Mis tiempos de universitario quedan bastante lejos; han pasado siete años desde que celebramos las bodas de plata del fin de carrera y, evidentemente, el ambiente, las formas, el estilo de quienes cursan sus estudios en las diferentes facultades de la amplia oferta existente tienen muy poco que ver con quienes nos sentábamos, en muchos casos en las mismas aulas, hace más de 30 años. Yo viví una especie de época de transición tras esa universidad que en los 50 y parte de los 60 era más bien elitista, con numero notoriamente mayor de hombres que de mujeres y en la que llamaba la atención quien se presentaba sin chaqueta y corbata y la siguiente, fruto del mayo de 1968 y acontecimientos paralelos y similares, convertida en foco de la oposición al régimen en nuestro país y con apariencia conflictiva. En mis años universitarios ya no había corbatas ni elitismos, las chicas copaban los asientos, y frecuentemente las matrículas de honor, al menos en Derecho y al terminar -1980- habían ido desapareciendo las tensiones que seguían latentes en mis comienzos -1975-. Pero cuando, en muy contadas ocasiones, he tenido la oportunidad de regresar a las aulas universitarias lo que me encontré fue gente muy joven -impresión que imagino subjetiva-, estéticas cada vez más llamativas y transgresoras y un estilo, en definitiva, que no tenía nada que ver con lo vivido en esa segunda mitad de los 70 en la que me correspondió recorrer el Campus universitario.
No obstante el pasado viernes comprobé que al final todos somos iguales, que los matices, las formas, incluso las ideas evolucionan, se transforman, pero ese espíritu que da la juventud, la vitalidad y, en cierta manera, la ingenuidad interior que provoca el escaso tiempo vivido consiguen que la persona exteriorice sentimientos y reacciones comunes a los de hace varios decenios. El pasado viernes tuve ocasión de conversar un buen rato con una estudiante de Derecho de Zaragoza; es una suerte poder comprobar cómo siguen existiendo la ilusión, el deseo de prosperar y los buenos sentimientos, que hay ojos que te miran de frente, sin oscuridad ni escapismo, que cabe mirar el futuro con optimismo e ilusiones, por mucho que corran malos vientos generales e incluso personales. Venía la moza de sufrir cierto "desengaño" académico inesperado y perjudicial, pero era llamativo, y ejemplar, descubrir su capacidad de encajar el disgusto, de superar el trauma y de plantearse inmediatos planes de superación. "Desde hoy mismo me voy a hacer un calendario de estudios" ... esta frase llevan lustros pronunciándola los estudiantes del siglo pasado y el presente, la dijimos muchos, aunque luego ejerciéramos el propósito con mayor o menor fidelidad, porque ya se sabe eso de que "el espíritu está presto pero la carne es flaca", pero el buen deseo allí está y seguro que, a trompicones de planes cumplidos e incumplidos todos hemos salido adelante. Y aunque ahora los universitarios lleven móvil, portátil y auriculares, nos enseñen la "raja de la hucha", se peinen de las formas más originales y variopintas y parezca que van por la vida pasando de todo -incluso de curso- al fin y a la postre siguen gozando del tesoro de la juventud, con todo el juego de sentimientos e ideales que se arrastran consigo.
8 comentarios:
¡Que post tan bonito y encantadoramente nostálgico Modestino! Leerlo ha sido un bálsamo con la "que está cayendo" como dicen ahora. Yo soy de tu quinta, bueno servidora un poquito más joven...y la época universitaria fue la más feliz de mi vida, eso sí ¡cuantos ideales perdidos! ¡quién nos hubiera dicho que acabaríamos por encontrarnos con el pañorama actual a aquellos jóvenes que nos esforzamos por hacer una España mejor! ¡Un millón de gracias amigo Modestino!
Con todo mi cariño
Asun
Los tiempos siguen ... y cada época tiene sus sorpresas. Es curioso cómo ahora está cuestionado lo que entonces era indiscutible.
Es una entrada preciosa. El tiempo puede pasar pero la condición humana persiste... casi todos sentimos lo mismo el primer día en la facultad, lo mismos sentimientos nos invadieron cuando suspendimos una asignatura y sentimos esa fuerza interior que nos dice que no importa cuantas veces caigamos sino que todas nos levantaremos.
Ayer fue el primer día de clase para los universitarios de Zaragoza (no se si para el resto de España) a todos les deseo que sus buenos propósitos se materialicen y que con sus sueños y esperanzas nos sigan deslumbrando.
No son tiempos fáciles, tampoco para los universitarios, ... y ellos son el futuro, con lo que también nosotros nos jugamos mucho.
Sin duda una de las entradas del blog más bonitas que he leído. Ayer también comencé a cursar mi segunda carrera y me llamó la atención que un hombre muy mayor -podría ser el padre de cualquier profesor- era el que más participaba en clase e interactuaba con el profesor; miré de refilón sus apuntes y todo estaba en perfecto orden, así que la ilusión de aprender no tiene edad. Como resumen de lo que representan estos estudios podría escribir lo que nos decía un profesor ayer... "no sabéis lo afortunados que sois por tener la posibilidad de acceder a unos estudios universitarios, ahora mismo no os dais cuenta, pero luego lo valoraréis en su justa medida".
Por cierto, gracias al anónimo por sus buenos deseos :-)
Hay una película mejicana, "El estudiante", que refleja muy bien la idiosincrasia de una persona mayor que comienza sus estudios universitarios.
Algunos pasan por la universidad como si fuera un hobby. Ya sabes a quién me refiero. Un beso.
No todo el mundo madura al mismo tiempo.
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