Los políticos en nuestro país tienen el prestigio por los suelos; me temo que con toda la razón del mundo los ciudadanos han perdido la confianza en quienes detentan la importantísima función de regir nuestros destinos: son demasiados casos de corrupción y desajustes, llevamos mucho tiempo con exceso de ampulosidades y fuegos de artificio y cuando han llegado los tiempos de las penas y las carencias la gente ha buscado culpables y está convencida de haberlos encontrado, no en exclusiva pero sí de modo principal. Y es una pena, porque al menos uno, y a pesar de slóganes que en ocasiones me suenan a tentación totalitaria, entiende que estos personajes le representan y lo que considera que cruje son lo principios morales de los individuos y no las bondades de un sistema que, siendo imperfecto, me sigue pareciendo el menos malo. Están apareciendo demasiados casos lamentables como para echar un capote a nadie, pero no se si es bueno caer en la tentación de volvernos "peronistas" o "jacobinos", y sobre todo que las torpezas de nuestros padres de la patria no nos impidan ver que son hombres como nosotros, que viven en la misma sociedad que nosotros y que muchas veces no podemos hacer nuestra la celebre frase "de esta agua no beberé".
Salta a la vista que son quienes tienen más poder los primeros que han de predicar con el ejemplo, y sin han perdido credibilidad ellos mismos deberán recuperarla demostrando su capacidad de rectificar. Pero muchas veces, cuando escucho la visceralidad -tantas veces justificada- con la que se atacan las venalidades de este tipo, pienso que tal vez algunos de los que tanto se indignan y claman al cielo no se han parado a pensar en sus propios modos de hacer, en si a lo mejor -a su nivel- también incurren en algún tipo de corruptela. Porque, desengañémonos, en la vida diaria uno se encuentra con personas que no pagan por sistema los gastos de la comunidad de vecinos, hacen picaramente compatible realizar un trabajo y cobrar el paro, alardean de haberse examinado del carnet de conducir en nombre de otro o de haber acabado la carrera a base de chuletas, sisan en el supermercado sin ninguna necesidad, contratan un abogado, un gestor o un fontanero y éstos tienen que perseguirles porque una vez prestado el servicio no hay forma de que lo abonen, no pagan el alquiler del piso y no por falta de liquidez, se aprovechan de la instalación de luz del vecino o hacen trampas de todo tipo en la declaración de renta, en la cola del autobús o en la compra diaria. Y es que hay ocasiones en las que tengo la tentación de pensar que esa medida tan rígida que tenemos para los demás desaparece en cuanto surge la necesidad de analizar el propio comportamiento y nos volvemos ciegos del todo para adquirir la capacidad de descubrir nuestras propias trampas.
Habrá quien piense que corrupción política la ha habido siempre, y en alguna medida imagino que habrá sido así, pero creo que hasta hace un tiempo el problema de los políticos estaba mucho más en las ambiciones de poder, en el hambre de mandar o incluso en el peligro del revanchismo que en el afán de engrosar los bolsillos, y que esa debilidad de la corrupción, es decir, de aprovecharse de las circunstancias para engrosar ilícitamente patrimonio e influencias es algo que ha ido creciendo de unos tiempos a esta parte. Yo me planteo si la causa de esta triste lacra puede estar en que la sociedad ha perdido valores, en que a quienes se han convertido en unos "trincones" les faltan esos principios que deberían servir de muro de contención a la tentación de "sacar tajada". Y, no nos engañemos, tal pérdida de valores se ha producido en la sociedad entera y nos afecta a todos, de manera que no estaría de más recapacitar sobre las costumbres propias antes de despotricar de las ajenas, por mucho que es cierto que quienes ocupan cargos de relevancia han de ser los primeros en predicar con el ejemplo y en rendir cuentas cuando no lo hacen.
12 comentarios:
Muy acertado tu comentario.
Muchas veces he oído quejas sobre políticos o personas que detentan algún poder a gente cargada de corruptelas, como mínimo, y en algunos casos, algo más.
La gente ya no cree en nada y por eso aprovecha cualquier oportunidad. Solo la denuncia social y la Justicia pueden hacer algo.
Es muy difícil aceptar que hay viga en el ojo propio.
En cuanto a la denuncia social ... es verdad que es necesaria, pero a veces se hace desde la ignorancia y a veces con exceso de bilis, ... aunque esto último sea comprensible.
Hay quien aprovecha el descontento general para sembrar discordia. Recuerdo que, cuando pedí plaza en el colegio de mis hijas no entré a la primera porque muchos, muchos, hicieron trampas. Ahora se estarán rasgando las vestiduras. Un beso.
La sociedad en ocasiones parece la selva, pero imagino que siempre habrá habido problemas de este u otro cariz.
Creo que frecuentemente no tenemos una conciencia de nuestros deberes similar a la de nuestros derechos.
Conforme pasan los días se me hacen nítidas tres ideas:
Una, que la crisis que nos rodea en tantos ámbitos, tiene un denominador común, la crisis de valores.
Dos, que la solución pasa necesariamente por la reeducación de la población; y que dicha labor sería bastante larga en el tiempo, dado que el ejemplo que nos llega de la clase dirigente no es ejemplar.
Tres, que debo luchar contra el pesimismo que me producen los dos pimeros puntos, pues desanimado no seré más que una víctima más.
...
Corolario: seguré escribiendo cuentos con moraleja, más que nada para sobrellevar la espinosa situación.
La población, ¿es reeducable?, ¿o nos tenemos que conformar con los parches, la paciencia e invertir en futuro?
Quiero pensar que el común de los españolitos, con un buen ejemplo de los dirigentes que ejerzan la función de líderes, tiende a minimizar los comportamientos desordenados.
Por otra parte la historia nos nutre de ejemplos de reeducación no asumibles por nuestra sociedad actual.
En cuanto a parches y paciencia, siglos de comportamientos compulsivos e histriónicos, no dejan lugar a mucha esperanza.
Y lo de sembrar para el futuro, viene de serie, no pudiendo esperar más que lo que una inversión a largo plazo nos pueda complacer.
...
El camino más corto sería pues "el tirón" moral de los líderes actuales y futuros.
Por reducción al absurdo es la salida que tiene más probabilidades de victoria a corto plazo.
Pongamos una vela, pues.
El tema es que yo no veo líderes con capacidad de tirar para arriba, ni en los dos partidos mayoritarios, donde abunda bien el pijo/a, bien el pragmativo/a, bien el/la profesional de la política bien la feminista monotematica, ni en la izquierda emergente, donde se huele un tufillo stalinista que espanta.
Me temo que tienes razón; lo que nos coloca en una incómoda situación, donde ante la falta de liderazgo nos hemos de convertir en una suerte de héroes defensores de nuestros principios más básicos, hasta para los actos más cotidianos como pedir un café.
Y eso cansa mucho, amigo.
A mí me extenúa.
Por eso habrá que compartir esfuerzos y buscar la ocasión de tomarnos ese café juntos ;)
Dice un proverbio chino, que hasta los viajes más largos empiezan por un primer paso.
¡Démoslo pues!
Te tomo la palabra.
(No te gastes un euro en taxi en Madrid, me llamas).
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