17 de abril de 2012

Resaca del sábado por la mañana


El sábado por la mañana me dirigí a la Estación Intermodal de Huesca para coger un bus que me llevara a Barbastro; llegué a la misma alrededor de las 8.45 horas y enseguida comprobé que había jolgorio y diversión abundantes; un importante número de jovencitos y jovencitas pululaban por allí vestidos de fiesta, por mucho que los efectos de una noche de juerga ya deterioraban algo su aspecto externo. Ellos llevaban casi en su totalidad la misma indumentaria: traje negro, pantalones superestrechos y finas corbatas, generalmente oscuras; en las camisas había más variedad y no eran pocos los que habían optado por modelos de color morado o granate, de esos que dan apariencia de empleado de bingo. Las mozas, lo que en tiempos alguien calificó como "chicas bollycao", también se habían puesto sus mejores galas y lucían minifaldas, colorines en la cara y aún quedaban los restos sobrantes del previo paso por la peluquería. Ellos y ellas habían tomado literalmente el recinto de la estación, y te los encontrabas por "ramilletes" en la cafetería, el vestíbulo, la papelería y, por supuesto, en los distintas calles cercanas a tal edificio.

Empezaré diciendo que me parece estupendo que los chicos se diviertan: siempre han existido este tipo de fiestas -alguien comentó que eran estudiantes de Humanidades celebrando el finde carrera, aunque a mí me parecieron excesivamente jóvenes para ello- y son ocasiones en las que lo normal es pasarlo bien e incluso cometer algún exceso con la bebida. Eso sí, y será que cada día estoy más "mayor", me llamó la atención el excesivo protagonismo del grupo, muy especialmente el que uno tuviera la impresión de que se habían convertido en los dueños del lugar y del momento, el que en la estación oscense pareciera haberse impuesto el descontrol y el descaro. Cuando llegaba a la Estación un chavalote, con aires de llevar unas cuantas copas de más y crecido por la presencia de unos cuantos colegas, me afeó no contestarle a un saludo que, debía ir aún medio dormido, no había escuchado; en la cafetería había unos cuantos "petronios" de traje "Zara" tumbados en las sillas con aspecto de ser incapaces de dar otro paso, mientras otro "elemento" ubicado en la barra cantaba a grito pelado algo así como que había que poner una bomba nuclear en Belchite -¿¿¿???-; el resto de ciudadanos nos limitamos a sobrevivir y a desear que el fin de fiesta no acabara cayendo sobre nuestras cabezas.

Y como al hispano medio el atrevimiento que da el anonimato del grupo y la desinhibición derivada del consumo alcohólico le altera los instintos de todo tipo, a unos cuantos mozos les dio por ir de gallitos y dedicarse a cortejar con poco estilo y menos elegancia a todo pasajero ajeno a su fiesta del sexo opuesto; así en la andana principal de los autobuses cuatro mocetes con los pelos desvencijados, el traje arrugado, la corbata desencajada y los ojos soltando brillo comenzaron a rodear a una pobre chica, joven y guapa por cierto, que les dijo que era de Sabiñánigo y andaba esperando el bus de Zaragoza, la moza no sabía como quitarse de encima a estos moscones, quienes comenzaron a perder fuerza conforme se dieron cuenta del poco glamour que despertaban y la poca gracia que tenían. También me llamó la atención cómo muchos de los "fiesteros" llevaban el pantalón y los zapatos embadurnados de un polvo blanco, como si la fiesta hubiera terminado -si es que realmente lo había hecho- con una batalla de harina.

Como ya dije más arriba, siempre han existido estas celebraciones; estos chicos y chicas son el futuro, y no vamos a dejar de tener confianza en ellos porque un sábado mañanero anduvieran resacosos y descarados, que todos hemos sido jóvenes alguna vez.

6 comentarios:

Susana dijo...

Mientras sea solamente un día y no una costumbre de todos los fines de semana, supongo que no es tan grave. Un beso.

Modestino dijo...

No es grave en absoluto; en el fondo el espectáculo tenía bastante de gracioso y hasta entrañable, aunque me llamó la atención el descaro de algunos, fue la nota que me rechinó algo.

Peque dijo...

¿a partir de qué momento los estudiantes nos empiezan a parecer "demasiado jóvenes" para haber terminado los estudios?. A mi también me pasa, y supongo que para ellos yo seré una señora, aunque me ponga vaqueros y no use tacones.

Modestino dijo...

Sabio comentario ... Uno tiende a pensar que en su época parecía más mayor que los que ahora tienen la edad que entonces tenía ...
Me da miedo pensar que la respuesta a tu pregunta pueda ser "cuando uno se empieza a hacer viejo ..."

Anónimo dijo...

Ya no quedan muchas ocasiones en las que unir la noche con el día y a las cinco de la tarde siga siendo hoy.
Y lo peor es que me faltan las compañías y prefiero no escuchar todas las escusas que se de memoria para no hacerlo; ya no es tan divertido.

Modestino dijo...

Cada cosa tiene su momento. En tiempos las juergas se acababan con frecuencia con un chocolate con churros, no se sí pervive la costumbre.