1 de mayo de 2013

Lecturas en primavera


El mes de abril ha tenido unos cuantos días de sol y luminosidad, y aunque al final regresaron fríos y lluvias, ha supuesto la aparición de la primavera, un tiempo en el que en los ratos de tranquilidad el ambiente favorece la lectura serena y amable. A lo largo del mes terminé dos novelas de autores españoles de calidad, como Eugenio Fuentes y Andrés Trapiello, dos nombres que invitan a seguir teniéndoles en cuenta. Junto a ellos destacaría un "novelón" de ambiente victoriano, una gratísima lectura cuya trama se sitúa en una época que para muchos trae recuerdos entrañables como es la España de la colza, "Naranjito" y la mayoría absoluta de Felipe González, entre otras cosas y un clásico de la novela negra de la primera mitad del siglo pasado. Una incursión de alguien tan prolífico como Manfredi en la historia contemporánea y una curiosidad para bibliófilos completan los libros que han pasado por mis manos en los últimos 30 días.

En la novela policíaca española de la actualidad hay una serie de nombres que brillan con luz propia y uno de ellos es Eugenio Fuentes; hasta ahora solamente había leído "Cuerpo a cuerpo", la cuarta entrega que protagoniza el detective Ricardo Cupido y hacía días que tenía ganas de retomar la saga. Me hice con "El interior del bosque", una novela que pensé era la primera de Cupido, aunque al final ha resultado ser la segunda; he vuelto a comprobar que Fuentes escribe muy bien, que es uno de esos autores que no se limita a relatarnos una intriga interesante y convincente, sino que hace buena literatura, que contribuye a enriquecer algo más que la imaginación. Cupido es un excelente personaje, un detective con cara y ojos, y también con virtudes y defectos, es decir humano; además Eugenio Fuentes, paralelamente a la investigación de unos asesinatos, va entrando en el mundo de cada uno de los protagonistas de la historia, que son, además, los sospechosos principales. Así consigue una novela policíaca excelente, que se lee a gusto, entretiene y cultiva, con lo que poco más se puede pedir. El autor ubica los hechos en Breda, una localidad imaginaria que contribuye a darle originalidad al relato. No creo que tarde en volver a emprender la aventura de leer a este excelente novelista. Y, ¡que no se me olvide!, un final magnífico, Fuentes es capaz de sorprender algo que a estas alturas no es nada fácil.

Valerio Mássimo Manfredi es un autor italiano especializado en novelas ambientadas en la Grecia y Roma clásicas; su repertorio es muy largo y son famosas su trilogía sobre la vida de Alejandro Magno y "La última legión", una novela sobre los últimos años del Imperio Romano que ha sido llevada con éxito al cine. Pero Manfredi ha hecho recientemente una incursión por tiempos más modernos y ha publicado "Noche de invierno", una novela ambientada en su pueblo natal, Piumazzo, en Módena y que narra la vida de los Bruni, una familia de pobres campesinos italianos, a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Se trata de la clásica "saga" familiar y Manfredi consigue transmitirnos un relato francamente delicioso, lleno de humanidad y donde destacan los valores de la honestidad, la abnegación, la generosidad y la fe sencilla que encarnan la mayoría de los personajes, mezclados lógicamente con las disputas familiares, los odios ancestrales de los lugares pequeños y las veleidades políticas de una época donde el fascismo de Mussolini creó heridas importantes entre los italianos. El relato está marcado por las dos guerras mundiales que se suceden a lo largo de los años en los que se encuadra la narración, con todos los horrores de la guerra y sin que el autor ahorre ciertos aires filosóficos. Con todo el drama que suponen dos contiendas de esa envergadura, el tono de la novela es positivo, se trata de un relato lleno de humanidad, oxigenante, con el único pero de que tal vez el autor ha intentado abarcar demasiados años en menos de cuatrocientas páginas.

Reiteradas veces he comentado mi preferencia por las novelas ambientadas en la época victoriana; hace unos años "Planeta" publicó "El significado de la noche", un relato del británico Michael Cox con todos los elementos de las mejores obras de Dickens o Wilkie Collins: intriga, personajes llenos de matices, caserones que esconden misterios diversos, miserias humanas, incursiones en las zonas más míseras y conflictivas de Londres, ... el año pasado la misma editorial publicó "El legado del tiempo", una novela que viene a ser la segunda parte de la anterior y que mantiene el nivel de aquélla. El libro es una historia de crímenes, traiciones, personalidades supuestas y venganzas, una de esas narraciones que te cogen y terminas leyendo de un tirón. La protagonista es Esperanza Gorst, una huérfana educada en Francia que consigue ser contratada como doncella de Lady Tansor con el fin de restaurar una injusticia ocurrida hace muchos años; allí irá descubriendo las falsedades y maquinaciones habidas en su día, mientras una serie de personajes con la etiqueta de villanos se opondrán a su trabajo. El libro está lleno de sorpresas y giros sorprendentes que no cesan hasta la última página, añadiendo toques románticos a la intriga. No se si se debe a la traducción o a la forma de escribir de Cox, pero sorprende que el relato pase de un párrafo a otro de ser escrito en pasado a hacerse en presente. El final deja abierta una puerta a una tercera entrega, aunque el fallecimiento de Cox en 2009 no se si permitió esa posibilidad.

En una de mis andanzas "piratas" por Madrid compré, siguiendo el siempre acertado consejo de Tommy, "El secuestro de Miss Blandish", una novela genuinamente negra escrita por James Hadley Chase; Hadley Chase es un autor francamente sorprendente, pues habiendo nacido en Londres ambienta sus relatos en los lugares más clásicos de los Estados Unidos. Su verdadero nombre era René Babrazon Raymond y el que encabeza este libro, que fue el primero, el más conocido de sus muchos pseudónimos. "El secuestro de Miss Blandish" es una novela que reune todas las características del género, el ambiente en el que transcurre la trama responde a todos los tópicos que se nos pueden ocurrir: malhechores, establecimientos donde se bebe alcohol y se alterna con muchachas de vida alegre, vendettas, ambiciones, ... Se trata de un relato de ritmo trepidante en el que si bien aparece un personaje principal que es detective privado -un remedo de Sam Spader o Philippe Marlowe- los verdaderos protagonistas que copan casi todos los capítulos son los delincuentes; en la novela no queda títere con cabeza y como muy bien se explica en el prólogo la muerte realiza una auténtica limpia de personajes: casi no queda ni el apuntador. Los personajes son bastantes y con fuerza, destacando el de la matriarca de los pérfidos, Ma Grisson, una mujer que asusta. La narración contiene su toque psicológico centrado en el sometimiento que se hace a la pobre Miss Blandish, una rica heredera con la que se ceban todos. La novela, publicada en 1939 y que tuvo un enorme éxito, tuvo muchos años después una versión cinematográfica de cierto nivel, "La banda de los Grissom" (1971), dirigida por Robert Aldrich.


La razón principal por la que me decidí a leer "Todas las miradas del mundo" , de Miguel Mena, fue la recomendación de uno de los habituales de una tertulia sobre novela negra que desde hace poco tiempo hacemos una vez al mes unos cuantos amigos, pero no puedo negar que también ha influido la condición de aragonés de dicho autor y el hecho de ser un reconocido zaragocista, a quien por cierto conocí en los Trofeos "Memotiva" que organiza "Aupazaragoza.com". Se trata de una novela policiaca ambientada en Málaga durante la celebración del Mundial de fútbol de 1982, un acontecimiento del que ya han pasado treinta y dos años pero que recuerdo como si hubiera sido ayer. Un inspector de policía madrileño es enviado a la capital de la Costa del Sol para investigar la misteriosa desaparición de uno de los miembros de la expedición neozelandesa; paralelamente el autor nos cuenta las andanzas de un comando de ETA encargado de cometer un atentado por la misma zona. La novela se lee con agrado y a ello contribuyen tres cosas: el hecho de ambientar el relato en una época concreta de la reciente historia de España, con continuas referencias a sucesos que recordamos como los envenenamientos por aceite de colza, el desmembramiento de la UCD, el terrorismo de ETA, los ecos y temores derivados de la proximidad del golpe de estado del 23 de febrero, etc; en segundo lugar, Mena consigue estructurar con acierto la narración, de manera que los distintos episodios están perfectamente ordenados y cierran un relato coherente y, finalmente, la propia forma de narrar del escritor nacido en Carabanchel, aunque zaragozano de adopción, que me atrevería a calificar de serena y agradable. Sin entrar en detalles que supondrían revelar demasiado el argumento, llama la atención la equidistancia del autor respecto de sucesos con relevancia político-social y la existencia de un final abierto; se trata de uno de esos relatos en los que es el lector quien conoce las claves de lo ocurrido desde el primer momento. Una buena recomendación para este verano.

Un experto lector y poeta me recomendó "El abrigo de Proust", un breve ensayo escrito por la italiana Lorenza Foschini y que publicó recientemente "Impedimenta", una de esas editoriales recientes que suelen acertar con libros de calidad. Quien recomendaba tiene mi confianza absoluta, por lo que estoy seguro del buen nivel del libro, que tiene apenas 140 páginas, reducidas además por contener bastantes fotografías ilustrativas de lo que narra; no obstante hay relatos que pienso quedan reservados para paladares muy finos, y éste debe de ser uno de ellos. En el relato de Foschini se nos habla de Jacques Guérin, magnate parisino de los perfumes, un personaje que vive dedicado por coleccionar libros y objetos especiales, y en concreto por recuperar manuscritos y pertenencias de Marcel Proust. Así, la novela se caracteriza por una especie de culto al fetichismo en torno al gran literato francés, en cuya personalidad el lector se va adentrando poco a poco, conociendo el ambiente en el que se movió y sus dramas familiares, fundamentalmente derivados de la incomprensión de su hermano Robert, prestigioso médico y su esposa Marthe hacia la homosexualidad del escritor. El abrigo que da título al libro es como la pieza central de ese conjunto de objetos "proustianos", y se cuenta que el literato escribía sus obras mientras se abrigaba con esa prenda que rescata el protagonista de la novela cuando está ya ajado y casi desechado. Un libro que tendré que volver a tener en mis manos para ver si me entero mejor en una segunda lectura.

Andrés Trapiello es uno de los valores en alza del panorama literario español del momento; hasta ahora solamente había leído "Los amigos del crimen perfecto", una buena novela con la que ganó el premio Nadal de 2003 y la publicación de su último trabajo, "Ayer no más", que trata sobre la guerra civil española y la memoria histórica ha sido la ocasión oportuna para volver a hincarle el diente a una obra de Trapiello. El libro me ha gustado mucho, y a esta impresión favorable han contribuido sobre todo dos cuestiones: la objetividad y ausencia total de sectarismo con la que trata temas tan delicados y espinosos, no exenta de un tono crítico y desmitificador de la aventura que supone desenterrar el pasado -mi conclusión es que Trapiello entiende y aplaude el deseo de los familiares de los desaparecidos de enterrar como Dios manda a sus ancestros a la vez que concluye que detrás de la llamada memoria histórica se esconden oportunistas y resentidos- y el excelente castellano del autor que consigue una narración perfectamente construida, rica en vocabulario y acertadamente redactada. El relato lo edifica Trapiello con narraciones breves en primera persona por parte de los principales personajes, lo que aprovecha para mostrarnos la complicada psicología de los mismos y sus diferentes personalidades. A esto cabe añadir la perfecta ambientación de lo narrado en León y alrededores, lugar donde nació el escritor y un conocimiento riguroso y cercano de los acontecimientos históricos relativos a la guerra civil en dichas tierras. Puestos a poner alguna pega, tal vez el libro sufre un bajón el ecuador de su lectura, aunque estas impresiones no dejan de ser subjetivas y el tono de tensión se recupera al final cuando el autor, además, te hace pensar y mucho. En cualquier caso, es sin duda una lectura recomendable.

9 comentarios:

interbar dijo...

No he leído la novela de Manfredi, "La Última Legión" pero la película es mala tirando a fatal. Por otro lado he oído que el autor es un gran conocedor del mundo clásico.

Modestino dijo...

Tipica pelicula de serie B, por lo visto.

Anónimo dijo...

Tu capacidad de leer es impresionante y las recomendaciones muy buenas...

Modestino dijo...

Los libros que quiero leer los tengo a la vista y no se si esto provoca excesiva ansiedad por terminar los que llevo entre manos.

Anónimo dijo...

Comparto tu opinión sobre El interior del bosque. Excelente, como todas las del autor, Eugenio Fuentes, que para mí ha conseguido algo muy difícil: nunca te defrauda, siempre mantiene un altísimo nivel literario, sea en las novelas policiacas, sea en las demás.

Anónimo dijo...

Comparto tu opinión sobre El interior del bosque. Excelente, como todas las del autor, Eugenio Fuentes, que para mí ha conseguido algo muy difícil: nunca te defrauda, siempre mantiene un altísimo nivel literario, sea en las novelas policiacas, sea en las demás.

Modestino dijo...

En calidad literaria, Fuentes esta muy por encima de la mayoria.

Brunetti dijo...

También yo me adhiero a los elogios a Eugenio Fuentes.

Por cierto, Modestino, ya estamos en mayo y seguimos sin noticias de la nueva entrega del inspector Leo Caldas.

Esto huele a chamusquina.

Modestino dijo...

Lo último que leí acerca del tema Vilar y "Cruces de piedra" es que el escritor ya no se atrevía a decir una fecha ...