Aquellos que a finales de los años 70 no seguían el mundo del fútbol, o simplemente no habían nacido, tan sólo han conocido al serbio Radomir Antic en su faceta de entrenador, y si acaso como comentarista futbolístico de alguna cadena de emisoras. En el banquillo Antic ha tenido éxitos indudables, como lo fue ganar el doblete con el Atlético de Madrid, dirigir con acierto y regularidad al Real Madrid y al Barça y guiar unas cuantas buenas temporadas al Real Oviedo, por mucho que también cuenta en su curriculum con algún descenso: el propio Oviedo y el Celta de Vigo. El primer equipo que dirigió Antic en España fue el Real Zaragoza, al que llevó a la UEFA y con quien, entre otros aciertos, tuvo el de dar continuidad y lanzar a la fama a jugadores de la cantera como Belsué, Villarroya, Vizcaíno, Salillas y Pablo Alfaro. Pero el pasado futbolístico de Antic se remonta, con gran brillantez, mucho antes pues fue un destacado futbolista y sentó cátedra, durante dos años, en el equipo de La Romareda. Radomir Antic fue un jugador de una clase, una elegancia y una técnica a la altura de los mejores y practicaba un fútbol que suponía un auténtico deleite para la vista de cualquier buen aficionado. Recuerdo perfectamente haber escuchado grandes alabanzas del serbio por parte de aficionados del Real Madrid y del F.C. Barcelona, de esos poco dados a exaltar a quienes no visten las camisetas de sus equipos favoritos, alabanzas que además no acostumbraban a repartir a quienes, como era el caso de Antic, jugaban en un club como el Zaragoza que en esos años formaba parte del pelotón de los candidatos al descenso.
Corría el verano de 1978 y el Zaragoza había recobrado la categoría perdida un año antes bajo la dirección de un excelente entrenador como era Arsenio Iglesias. Como tantas veces habían terminado siendo los jugadores veteranos la clave del ascenso a 1ª, en este caso García Castany, Nino Arrúa y Cacho Blanco, tres supervivientes de la época de los zaraguayos, quienes con el goleador Pichi Alonso y el extremo asturiano Juanjo fueron la columna vertebral que consiguió remontar una temporada en el purgatorio que había comenzado muy mal para los intereses blanquillos. La responsabilidad de dirigir el equipo en el año del regreso fue atribuida a Vujadin Boskov, un -entonces- yugoslavo que había dirigido a la Vojvodina y a la selección de su país y que venía de realizar dos aceptables campañas con el Feyenoord holandés. Como tantas veces en su historia el club zaragocista estaba ayuno de dinero y los fichajes eran escasos: se habían conseguido los derechos federativos de Amorrortu, un buen mediapunta del Athletic y habían llegado al primer equipo cuatro promesas del Aragón: Pérez Aguerri, Benedé, Lafita -padre del actual jugador del Getafe- y el meta Zubeldía, pero el mister balcánico quería un defensa libre con criterio al jugar el balón que acompañara a Pedro Camus, un santanderino seguro y contundente, pero incapaz de sacar el balón controlado desde su campo. Boskov propuso la contratación del internacional Jusuf Hatunic, que jugaba en el Partizan de Belgrado, pero como ha ocurrido tantas veces el jugador estuvo cerca de venir, pero el tema económico terminó abortando la operación. Próxima a comenzar la Liga, casi sin avisar, llegó a Zaragoza un yugoslavo desconocido, de esos cuyo fichaje hace sospechar que se debe a caprichos de compatriota. Su nombre era Radomir Antic y llegaba de la entonces desconocida liga turca, pues había jugado el último año en el Fenerbache, aunque el núcleo de su vida deportiva se había desarrolado en el Partizan. El hombre andaba próximo a cumplir los 30 años, se aseguraba que era extremo y que Boskov lo iba a adaptar a la defensa y, en general, no despertó excesivas expectativas en una afición habituada en los últimos años a las decepciones.
Radomir debutó enseguida, no necesitó periodos de adaptación, sesiones especiales de entrenamiento ni tiempo para congeniar con sus compañeros, y desde el primer día demostró ser un jugador de enorme jerarquía, convirtiéndose en el líder indiscutible de un Zaragoza que había sufrido en pretemporada el mazazo de una gravísima lesión de rodilla de García Castany que le había retirado del fútbol y en el que el paraguayo Arrúa apuraba unos últimos meses en Zaragoza renqueantes e irregulares. El primer encuentro supuso una estruendosa derrota en Huelva (3-0), pero en el segundo Antic, que debutaba, fue el mejor y contribuyó a la victoria frente al Celta (2-1) con un formidable gol de golpe franco. Antic era un futbolista muy elegante, con una zancada importante, una magnífica conducción de balón, un disparo durísimo y, por encima de todo, capaz de realizar unos desplazamientos largos de balón que hacía tiempo no se veían en un defensa en nuestro país. El público de La Romareda destaca por ser entendido en esto del balón redondo y tiene un gusto muy especial por el fútbol ofensivo, de toque y de calidad, algo que Antic ofreció sin cálculo durante las dos temporadas que jugó en Zaragoza. Ese primer año fue difícil, pues el equipo era muy blando fuera de casa: sólo logró tres puntos al empatar en Bilbao, Las Palmas y Burgos, pero en La Romareda ofreció tardes de fútbol ofensivo y brillante, con victorias frente al líder merengue, el Atlético de Madrid -inolvidable encuentro con 4-3 final-, Valencia (3-0) y la Real Sociedad de Zamora, Satrústegui, López Ufarte y Arconada (4-0). Antic marcó cinco goles, asumió el mando del equipo y aportó calidad al conjunto. La meta maña la defendía un irregular Irazusta, los laterales eran ofensivos: el ex-león Lasa y el canterano India, mientras en el centro le acompañaba el citado Camus; en el centro del campo fue el año de la eclosión de Víctor Muñoz, al que secundaban un trabajador y oscuro Oñaederra y un eficaz Amorrortu, haciendo Arrúa -cuando no estaba lesionado- de cualificado enlace y quedando el ataque para un goleador impenitente, Angel "Pichi" Alonso y el extremo Juanjo.
A la temporada siguiente Antic volvió a ser el pilar del equipo, que con Manolo Villanova en el banquillo terminó un año decente en la mitad de la tabla, con un grupo cuya calidad se había incrementado con Casuco, Valdano y Güerri. Pero Antic terminaba contrato y el club cometió el error de no renovarle. La razón radicaba en el cupo de extranjeros, que por entonces estaba limitado a dos: en el Zaragoza las plazas las ocupaban Antic y Valdano, y los técnicos del club se encapricharon con el interior argentino del Elche Marcelo Trobianni. Como Jorge Valdano era un atacante joven y con olfato goleador, la directiva decidió que Trobianni, un centrocampista técnico y ofensivo, ocupara la plaza del serbio, que abandonó La Romareda para jugar en el Lutton Town de la "Premier League". La permuta fue un error, y en la temporada 1980-81 el Zaragoza hizo un curso lamentable, no descendiendo de milagro, mientras que Trobianni no se adaptó a los sistemas de Villanova y fue vendido en diciembre al Boca Juniors. En "Zaragoza Deportiva" se decía, no sin sorna, que se había cambiado a Antic por Trobianni porque éste tenía "carita de triunfador", algo que nunca llegue a saber exactamente lo que significaba. En la 2ª vuelta Villanova fue cesado, contratándose a Leo Beenhakker, quien comenzó una nueva era para el Zaragoza, ... ¡y qué bien hubiera venido el juego de Antic para el sistema del holandés!. Eso no pudo ser, pero que nadie olvide que Antic hizo historia en Zaragoza, también con calzón corto.
Nota final: Ha resultado llamativa la dificultad de encontrar por la red una foto de Antic con la camiseta del león rampante; a última hora me topé con la que figura al comienzo del post, la he sacado de blanquillos.com, a quienes agradezco el magnífico elenco que tienen, a la vez que dejo constancia de sus derechos.
Nota final: Ha resultado llamativa la dificultad de encontrar por la red una foto de Antic con la camiseta del león rampante; a última hora me topé con la que figura al comienzo del post, la he sacado de blanquillos.com, a quienes agradezco el magnífico elenco que tienen, a la vez que dejo constancia de sus derechos.
9 comentarios:
Como le fue posible cruzar el telón de acero desde Yugoslavia ?
Le vi, le vi jugar.
Pura clase y elegancia.
Un aunténtico "líbero" de los de antes.
Eso sí, a pesar de que ha vivido en España tropecientos mil años, habla el castellano peor que el presidente de Corea del Norte; lo que no le ha impedido, paradójicamente, trabajar como comentarista en varias cadenas de radio.
Manda güebs!
En Yugoslavia las cosas eran más fáciles, de hecho Antic venía de Turquía y a España ya hacía tiempo que venían yugoslavos como el meta Djumovic o el lateral Djoric, que jugaban en el Oviedo.
Sí, los serbios, croatas, etc aprenden enseguida castellano, pero una vez sueltos no progresan nada. Son más hábiles los rumanos.
Los entonces yugoslavos sí podían cruzar el telón de acero, una vez que habían cumplido los 28 años.
Aclarado. Sería interesante investigar cuando comenzaron a venir de otros países. Recuerdo que en el verano de 1987 se quiso traer a Sirakov Y fue una aventura, leias la prensa local y deportiva y parecía una película de espías, de hecho no vino hasta el año siguiente.
Efectivamente, he comprobado la trayectoria de los mejores jugadores yugoslavos de la generación de Antic y a partir de los 28 emigraron a diversos países europeos, así la gran estrella de la época el exterior zurdo Dragan Djazic jugó en el Bastia, Branko Oblak, un todoterreno buenísimo se fue a la Bundesliga, jugando en Schalke-04 Y bayern Múnich, el fino interior izquierdo Milan Acimovic jugó en el Saarbrücken, Katalinski, el mítico central Josip Katalinski, recientemente fallecido y cuyo gol a Iríbar nos dejó fuera del Mundial de Alemania-74 marchó al Niza, el lateral derecho Ivan Buljan marchó al entonces potente Hamburgo, el ariete Dussan Bajevic, que entrenaba al Aris de Salónica cuando eliminó al Zaragoza hace 5 años, se fue al AEK de Atenas, Stanislav Karasi, un medio con clase jugó en el Lille y el Antwerp belga, el rapidísimo extremo Ilija Petkovic, que tuvo un frustrado fichaje con el Málaga con historia para no dormir añadida, jugó en el Troyes francés, mientras que el mítico portero Enver Maric se fue con Oblak al Schalke-04.
Por cierto, recuerdo perfectamente que en el verano de 1976, cuando el francés Lucien Muller se hizo cargo del Zaragoza, tanto Acimovic como Bajevic sonaron como posibles refuerzos, especialmente el centrocampista aunque nunca se llegó a concluir gestiones.
No obstante, he comprobado que en 1ª división, y en los dos años que jugó Antic en España, solamente coincidió con dos compatriotas: Simic, que jugó la 1979-80 -muy poco, por cierto- en el Burgos y el fornido ariete del Hércules Miodrag Kustudić.
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