1 de junio de 2012

Trauma en Doctor Cerrada

No es infrecuente que la calle Doctor Cerrada sea vía de paso en mis andanzas por Zaragoza; la ubicación en la misma de la Biblioteca pública y el ser ruta que une la Plaza Paraíso con Cortes de Aragón y la Gran Vía la convierten en una de esas arterias de uso habitual. En la calle Doctor Cerrada se encuentran además establecimientos cuya fama se remonta a tiempos ancestrales, como el "Pájaro Azul", bar propio de estudiantes que ya existía a finales de los años 60, la célebre "Bahía de Pago Pago", que en mis años mozos era discoteca de cierta fama y ahí sigue viva, el Restaurante "Bahía", donde no he estado nunca, pero famoso por su uso para grandes celebraciones o un bar de tapas llamado "Pic-nic" con fama de sitio de calidad. También nos podemos encontrar la oficina del INAEM, alguna tienda de ropa, la parte trasera de la Facultad de Económicas y un buen número más de bares y cafeterías que no controlo como los antes citados. También recuerdo Doctor Cerrada, por donde en tiempos pasaba una acequia y fue llamado popularmente "Camino de los cubos", como el atajo que utilizaba en mis primeros años de aficionado zaragocista para enfilar la Gran Vía y Fernando el Católico rumbo a La Romareda las tardes de fútbol de aquellos domingos inolvidables.

Y de la misma manera que hay lugares, tiempos y personas que pudieron ser testigos de esos momentos de la vida en los que uno abre los ojos a diversas cosas, y pierde la inocencia profesional, vital o familiar en esa maduración que intuyo no termina nunca, la calle Doctor Cerrada protagonizó una anécdota, intrascendente y minúscula, a la que también le puedo sacar punta y encontrar su moraleja y su enseñanza. Me encaminaba a la Biblioteca, a la altura -m´s o menos- del referido "Pájaro Azul", cuando en dirección a mí venía una joven madre con una niña muy pequeña en un cochecito, la criatura no creo que hubiera aún cumplido los 2 años; la niña tenía ese encanto que suelen tener los bebés y la miré con una sonrisa notoria, pues la escena -la niña venía sonriendo alegre- era deliciosa. Al verme la criatura mantuvo su sonrisa, miró a su madre, me señaló con el dedo y dijo: "yayo" ... ahí se terminó el hechizo, pues la niña, de golpe y porrazo, me hizo chocar con la cruel realidad, estampar contra el suelo mis vanidades, ese "ego" que conforme cumples años se ve más acosado y humillado. Una niña que aún no andaba y casi no hablaba me había puesto en mi sitio, se había convertido, así sin anestesia, en el primer anuncio de que andaba en cambio de ciclo, de que mi vida entraba en una tercera época. Intuyo que el abuelo del angelito, con quien evidentemente me había confundido o equiparado, no debía de ser excesivamente mayor, y eso me consuela, pero el suceso no dejó de causarme impacto.

Estas pasadas navidades me fui a cenar con un buen grupo de viejos compañeros de colegio; todos andamos en la primera mitad de la cincuentena y alguien, con un buen humor no exento de acidez, afirmó que nos encontramos en "lo mejor de lo peor", y en esas andamos; la frase me recuerda esa vieja teoría de los tres poderes, que no tiene nada que ver con Montesquieu, sino con una equiparación divertida a las tres épocas de la vida: una primera, dominada por el "poder de la voluntad", cuando todo es entusiasmo, ganas de hacer y fogosidad, una segunda en la que impera el "poder de la inteligencia", tiempo en el que funcionas con más raciocinio, sin tanta prisa, con ese dominio del terreno que pisas fruto de las enseñanzas de la vida y que da paso al tercer poder, cuando ya uno se conforma con "poder mear" ... en esas estamos, ¡y ya me llaman abuelo!.

15 comentarios:

Pilar Lachén dijo...

Cada uno tiene la edad que le dice su corazón. Si la niña dijo "yayo" fue porque vio ternura y amor.

Anónimo dijo...

ja ,jA,ja dejame que me ria .L a verdad es que es para traumarse.Acabo, como aquel que dice ,de aceptar que me llame señora todo el mundo,como para que te digan lo que a ti te han dicho...Moraleja ,para dias le hago una carantoña a un niño,je,je que fuerte.Claros los niños siempre tiene la misma edad ,los que cambiamos somos nosotros pero no te apures el caso es tener salud

Modestino dijo...

Gracias Pilar, no hay como tener amigos capaces de interpretaciones tan favorables :):):)

Los niños y los locos dicen la verdad, ... y también sus padres le darán ternura y amor y no me dijo "papá" ;)..

Cada década pasa más deprisa, amigas¡¡¡¡

Susana dijo...

Hoy mi marido cumple cincuenta y uno. Espero que no le llamen yayo o no sé qué voy a hacer con él.:) Un beso.

Modestino dijo...

Yo, con 53, ya tengo un par de compañeros de curso que son abuelos de verdad, así que ya se que cada año que pasa consolido el "status"...

Driver dijo...

Tranquilo, cualquier situación es susceptible de empeorar.
Llevo comiendo en el mismo restaurante, toda la vida laboral.
Tengo gran familiaridad con dueños y camareros.
Contratan a una bella camarera pelirroja, joven y muy trabajadora.
Un día observo que está con cara triste y llorosa.
Me acerco a pagar y le hago una gracieta educada, y me contesta:
"SI, YA ME HA DICHO EL JEFE QUE USTED ES CLIENTE DE TODA LA VIDA, UNOS CIEN AÑOS".
...
Entonces fue ella la que se rió, y yo el que me quedé mirando en el espejo.
Con cara centenaria.

Modestino dijo...

Cuando te empiezan a llamar de usted, a dejarte pasar primero por la puerta, a mirarte como una reliquia, ... estás perdido.

Marga dijo...

Pues yo empecé antes. Tendría unos 15 años y aún no culminaba la secundaria, mi hermanito menor (5 años menor) hacía la Primera Comunión, así que muy elegantes y contentos fuimos al cole. No sé cómo es allá, pero aquí, luego de la misa, sientan a los niños a desayunar (para que todo mundo sepa que ayunaron para recibir al Señor, es costumbre) así que mi hermanito se sentó junto a sus compañeritos. Y todos queríamos foto con él. Mi mamá me dice, ponte ahí detrás y les tomo la foto. Así que fui, le di un beso a mi hermano y me paré detrás, en eso, un compañerito voltea y me dice ¿eres la mamá de R...?... yo no lo escuché bien, le hice repetir lo que dijo y me lo dijo con claridad. Me solté a reir. Pero cuando lo contaba a mi mamá no lo podía creer, ¡¡¡tendría que haber sido madre a los 5 años!!!! nunca lo olvidé eh... y eso que tengo mala memoria jajaja...
Así que tranquilo Modestino, yo empecé antes que tú.
Driver, qué bárbaro con la fidelidad, 100 años comiendo en el mismo restaurante primo, que es hora de ir a por comida italiana ... :-P

Modestino dijo...

Huy, a los 15 años casi hasta ilusiona una confusión así ...

Marga dijo...

No amigo, no, yo casi lloro jajajaja... fue traumático, hasta ahora tengo por allí la foto, mi hermanito sentado y yo detrás, con cara de "estemuchachodemierd4quemehadichovieja"... se perennizó jajaja...
...
Y no sabes lo que me cuesta asumir que ya tengo ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡36!!!!!!!!!!!
lo mío es trauma, trauma total...

Modestino dijo...

Yo pienso que a los 36 empieza la mejor década de la vida.

dolega dijo...

Eso cala mucho.
El día que un chico de unos veinte y muchos me dejó el paso en el metro y me dijo:
Pase,pase con tono condescendiente, dije
¡joooope! ya tengo pinta de abuela.
Saludos

Marga dijo...

Como esta entrada afecta certeramente mi ser (por un trauma cargado desde los 15 años) debo contar que luego de un par de experiencias como las de Dolega he optado por (claro, luego de aprovecharme de que me cedan el paso y me den sitio) arreglarme un poco, ponerme algo de color, o una ropa más juvenil los viernes, y me vuelven a decir "señorita" y tan feliz...

Campanilla dijo...

Acabo de descubrir tu blog y no sabes lo bien que me lo estoy pasando, sobre todo con esta entrada, porque soy de Zaragoza. Has descrito Doctor Cerrada como si lo estuvieras viendo en ese mismo momento. A mi también me trae muchos recuerdos de la época de estudiante. Lo que me hacía rechazar un trozo de calle, era que estuviera el Anatómico Forense. Cuentos e historias que nos daban miedo y respeto por aquel entonces. Besos.

Modestino dijo...

Cuando tenga un ratillo me daré una vuelta por el tuyo, que parece supermajo.