21 de febrero de 2012

La tapa y la croqueta



Hace ya tiempo que escuché el sabio consejo de que a partir de una edad conviene cambiar los hábitos alimenticios, y siempre, evidentemente, para tender a la moderación y la reducción de todo lo que suponga calorías, grasas, proteínas, etc. Pero he de reconocer que habitualmente he sido un paciente difícil y obstinado si de renunciar a determinados placeres gastronómicos se trata; por esta razón ante la impepinable -y plausible desde mi punto de vista- costumbre de proceder con cierta frecuencia, cuando menos semanal, a disfrutar de un buen aperitivo a base de caña o vinito y una buena tapa -o dos- he sido recalcitrante a la hora de considerar que las mejores tapas siempre vienen a base de fritos, de manera que he sido esclavo de croquetas, empanadillas, calamares a la romana y todo tipo de productos pasados por la sartén y embadurnados de aceites, harinas y similares.

Pero ya va siendo hora de asumir eso de que "de los 50 para arriba no te mojes la barriga" y comenzar a aprender que existen alternativas excelentes a esa serie de productos que, por sabrosos que estén, lo único que hacen es incrementar hasta límites inadmisibles tus índices de colesterol y triglicéridos, convulsionar tus vasos sanguíneos y, en definitiva, atentar contra tus expectativas de vivir el mayor número de años posible. En esta cuestión hay maestros -y maestras- consumados, aunque uno haya tardado en aprender a compaginar la buena vida con el respeto a la propia salud: ha llegado la hora de asumir que la tapa es una opción válida, pero no así la croqueta, una opción cuya periodicidad debería ser nunca.

Cuando se contemplan, en ocasiones extasiado, las excelentes exhibiciones de tantos muestrarios de las barras de bares y restaurantes, es bueno aprender a prescindir de tanta "maravilla rebozada" y comprobar como unos buenos boquerones, unas anchoas bien aliñadas, algún tipo de tapa protagonizada por el atún de calidad, unas gambas a la plancha -¡no con gabardina!- o todo tipo de pequeños placeres que el arte culinario y la imaginación humana son capaces de elaborar pueden dar satisfacción en igual o mayor medida que las croquetas de jamón, las empanadillas de bonito o los sandwiches de jamón y queso que entran con primor pero inciden en el organismo como una plaga destructora.

Sirva esta pequeña disquisición como elogio y exaltación de la buena costumbre de ofrecer de vez en cuando al cuerpo una satisfacción tan placentera como lícita desde el punto de vista gastronómico a la vez que se respetan los mínimos necesarios para evitar que del disfrute se pase a la agonía.

12 comentarios:

Driver dijo...

¡Qué dominio hay que tener!
¡Qué control más inhumano!
Para no caer en el pecado
De una tapa tan a mano.

Las croquetas juguetonas,
las tapas tan rebozadas,
¡esa sartén que no descansa!
¡Y mi vista alborozada!

Para que al final del partido,
no te marquen un solo gol,
y no te suban los índices,
del chivato colesterol.

paterfamilias dijo...

Pues a mí como me gustan todas, las de fritos no acostumbro a tomarlas mucho. Los domingos solemos hacer aperitivo en casa y además de las típicas patatas fritas y aceitunas para los niños, ponemos alguna otra un poco más elaborada para nosotros (aunque ellos también las comen).

Este domingo, sin ir más lejos, comimos tomates con aceite, sal del Himalaya (creo que se llama así a una sal gruesa y rosada) y aceitunas arbequinas, gambas, sepia en su salsa, migas con uvas y granada ... Hummm, buenísimo todo.

Modestino dijo...

El colesterol es como una personaje molesto, sin duda.

Y eso de la sal del Himalaya tiene su gracia¡¡¡¡.

Susana dijo...

Me encanta la poesía de Driver. A mí también me pierden las croquetas.;) Un beso.

sunsi dijo...

Con la variedad que hay... merece la pena no tirarse a la fritanga. Yo tampoco puedo, Modestino... aunque por motivos de colon y digestivo. Aunque mal de muchos...algo consuela.

Así que ¡LA IMAGINACIÓN AL PODER!

Un saludo, jurisconsulto.

masbaje

Modestino dijo...

Croquetas, como mucho, una. Efectivamente Driver ha estado inspirado ... en su línea.

Modestino dijo...

Huesca es pionera en concursos de tapas, y ahí suele demostrarse de lo que es capaz la imaginación.

veronicia dijo...

¿Cómo es posible resistir comer esa croqueta si siento hambre y encima la tengo a mi alcance? imposible. Me parece una tortura muy cruel y siempre me he solidarizado con desespero del hambre.

Modestino dijo...

Ayuda a prescindir de croquetas, empanadillas y gambas con gabardina el rememorar viejas y pesadas digestiones que tuvieron su causa en antepasadas suyas.

Un Berberecho dijo...

Perdona Modestino que me haya disfrazado de "molusco" para hacerte el comentario; resulta que vamos este findesemana a Huesca, y me interesaría (*) una pequeña lista de esos bares de tapas imaginativas que nos cuentas.

(*) También estoy interesado en que nos acompañes, en concreto también me interesa que nos pagues una ronda ;)

Anónimo dijo...

España es el paraíso de las tapas,en cada localidad tienen las suyas propias.Yo muchas veces comería a base de tapas y de hecho lo hago,siempre que tengo ocasión.
Aunque las de la foto son apetecibles,hay autenticas filigranas,donde mezclan sabores,etc.

Modestino dijo...

Tienes toda la razón, y es un paraíso que se extiende por todo el mapa. En Granada, por ejemplo, dan una tapa por cada consumición, pero unas tapas espèctaculares, tanto que puedes cenar con tres cañas.