Dicen que es síntoma de juventud mantener vivas las ilusiones, de la misma manera que uno puede empezar a considerar que se está haciendo viejo cuando asoman el escepticismo y la indiferencia, esa cruda actitud de estar de vuelta de todo. Por esta razón es bueno estar atento a determinados síntomas que pueden dar a entender que tu vida bordea uno de esos peligrosos traspasos de fronteras; pero no es menos cierto que conforme vas cumpliendo años la vida te enseña a tomarte las cosas con un punto de frialdad y a enfrentarte a las personas tratando de mantener bajo control los mecanismos que accionan el entusiasmo, a la vez vas adquiriendo cierta habilidad para ver más allá de las palabras bonitas y las buenas intenciones de algunos. Y es que no me cabe ninguna duda de que en la sociedad en la que ahora nos movemos hay mucho vendedor de humo, cada vez proliferan más quienes desde su atalaya te miran como si fueras un botarate y lanzan a quien les quiera escuchar mil teorías sobre cómo salir de la crisis económica, como hacer dinero y como arreglar en dos patadas los problemas más llamativos del actual sistema. En los últimos tiempos he escuchado pronunciar sin medida ni recato esa especie de términos mágicos como emprendedor, iniciativa, trasversalidad, racionalidad, ... y unos cuantos más que estoy seguro pueden tener en el momento y lugar oportuno una aplicación correcta, pero no lo estoy menos de que muchas veces no son más que simples lugares comunes al que recurre algún iluminado y más de un comerciante de ocurrencias.
Escuchando a según quien tiendo a pensar que existen imaginaciones tan vivas que sus propietarios llegan incluso a creerse lo que aquéllas les aportan; así se consideran íntimos de simples conocidos, adornan las ofertas y compromisos de los demás de una seguridad y firmeza que no existen y andan por la vida con pasos fuertes en suelos etéreos. Malo es ocultarse en el caparazón de la cobardía, quedarse sujeto al miedo y a los complejos, pero también puede ser un error no añadir la prudencia y el sentido común como compañeros de viaje. Y es que el mayor peligro de los inconscientes no es tanto su propia facilidad de estrellarse, sino su frecuente capacidad de arrastrar a otros incautos a la misma sima.
El humo se puede vender también a base de apariencias; todavía somos demasiado sensibles al boato y a los lujos babilonicos, de manera que si cuando entramos en el despacho de un abogado, economista o asesor de cualquier tipo nos hundimos en la moqueta y nos deslumbran el brillo de las lámparas, las telas de las cortinas y los tapizados de los sillones, nos puede acabar pareciendo lo más lógico y normal el sablazo que nos clavan a la salida. Muchos vendedores de humo refuerzan sus habilidades en los concesionarios de vehículos de lujo, en los sastres más caros de la "milla de oro" de rigor y en los reservados de los restaurantes con carta más onerosa de la plaza. Me temo que sólo los años cumplidos y algún que otro "costalazo" nos ayudan a distinguir el trigo de la paja, a descubrir estafas detrás de las ofertas irrechazables, a saber quitarle la careta a los embaucadores disfrazados de estrellas.
Escuchando a según quien tiendo a pensar que existen imaginaciones tan vivas que sus propietarios llegan incluso a creerse lo que aquéllas les aportan; así se consideran íntimos de simples conocidos, adornan las ofertas y compromisos de los demás de una seguridad y firmeza que no existen y andan por la vida con pasos fuertes en suelos etéreos. Malo es ocultarse en el caparazón de la cobardía, quedarse sujeto al miedo y a los complejos, pero también puede ser un error no añadir la prudencia y el sentido común como compañeros de viaje. Y es que el mayor peligro de los inconscientes no es tanto su propia facilidad de estrellarse, sino su frecuente capacidad de arrastrar a otros incautos a la misma sima.
El humo se puede vender también a base de apariencias; todavía somos demasiado sensibles al boato y a los lujos babilonicos, de manera que si cuando entramos en el despacho de un abogado, economista o asesor de cualquier tipo nos hundimos en la moqueta y nos deslumbran el brillo de las lámparas, las telas de las cortinas y los tapizados de los sillones, nos puede acabar pareciendo lo más lógico y normal el sablazo que nos clavan a la salida. Muchos vendedores de humo refuerzan sus habilidades en los concesionarios de vehículos de lujo, en los sastres más caros de la "milla de oro" de rigor y en los reservados de los restaurantes con carta más onerosa de la plaza. Me temo que sólo los años cumplidos y algún que otro "costalazo" nos ayudan a distinguir el trigo de la paja, a descubrir estafas detrás de las ofertas irrechazables, a saber quitarle la careta a los embaucadores disfrazados de estrellas.
16 comentarios:
Seguiré comprando humo porque soy así de tonta e inocente y la vida me seguirá golpeando, pero algunos ya no podemos cambiar.
Pues sí, amigo Modestino, somos compradores de humo de moqueta.
Por eso, mis momentos más auténticos suelen ser delante de un problema y en compañía de un albañil que todavía no ha perdido el sentido común.
Sólo en esa circunstancias oigo las frases que me inspiran.
"Señor Diego, lo más barato es no hacer nada".
"O lo tiramos todo y empezamos de cero, o cualquier apaño saldrá caro".
"Como no va a ser posible convencer al propietario de lo contrario, mejor ni intentarlo".
"Ese electricista está aquí porque yo confío en el. Es honrado".
"Ése tipo es un chorizo. Lo mejor es darle matarile y que se vaya a engañar a otro sitio".
"El comercial nos ha vendido humo.
Nosotros necesitamos ladrillos bien cocidos".
...
Tras 25 años de profesión, sólo aprendo de gente que no tiene ni el Graduado Escolar.
De "licenciados", "ingenieros",
"máster" e "iluminados", sólo escucho nuevas formas de engatusar.
...
Por eso me siento tan sólo.
Echo de menos aquello que es escaso.
La honradez y el sentido común.
¡Pobre de mí!
Yo creo que aún existe gente honrada a todos los niveles, y viceversa. Pero sí, puede que haya que buscarlos con lupa ... o con un candil.
Hay otros comerciantes de humo menos vistosos. Los que aseguran que pueden destruir el sistema y crear uno nuevo que funcione mejor. Mucha gente les está creyendo. Un beso.
Hoy es la noche de reyes... y como soy ayudante de sus Majestades... pues resulta que tengo que hacer esos recados que hacemos los ayudantes... (ya me entendéis seguro que aquí hay mas ayudantes somos cientos de miles de millones... )
Pero no me iba a ir sin decir nada. Luego intentaré hacer un comentario sesudo, porque la entrada me gusta mucho y lo que ha dicho Driver me ha dado que pensar.
Susana, qué razón tienes!, lo que pasa es que me temo que su sistema no es nuevo, sino viejo, caduco y fracasado.
Feliz magia, Veronicia.
Yo creo que para nuestra desgracia tenemos humo comprado para tiempo.Que no vendan más que nos vamos ahogar.
Los que venden humo a través de las apariencias siempre existieron. Me hace mucha gracia el caso típico de los hidalgos empobrecidos de siglos atrás, que salían a la calle con la barba llena de migas para que pareciera que se habían hartado de comer.
En cuanto a los que venden el humo de la supuesta sabiduría o eficacia, se han visto muy ayudados en los últimos años por los medios de comunicación (especialmente radio y televisión) que han necesitado de una cantera inagotable de "especialistas" en todo, dada la proliferación de programas de ese estilo. Así, para cubrir la demanda, han surgido vendedores de humo de debajo de las piedras.
Hay demasiados productos de marketing.
...¿sabéis lo que pesa el humo?
El de un cigarro por ejemplo...
para más info. "Smoke" ...(P.Auster)
PD. Baltasar, Gracias por tener el camello más rápido de todo oriente, aquel coche teledirigido de Tartita de fresa a llegado a tiempo...
Ostras! y de palabra de verificación me ha salido
"fum" (!) Modestino, realmente la magia de esta noche está empezando a actuar ...;)
El peso del humo...
Pd. Saludos a esos maravillosos ayudantes...
Sir Walter Raleigh fue un personaje interesantísimo; su vida está estupendamente resumida en "Heroes", de Paul Johnson. No obstante, el favor de la reina Isabel I no le libró de acabar en el cadalso.
Y "Smoke", sin duda, una formidable película.
Mal andamos si dejamos de confiar en el ser humano...
Pienso que se puede confiar en muchos seres humanos, pero la vida te enseña que hay quien te la juega.
También es bien cierto que la actitud de recelar de todo y de todos es un error y acaba convirtiendo la vida en una tortura.
No obstante mi entrada se limitaba a hablar de un tipo de personas que menudea por el mundo en que vivimos y, además, sólo en un aspecto de su forma de actuar.
En los negocios hay un dicho y es que no hay desayuno gratis ni transaccion sin comisión.
Lo que hay en medio es el "humo" cada uno paga ese humo a un precio; a mayor espesor de la moqueta mas vale el humo, todos sabemos que las moquetas son carísimas de limpiar...
A ese tipo de personas que te refieres no les tengo especial aprecio porque desde sus atalayas en las que se vive muy bien se han quedado con las ilusiones de muchas personas.
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