Veinte años sin Juanito

Ayer se cumplieron veinte años del fatal accidente de coche en el que perdió la vida Juan Gómez "Juanito", uno de esos jugadores únicos e irrepetibles que surgen en momentos concretos y hacen época tanto por su calidad futbolística como por su peculiar y polémica manera de ser. El mítico extremo del Real Madrid y de la selección española de fútbol falleció en el término municipal toledano de Calzada de Oropesa el 2 de abril de 1992 cuando tras presenciar una eliminatoria de la vieja Copa de la UEFA entre el Real Madrid y el Torino, equipo en el que militaba su antiguo compañero Rafael Martín Vázquez, regresaba a Mérida, en cuyo equipo, que terminaría ascendiendo a Primera División, comenzaba a hacer sus pinitos como entrenador. Fue uno de esos accidentes que nos impresionan, pues suponen la pérdida prematura de deportistas que de una manera y otra sentíamos casi tan cercanos como si fuesen de casa propia, así ocurrió con Drasen Pétrovic, Fernando Martín, Laurie Cunningham, Rommel Fernández, ...

Juanito fue un extremo a la vieja usanza, de esos que corren la banda con velocidad y hacen magia a base de fintas y regates; nacido en el barrio de Los Boliches, en Fuengirola, se formó en los equipos inferiores del Atlético de Madrid, si bien el equipo donde saltó a la fama fue el Burgos, en el que permaneció durante cuatro temporadas y con el que ascendió la tercera de ellas a 1ª División, a las órdenes de Lucien Muller, en primera hizo una temporada espectacular que le llevó primero a debutar con la selección española de fútbol en un encuentro clasificatorio para el Mundial de 1978 disputado en Alicante y en el que España se enfrentaba a Yugoslavia y después a fichar por el Real Madrid con un traspaso millonario: 27 millones de la época. Recuerdo perfectamente como disfruté viendo a jugar a Juanito en el Burgos, equipo en el que mostraba una frescura y una imaginación especial; en varias ocasiones la prensa aragonesa se hizo eco de un supuesto interés del real Zaragoza en el extremo malagueño, si bien al final el que acabaría viniendo fue el extremo zurdo de los burgaleses Juanjo, un asturiano con un guante en la pierna izquierda, pero que estaba a años luz de Juanito.

Con el Real Madrid lo consiguió todo, defendiendo la camiseta merengue durante diez temporadas en las que ganó cinco ligas, dos Copas del Rey, dos Copas de la UEFA, una Copa de la Liga y un Trofeo Pichichi; con la selección jugó 34 encuentros, habiendo logrado nueve goles y participado en la Eurocopa de 1980 y en los Mundiales de 1978 y 1982. Sus últimos años de profesional los vivió en el Málaga, donde jugó dos temporadas a pleno rendimiento. En el Real Madrid Juanito alternó con jugadores del nivel de Hugo Sánchez, Michel, Butragueño, Sanchís, Valdano y Paco Buyo, entre muchos otros. No obstante, el estilo de Juanito al llegar a un grande se hizo más reposado, posiblemente porque el fútbol comenzó a cambiar y los entrenadores empezaron a exigir más precauciones defensivas; al menos yo me quedé con la idea de no haber vuelto a ver al Juanito eléctrico y desequilibrante del Burgos, por mucho que el malogrado jugador hiciera campañas brillantísimas y fuera siempre un auténtico santo y seña del equipo blanco. Desde su muerte, en todos los encuentros que se celebran en el Bernabeu, al llegar el minuto 7 -número que llevaba a la espalda con los merengues- la afición le homenajea gritando eso de "Illa, illa, illa, ... Juanito maravilla".

Juanito era un hombre polémico; su carácter primario y apasionado le jugó malas pasadas; todos recordamos la sanción de dos años sin jugar competiciones europeas por agredir al árbitro germano-oriental Adolf Prokov en 1978, o cómo escupió en 1986 a Uli Stielike cuando este ya era jugador del Neuchatel, durante un partido de copa de la UEFA o la sanción de cinco años impuesta a Juanito por el famoso pisotón en la cabeza a Matthäus durante un Bayern de Múnich-Real Madrid. La Wikipedia también nos habla de una multa de la directiva de 300.000 pesetas por torear vaquillas en una corrida benéfica, de otra de 140.000 pesetas por decir que Amancio -entonces entrenador del Madrid- «lleva a Lozano a Bruselas de intérprete» y una juerga nocturna en Milán le supuso una multa de 400.000 pesetas y ser apartado temporalmente del equipo por Amancio. Todos recordamos el botellazo sufrido en Belgrado en el partido decisivo para la clasificación del Mundial 1978 frente a Yugoslavia cuando al ser sustituido por Ladislao Kubala salía del campo dirigiéndose al público con el índice hacia abajo o cómo celebró por equivocación el campeonato de Liga de 1981 en el viejo Zorrilla al entender erróneamente que la Real Sociedad había perdido en Gijón y no enterarse del gol de Zamora que daba el título a los donostiarras.

Se trataba de un personaje más bien primitivo, que no controlaba lo que decía y funcionaba a impulsos, pero al mismo tiempo era un hombre noble, generoso y amigo de sus amigos. Fue uno de los grandes impulsores de aquellas gestas del Madrid de la época, cuando los blancos remontaron en el Bernabeu eliminatorias increíbles frente al Anderlecht, Borussia Moenchengladbach e Inter de Milán desde entonces se habla del espíritu de Juanito, sin ninguna duda uno de esos jugadores que pasan a la historia.