Mucho se está hablando del último conflicto con el mundo musulmán; la revista satírica francesa Charlie Hebdo ha reincidido en la publicación de caricaturas del profeta Mahoma y se ha vuelto a organizar la parda. El mundo islámico ha montado en cólera y ya se han hecho sentir todo tipo de amenazas y advertencias, algo que a la vista del fanatismo violento que muestran algunos de sus representantes no es como para tomárselo a broma. Paralelamente, en Occidente se ha iniciado todo un debate sobre la oportunidad de estos dibujos y, muy especialmente, en torno al tema de la libertad de expresión. Argumentos los hay para todos los gustos, y si por un lado parece desproporcionado llamar poco menos que a la guerra santa por unos simples dibujos más o menos acertados y una campaña más o menos elegante, tampoco es desdeñable asumir que toda creencia merece un respeto y no resulta edificante ofender las convicciones de un buen número de ciudadanos con la frivolidad que lo hacen ahora nuestros vecinos de arriba. Ahora bien, lo que yo no dejo de preguntarme es si estas precauciones occidentales, esa actitud de nuestros dirigentes próxima al popular concepto de "cogérsela con papel de fumar" se debe a la preocupación por el respeto a la fe de los hijos de Alá, o lo que más bien hay es un miedo atroz a lo que éstos son capaces de hacer en represalia por las mentadas caricaturas.
Y es que uno no puede sino traer a su cabeza unas cuantas portadas de semanarios satíricos de nuestra patria, por ejemplo "El Jueves", en las que se hace mofa y escarnio, sin ningún tipo de delicadeza, autocontrol, miramientos ni buen gusto, del Papa, los obispos, los curas, los santos y cualquier persona o manifestación que huela a religión católica. Ante las groseras viñetas y los insultantes chistes que no pocas veces han aparecido en la publicación referida, nadie ha dicho "esta boca es mía", ningún gobernante ha asomado la cabeza para cuando menos insinuar que allí se estaba faltando al respeto a un buen número de ciudadanos y quienes difunden y quienes leen con devoción estos pastiches parecen siempre muy satisfechos del buen humor de los autores de aquéllo. Da la impresión de que sólo cabe el respeto cuando el presunto ofendido es lo suficientemente agresivo y/o poderoso para dar contestación a tales provocaciones o bien, cuando nos enfrentamos a uno de esos lobbys que hoy día parecen intocables. Mientras tanto hay quien sigue haciendo negocio a costa de las vísceras y el pésimo gusto ajeno, y como para darle caña a algunos vale todo y éstos ponen la otra mejilla, "ancha es Castilla".
5 comentarios:
El problema de fondo es que me en mi opinión la libertad de expresión no incluye la libertad de insultar a nadie. Si yo te insulto tú me puedes denunciar. Sin embargo, si alguien insulta públicamente a miles de millones de personas a través de sus creencias, eso es libertad de expresión. No tiene ningún sentido. Un beso.
Amigo Modestino: A mi entender tienes toda la razón solo matizaría que el Islam no es una religión pues muchos de sus preceptos vulneran la dignidad del ser humano - especialmente las mujeres - pero eso no da patente de corso para hacer escarnio.
Y verdaderamente es un movimiento de masas capaz de poner una bomba en una embajada o en un centro comercial si se sienten ofendidos y claro ese es un "argumento" muy disuasorio para las cuchufletas.
De todos modos me cuesta mucho no perder la calma ante "las gracias" de los de siempre con respecto a la religión católica, lo que ocurre es que nosotros "ponemos la otra mejilla" por imperativo de Cristo.
Muchas gracias y un abrazo ¡feliz fin de semana!
Asun
Sí, vivimos el mundo al revés.
"La gente rara vez hacen uso de la libertad que tienen. Por ejemplo, la libertad de pensamiento. En su lugar, la demanda de la libertad de expresión como una compensación" Soren Kierkegaard.
La frase es buénísima y Kierkegarrd alguien a quien debería leer más.
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