No soy una persona que haya viajado demasiado, apenas he salido al extranjero y no soy de los que pueden hablar con pasión ni orgullo de ciudades como Amsterdam, Nueva York, Cancún, Pekín o Nairobi, pero al cabo de los años sí puedo presumir de conocer los lugares más bonitos de España. No obstante tardé bastante en llegar a viajar a determinados lugares y aún recuerdo la ilusión expectante de mi primer viaje a Andalucía allá por los inicios del verano de 1997, casi rondando ya la cuarentena. Las mismas expectativas tuve en julio de 2003 cuando pasé veintitantos días en Asturias; ya había estado unos años antes en Oviedo, pero en viaje rápido y solamente pude conocer la capital.
En el principado visité lugares magníficos, pero guardo un especial recuerdo de uno de los primeros lugares donde estuve, el Cabo de Peñas. Me habían comentado que era el lugar más alto de todo el mapa peninsular y que desde allí la vista era magnífica. Recuerdo que era por la tarde, rondando las 7, con un cielo que tendía a cubierto y sin que prácticamente hubiera más gente en el lugar que yo y mis compañeros de viaje. Efectivamente, el lugar era precioso, la vista imponente, pero a la indudable belleza del paisaje que se nos presentaba se unía una cierta sensación de soledad, con toques de misterio, frialdad y sabor de lejanía, de estar en un lugar inhóspito, casi hasta peligroso. Un conjunto de sensaciones que no eran en absoluto negativas, solamente distintas y especiales; era como enfrentarse a un ambiente salvaje, a una naturaleza en estado puro, que a la vez que muestra toda su grandeza, su hermosura, también pone de manifiesto su poderío, su implacabilidad.
Por eso, me ha impresionado especialmente el drama del arrastrero portugués "Santa Ana", el barco pesquero de bandera portuguesa se hundió el pasado 10 de marzo a media milla de Cabo Peñas debido al embarrancamiento con la isla de la Erbosa. Hasta ahora se han recuperado cuatro cadáveres y otros cuatro marineros siguen desaparecidos. Me llama la atención lo poco que se habla de esta tragedia, la no excesiva relevancia informativa de la misma ... pienso que los muertos, los desaparecidos y sus familiares se merecían más atención. Y a la vez, transcurridos más de diez años de mi primera y hasta hoy única visita a Cabo peñas, vuelven a mi cabeza con nitidez las mismas imágenes y sensaciones, la belleza de la naturaleza en estado puro y la impotencia del hombre ante ella.
5 comentarios:
Mi familia materna proviene de allí y es una zona que conozco muy bien. El mar es precioso pero muy traicionero. Un beso.
Se habla...pero quizá llevas razón; no con el suficiente énfasis que se emplea para temas intrascendentes.
No conozco Asturias y me pesa. Tengo pendiente visitarla, espero que en compañía de una buena asturiana como es Sarracena.
Un saludo, Modestino.
EL mar impone, al menos a mí mucho ... tan bello como estremecedor.
Un beso, Susana.
Pues tienes que ir, Sunsi, e incluye la calle Gascona de Oviedo, con sus sidrerías ... que Asturias no es sólo monumentos y paisaje: sidra, cabrales, fabes, ...
La imagen es preciosa y como dices estremecedora...
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