Uno nunca ha andado demasiado sobrado de autoestima, o al menos eso es lo que me parece; tal vez por esta razón he sufrido una innata tendencia a sentir cierto "aplanamiento" ante esas personas que todo lo tienen tan claro, que van por la vida pisando fuerte, convencidos de la bondad de sus planteamientos, seguros de tener la solución para todo problema, gente que siempre habla en tono de afirmación y que dicta sentencia cuando ofrece su solución a los problemas o su valoración de las conductas y posturas ajenas. Ese pìsar fuerte se puede poner de manifiesto de diversos modos: con seriedad y contundencia, pues hay quienes funcionan sin hacer la mínima concesión al resto del mundo, con un paternalismo que con frecuencia suele ser molesto y hasta humillante, con esa apariencia de cesión que emplean algunos para que parezca que la decisión la tomas tú y hasta con la distancia de quienes dan por supuesto que sus tesis son las mejores y ni se plantean que alguien pueda tener y hasta defender otras. El otro día un amigo me ilustraba con una frase que me pareció que clava lo que presencias con frecuencia hoy en día: "cada día hay menos gente que cree en Dios y más que se cree Dios", y pienso que es verdad, que muchos juzgan y valoran como si poseyeran la verdad absoluta.
Hay ocasiones, no pocas, en que al escuchar cómo valoran algunas personas los acontecimientos políticos, determinados sucesos, las noticias nacionales e internacionales, ... tengo la impresión de que no entran a razonar sobre el sentido de lo ocurrido, sino que las interpretan "a su favor", les dan la lectura que les viene bien para seguir postulando sus teorías; parece que lo racional sería tener una experiencia y sacar conclusiones sobre ella, pero hay quienes aparentan seguir el recorrido inverso, y así mantienen una opinión determinada y adaptan la realidad a aquélla. Claro, que tamañas actitudes le llevan uno a plantearse si en vez de estar muy seguros de sí mismos, lo que pasa es que son algo torpes de mente. De cualquier manera, existen personajes que no se sabe si porque funcionan a peñón fijo, se creen infalibles o andan esclavos de sus obsesiones, emprenden una ruta y no hay quien les saque de lo que a priori pensaban iban a encontrarse en la misma. Esta forma de enrocarse en una idea, postura o convicción la he observado con frecuencia en algunos nacionalistas irredentos, en ciertos militantes de la izquierda más radical que siguen anclados en un más o menos disimulado estalinismo y en algún que otro líder político o económico que se cree con la llave del éxito.
Es bueno tener convicciones, y que éstas sean firmes, pero para funcionar por esta compleja vida, no está de más apuntar alguna duda, no porque deban temblar aquéllas, sino porque por mucha experiencia y conocimientos de los que podamos alardear, no debemos de perder nunca la conciencia de nuestra limitada condición y conviene andar seguro ante cada paso, cada decisión y cada afirmación, especialmente cuando tendemos a ser rotundos. Dejemos para Dios la exclusiva a la hora de las certezas.
10 comentarios:
Yo creo que el problema no es tanto que crean en lo que dicen, sino que no se plantean siquiera que pueda existir otra opción de vida. Un beso.
Pues sí ... y además frecuentemente desprecian a quien no conecta con sus planteamientos.
Normalmente es gente que quiere que toodo el mundo piense como ellos.
Pervierten los verbos y en vez de decir, yo opino, yo creo, a mí me parece. Dicen: es, hay que hacer, la verdad es, es así etc.
Además están convencidos de que cuatro insultos a quien opina lo contrario son suficientes para que el oponente cambie de opinión.
Luego se les cae el muro y no saben porque.
Un saludo
Se les cae el muro ... ;), y en cuanto ven la oportunidad lo quieren levantar otra vez.
Sí, en España somos muy dados a insultar al contrario.
Generalmente los tontos lo tiene todo muy claro.Los peores son los tontos con iniciativa.Prefiero un malo listo a un tonto ,tonto
Sí ... los tontos con iniciativa tienen mucho peligro.
Por una vez deberíamos ponernos todos de acuerdo y considerarnos simplemente personas.
No se, parece que llevamos más de 20 siglos sin hacerlo, habrá que intentarlo Pilar ... Un saludo!
Quienes hablan de ese modo tal vez piensan que tener una conversación es lo mismo que dar un discurso.
Es muy dificil para ese tipo de personalidad entender que existe el otro, y que cuando tiene otras opiniones no es por llevar la contraria sino que cada uno se acerca a la realidad desde su perspectiva.
Encantado de verte por aquí, Veronicia. Sí, hay quien habla y no admite interlocutor.
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