30 de agosto de 2016

Lágrimas por Gene Wilder


Hace unos días hice mi particular homenaje a Arthur Hiller, brillante director de "Love Story". Al citar su filmografía hice referencia a una comedia de aventuras y suspense que me había encantado en su día, "El expreso de Chicago". La vida está llena de coincidencias, y ayer mismo saltó a los rotativos la noticia del fallecimiento del protagonista del film, Gene Wilder, cuyo verdadero nombre era Jerome Silberman y había nacido en Milwaukee hace 83 años. Me cuenta mi amigo Tommy que Wilder fue el único alumno famoso del "Actor's Studio" que se dedicó exclusivamente a la comedia, a diferencia de compañeros tan ilustres como Paul Newman, Marlon Brando, Al Pacino, Robert de Niro, James Dean o Rod Steiger.

Quienes no andamos muy al día en esto del cine, tendemos a toparnos con sus principales personajes de sopetón. Eso me pasó a mí con Gene Wilder, a quien descubrí en "El expreso de Chicago" (1976) sin conciencia de haberle visto antes. Me hizo mucha gracia y disfruté viendo cómo encarnaba a ese simpático y vulgar editor que monta en el tren para asistir a la boda de su hemana en Chicago y, sin comerlo ni beberlo y debido a sus intentos de ejercer de conquistador más bien de pacotilla, se ve convertido en involuntario protagonista de una historia de crímenes y ambiciones y envuelto en un auténtico avispero. Aunque al verla al cabo de cuarenta años la película ha perdido cierta frescura, aún te lleva a vivir esa mezcla de tensiones y carcajadas que tan bien combinaba Hiller y sabía desarrollar el propio Wilder. En el reparto tenía la compañía de otro cómico de postín, Richard Pryor, la necesaria dama guapa, Jill Clayburgh y un malvado tan "ad hoc" como Patrick McGoohan.

Pero el citado film no era precisamente el primero en el que trabajaba el actor fallecido. Ya tuvo su papel secundario de gangster, Eugene Grizzard,  en "Bonnie and Clyde" (1967), de Arthur Penn  o el del peculiar Doctor Ross de "Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo" (1972), de Woody Allen. El primer gran éxito de Wilder fue la versión de "Willy Wonja y la fábrica de chocolate" (1971) que dirigió Mel Stuart. También destacan "El principito" (1974), de Stanley Donen, "Los seductores" (1980), "La mujer de rojo" (1984), estas últimas dirigidas por él mismo y "Alicia en el país de las maravillas" (1999), de Nick Willing. Formando pareja con Richard Pryor, además del expreso, trabajó en tres películas: "Locos de remate"(1981), de Sidney Poitier, "No me chilles que no te veo" (1989), de Arthur Hiller y "No me mientas que te creo" (1991) de Maurice Phillips. Cuentan, no obstante, que a pesar de dar tan buen juego en pantalla, las relaciones entre Wilder y pryor nunca fueron fáciles, por el especial carácter de cada uno y la complicada vida de Pryor.

No obstante, los mejores momentos de Gene Wilder tienen mucho que ver con sus colaboraciones con mel Brooks, bajo cuya dirección protagonizó dos películas que fueron en su día indiscutibles en las mejores salas del mundo: "El jovencito Frankestein" (1974) y "Sillas de montar calientes" (1974). Se trata de películas que aportaron un nuevo tipo de humor al cine. Fueron películas que batieron records de recaudación y se encuentran excelentemente colocadas en las listas de las mejores películas de humor de la historia. En ellas Brooks realiza sendas parodias de las viejas películas de terror y de las del oeste, respectivamente y ambas tienen momentos verdaderamente desternillantes. Algunos han calificado el humor de Brooks y Wilder como "absurdo, teatral, bonito más que agudo...". Ya en 1968 había trabajado con Brooks en "Los productores", película que narra la historia de dos productores teatrales que planean hacerse ricos produciendo el mayor fracaso de Broadway y es considerada una de las diez mejores comedias de todos los tiempos.

Gene Wilder también dirigió varias películas, además de las dos ya citadas, "El hermano más listo de Sherlock Holmes" (1975), "El mejor amante del mundo" (1977) y "Terrorífica luna de miel" (1986). De algunas de éstas fue también el guionista, así como de "El jovencito Frankestein". Wilder fue dos veces candidato al Oscar: como actor de reparto por "Los productores" en 1969 y como coguionista de "El jovencito Frankenstein" en 1975.

La vida del actor está llena de matices. Era hijo de una familia de inmigrantes judíos rusos y estudió interpretación en la Universidad de Iowa, donde fue miembro de la "Fraternidad Alpha Epsilon Pi". Se graduó en 1955, sirviendo después en el Ejército de los Estados Unidos desde 1956 hasta 1958. Allí sirvió como paramédico en el Departamento de Psiquiatría y Neurología del Valley Forge Army Hospital en Phoenixville, Pensilvania. Desde hace tres años padecía Alzheimer. descanse en paz.

1 comentario:

Tommy dijo...

Su interpretación del doctor Frederick Frankenstein (perdón, Fronkensteen), que siempre me ha parecido prodigiosa (como prodigioso era el doblaje del gran Rogelio Hernández en la versión española), ocupa el número 9, según he sabido esta mañana, entre las 100 mejores interpretaciones de la historia según la revista Premiere. La peli me parece una obra maestra, una de las grandes comedias de la historia. Merece la pena tener el DVD, tiene un montón de extras.

Aparte de las que se citan en el muy documentado post, le recuerdo en una peli de los años 60 con Donald Sutherland, "Empiecen la revolución sin mí", una especie de parodia de los Hermanos Corsos sin excesiva gracia, y en "El rabino y el pistolero", una comedia en la que el pistolero era Harrison Ford y que tampoco se cuenta entre lo mejor de su director, Robert Aldrich.

La sombra de Mel Brooks le marcó siempre (se conocieron, por cierto, porque Wilder trabajaba en una versión teatral de "Madre Coraje" protagonizada por Anne Bancroft, que ya entonces salía con Brooks), aunque no le impidió dirigir -y protagonizar- en solitario comedias tan curiosas como "El hermano más listo de Sherlock Holmes", muy irregular pero con momentos brillantes, o "La mujer de rojo", probablemente su mejor logro en la dirección.

En fin, cuánto me ha hecho reir este cómico irrepetible.