27 de mayo de 2013

Barbarie islamista en Londres

 
El asesinato el pasado miércoles en Woolwich, localidad ubicada en el sur de Londres, de un soldado a manos de un fanático islamista fue algo sin duda estremecedor; la forma en que se realizó el crimen y el vídeo que autor y cómplices tuvieron la frialdad y el cinismo de grabar sobre la marcha dan al suceso un toque verdaderamente dramático. Eso sí, tal vez corramos el peligro de no dar a los hechos la importancia que tienen; una visión ligera de lo ocurrido podría llevar a pensar que estamos ante un hecho aislado, ante una barbaridad cometida por un par de locos cegados por la sinrazón, como si el único terrorismo susceptible de ser calificado como tal fuera el que se despliega con grandes medios, a través de coches bomba, tiroteos indiscriminados o aviones suicidas. El Gobierno inglés se ha tomado muy en serio lo ocurrido y me parece que hace muy bien; afortunadamente no estamos hablando de unos cuantos muertos y decenas o incluso centenares de heridos, pero la agresión cometida reviste unos caracteres que mueven a la preocupación: los autores declararon que "iniciaban una guerra en Londrés" y "nunca iba a dejar de combatirnos", mientras se habla de ataques a mezquitas y tensión en las comunidades musulmanas.

En la prensa leí el viernes que en Londres ha aumentado en un 67% la población musulmana, a la par que ha descendido en un 13% la cristiana; en estos momentos ya no cabe hablar tanto del peligro de los grandes grupos terroristas, sino de la preocupante posibilidad de un auténtico estallido social. Las autoridades británicas, con David Cameron a la cabeza, tienen ante sí el reto de poner los medios para evitar que ésto vaya a más: sería muy grave -y muy triste- que se produjera el doble fenómeno de generalizarse agresiones como la ocurrida en Woolwich, de que se convirtiera en frecuente lo que hasta ahora es un hecho aislado, a la vez que hubiera quien cayera en el error de tomarse la justicia por su mano. Tengo muy claro que el mundo islámico hay un buen número de gente de bien, de ciudadanos cuyos ideales, preocupaciones e inquietudes son tan saludables y dignos de respeto como los nuestros, pero otra parte , no pequeña, se ha convertido en un problema y gordo.

Un drama como el comentado vuelve a ponerme en la cabeza una idea que martillea mis pensamientos cada vez más veces y con más intensidad, el hecho de que vivimos en una Europa decadente, sin principios ni fundamentos morales sólidos, a lo que ahora cabe añadir una economía hundida en el barro: un conjunto de circunstancias que nos hace frágiles, incapaces de reaccionar con firmeza y nos convierte en blanco de sucesos trágicos que huele a que serán cada vez más dolorosos y cada vez más numerosos.
 
 

6 comentarios:

Susana dijo...

Un gran cantidad de población musulmana en malas condiciones económicas es un caldo de cultivo para el radicalismo. Un beso.

Modestino dijo...

Yo añadiría que con frecuencia también falta de integración.

Anónimo dijo...

Me siento incapaz de ver ese vídeo, porque se que si lo veo no podré apartarlo de mi cabeza.

interbar dijo...

Estoy de acuerdo con lo de la decadencia europea; sin embargo, no creo que nos enfrentemos con un Islam radical sino con el Islam. La doctrina islámica es muy violenta contra los infieles; la mayoría de la población sólo quiere vivir y que le dejen prosperar pero casi todos están convencidos de los derechos del Islam para gobernar el mundo.

Modestino dijo...

Yo tampoco he visto el vídeo, me supera.

Modestino dijo...

Interbar, tu estás más al día en el tema, pero me cuesta asumir lo que dices ... o tal vez me de miedo.