón europeo de la categoría, el inglés Alan Rudkin, en la Plaza de Toros de Vista Alegre de Bilbao y haber sido designado el púgil vasco aspirante al mismo. Un par de semanas antes de celebrarse el combate Agustín Senín proclama públicamente estas sorprendentes palabras: "Si gano el título me cortaré el pelo e iré un mes a un convento. No es una chifladura, sino una promesa que me he hecho y cumpliré." Recuerdo que semejante declaración dio la vuelta a España y todos se hicieron eco de una decisión tan original. En aquella época yo era un ingenuo muchacho de 12 años e imagino que por no leer bien la noticia me quedé con la idea de que el hombre, de ganar, pensaba ingresar definitivamente en sede religiosa, quizá con la afianzada idea de que estas cosas eran para toda la vida. La cuestión es que él bilbaíno se impuso rotundamente al británico, con lo que hubo gran expectativa para saber si iba a cumplir lo prometido.

Senín era un hombre serio, y el ABC del 13 de agosto de 1971 dejaba constancia de que Agustín Senín había anunciado que ese mismo fin de semana se retiraría a un convento y que en tal sentido se iba a entrevistar con el padre prior; no he conseguido encontrar noticias relativas a la concreta entrada y salida del púgil en el convento ni al nombre y localización de éste. Ya se ve que el hombre tenía prisa por demostrar su honestidad, no sólo por la formalidad que eso suponía sino porque imagino que debería estar preparado cuanto antes para defender su título europeo, algo que hizo con éxito en dos ocasiones: por puntos frente al francés Guy Caudron en Barcelona y por retirada ante el italiano Antonio Sassarini en la localidad de La Spezia, en la región italiana de Liguria. Pero esto no quiere decir que Senin perdiera posteriormente el título, sino que, demostrando que además de cumplir sus promesas y ser alguien serio y discreto, era inteligente, supo retirarse a tiempo, cuando aún no estaba afectado por los golpes. El palmarés de Senín es espectacular: 43 combates, de los que ganó 42 y no perdió ninguno, pues su único "pinchazo" fue un combate nulo en Bilbao el 19 de abril de 1968 frente a un tal Manolín Alvarez. Semejantes números solamente están a la altura de grandes campeones como Rocky Marciano y el húngaro Laszlo Papp.

En la actualidad Agustín Senín, a quien llamaban "el tigre de Irala", regenta una peluquería de señoras en Bilbao, demostrando que es uno de esos pocos boxeadores que supieron colgar los guantes a su hora y prepararse una vida tranquila en el futuro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

En españa la pasión por el boxeo actualmente es incomprendida, pertenece a otra época, en cambio en otros países como USA parece que sigue teniendo afición.

Modestino dijo...

El boxeo supone la existencia de dos hombres dándose tortazos, haciéndose daño y, probablemente, dejando en el cerebro heridas incurables.

Por otro lado, en la trastienda del boxeo suele haber mafias, pocos escrúpulos y gente mala.

Así como defiendo en mayor o menor medida los toros, el boxeo creo que está mejor en la despensa.

Brunetti dijo...

El hecho de que actualmente, este hombre, regente una peluquería en Bilbao es, cuando menos, curioso. Dicho sea ello con todos los respetos.

Por cierto, jamás había oído su nombre, y eso que procuro estar relativamente informado.

Cada jornada se aprende algo nuevo.

Salud!

Alberto dijo...

No sabía nada de este boxeador y tiene una historia muy interesante, gracias por contárnosla.

A mí también me gustaba mucho el boxeo y en mi memoria siempre quedarán esos combates de Perico Fernández retransmitidos por televisión que veíamos en familia, como el de Roma contra el japonés Lion Furuyama y con el que ganó el campeonato del mundo de los superligeros (creo que era esa categoría).

¡Cómo han cambiado los tiempos!.

Modestino dijo...

No lo recuerdas porque te llevo varios años amigo Brunetti.

Modestino dijo...

Lo de Perico Fernández, Alberto fue una revolución especialmente en Zaragoza porque era nuestro boxeador.
Recuerdo que noqueo a Toni Ortiz, a quien arrebato el cetro europeo en julio y en septiembre ya peleó con Furuyama en Roma por el Mundial; el combate no fue bueno e incluso el comentarista de televisión pronóstico al acabar que el título se iría al país del sol naciente pero afortunadamente se equivocó y gano Perico -al estar el titulo vacante no cabía combate nulo-. Tras vencer por KO al brasileño Joao Henríquez en su primera defensa tuvo que viajar a Tailandia para defender el título ante Sansak Muangsurin, a quien llamaba "el chino", y entre el calor y su poca preparación acabó retirándose. Ahora es un juguete roto.