3 de septiembre de 2012

El caso Bolinaga

Doctores tiene la Iglesia, leyes el Estado y reglamentos las prisiones, y no seré yo quien cuestione la legalidad de determinadas decisiones. En el caso Bolinaga, del que al escribir estas líneas ignoro si hay o habrá recurso y, de haberlo, cual será la decisión de la instancia superior, al menos me quedará la tranquilidad de que alguien ha discrepado oficialmente y no se ha abierto, en toda su extensión, una alfombra en la puerta de la prisión de Álava para que salga Jesús María Bolinaga sin que nadie le ponga el menor obstáculo. Si es así habrá unos cuantos "cabestros" que le recibirán en olor de multitud, pero al menos nos debe quedar el derecho a decir que "no con nuestra connivencia". Existen las razones de humanidad, y quien aplica la ley está obligado a contar con ellas, siempre y en todos los casos, pero a la vez teniendo en cuenta las circunstancias que concurren y procurando no convertir las previsiones legales en patrón de manga ancha, oportunismo político ni mucho menos en cesión a chantaje alguno. A mí personalmente, acreditados los requisitos, no me escandalizaría la salida del secuestrador de Ortega Lara si fuera para morir en casa y en paz, pero antes habría que acreditar unas oportunidades y unas certezas que en el caso presente plantean la duda. Porque estamos ante un reo convicto cuya situación terminal ha de acreditarse y no ante héroe alguno al que privar de sufrimiento, que ya vale de montajes y provocaciones.

Bien me consta que todos podemos ser capaces en un momento dado de cometer una barbaridad; dudo sinceramente a pesar de lo dicho, que haya muchos con higadillo para someter a una persona a lo que este individuo y sus compinches hizo pasar a un hombre inocente, pero de cualquier manera no es el delito cometido lo más grave, porque creo que aplicar el Derecho supone dar a cada uno lo que le corresponde y no ejercer venganza alguna, lo que me rebela, e imagino que a muchos, es la total ausencia de arrepentimiento, la incapacidad de pedir perdón, la conversión de la vileza en hazaña y del vil en mártir de la causa. Y es lo que vengo observando desde siempre en estos personajes del clan de Bolinaga: nadie pide perdón, las muertes, los sufrimientos y las secuelas parecen convertirlas en consecuencia necesaria de su lucha y, para colmo, uno sospecha que lo que consiguen lo hacen precisamente contando con el precio. En fin, si tiene que salir que salga, pero que se calle y que se callen, que ya basta,

6 comentarios:

veronicia dijo...

No me gustaría ser yo quien tuviera que tomar una decisión de ese tipo.

Modestino dijo...

Hay decisiones en las que, hagas lo que hagas, unos cuantos te van a poner verde.

Susana dijo...

Por razones humanitarias... A ver cuándo esas razones les han importado a los etarras. Un beso.

Modestino dijo...

Los etarras se han puesto las orejeras y solamente ven en una dirección, y para llegar a ella "todo vale".

dolega dijo...

Solo siento dos cosas: asco ante la decisión y pena por las víctimas que perdieron a sus seres queridos en pos de unos principios que nadie tiene.
Besazo

Modestino dijo...

La cerrazón impide entrar a los principios.